cuando hablamos de respetar los límites de la naturaleza y del planeta en el que vivimos nos vienen a la cabeza numerosos hechos y factores que intervienen en lo insostenible de nuestro sistema. El ser humano ha logrado tener una capacidad de transformación del entorno inimaginable hasta hace unos pocos cientos de años. Y lo ha logrado gracias a la utilización de la energía, necesaria para cualquier actividad en las sociedades actuales.

En la historia de la humanidad, y mucho más en la del planeta, el lapso de tiempo en el que el ser humano ha hecho uso de las energías fósiles y de la nuclear es apenas un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, este hecho, que posibilita la vida social y económica tal y como la conocemos hoy en día, ha tenido efectos gravísimos. A nivel medioambiental la utilización de este tipo de fuentes ha generado en todos los ámbitos un nivel de contaminación que ya está transformando de forma importante los ecosistemas. En el plano social ha favorecido la concentración de poder a nivel planetario como nunca antes se había visto, ha generado conflictos sociales y bélicos también a escala global, etcétera.

Los cambios que ya se están dando en las dinámicas climáticas, y que se profundizarán en las próximas décadas, van a depender de los esfuerzos que se hagan para abandonar un modelo económico basado en la utilización de los combustibles fósiles. El Acuerdo de París, firmado en diciembre de 2015, que ha sido el último establecido a nivel mundial, nació con el objetivo primordial de evitar sobrepasar, bajo ningún concepto, los 2ºC de temperatura global del planeta respecto a la época preindustrial. Además, el Acuerdo recomienda un esfuerzo adicional para no superar los 1,5ºC.

En consonancia con ello, el Gobierno de Navarra aprobó la Hoja de Ruta del Cambio Climático HCCN-KLINA, el Plan de Energía de Navarra 2030 y el Plan de Residuos en 2018, que se complementan. Y se planteó el desarrollo de una Ley de Cambio Climático, cuyo anteproyecto en fase de debate público se ha hecho público estos días. Esa norma daría soporte jurídico a la Hoja de Ruta del Cambio Climático. Uno de los objetivos principales es conseguir para el año 2050 una reducción del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a las del 2005, y muchas de sus medidas tienen un paso intermedio para 2030. De la misma manera, aspira a que en 2030 el 50% del consumo energético en la Comunidad Foral proceda de energías renovables.

Los compromisos en mitigación y adaptación se han establecido siempre en el ámbito de los estados, en una construcción de arriba hacia abajo. Ahora bien, durante los últimos años, tal y como han reconocido las Naciones Unidas, el papel de los gobiernos regionales -como es el caso de Navarra- y locales -ayuntamientos, principalmente, aunque también otros entes- es primordial en el éxito de la política climática. Así, la construcción de abajo hacia arriba se basa en el nivel competencial, de responsabilidad y de intervención de los citados entes. Este es el caso actual de Navarra, con competencias y, por lo tanto, con capacidad para incidir tanto en el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, muy especialmente en las emisiones difusas, como en las medidas de adaptación a los impactos sobre los diversos territorios, los sistemas físicos y los sectores socioeconómicos más vulnerables al cambio climático. Navarra tiene competencias propias en el ámbito de las políticas tanto de mitigación como de adaptación al cambio climático, y concretamente, sobre las siguientes materias: la ordenación y gestión del territorio, el urbanismo y la disciplina urbanística, la conservación y el mantenimiento de los bienes de dominio público local, la protección civil y la prevención de incendios, la formulación y gestión de políticas para la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible. Es decir, de esa manera el enfoque es transversal, y cualquier plan, sea del departamento que sea, deberá tener un enfoque de cambio climático.

Una Ley integral de Cambio Climático en Navarra es absolutamente fundamental, por varias razones. En primer lugar, conseguir que Navarra reduzca tanto las emisiones de gases de efecto invernadero como la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático, es favorecer la transición hacia un modelo neutro en emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, transformar el modelo de producción y acceso a los recursos naturales y energéticos. En segundo lugar, reforzar y dar soporte jurídico a los planes que se han elaborado durante los últimos años en el ámbito del cambio climático, como es el caso de la Hoja de Ruta del Cambio Climático. En tercer lugar, promover y garantizar la coordinación de todas las políticas sectoriales relacionadas con el cambio climático y la coordinación de todas las administraciones públicas navarras, así como fomentar la participación de la ciudadanía, de los agentes sociales y de los agentes económicos. Finalmente, convertirse en una comunidad que abandere la investigación y aplicación de nuevas tecnologías para sentar las bases hacia una economía descarbonizada y adaptada a los efectos climáticos.

El autor es experto en temas medioambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente