hace tres semanas, el Colectivo Alaiz recibía el Premio Berdinna 2019. Queremos compartir las palabras con que lo celebramos en aquel momento. Sirvan como agradecimiento y como expresión de nuestro firme deseo de seguir trabajando por la igualdad. Hace casi 57 años, de la mano de un grupo de personas conscientes de las necesidades de las mujeres y del poder de la educación y el trabajo grupal, nacía el Colectivo Alaiz con el objetivo de contribuir a la creación de ciudadanía crítica, propiciar el diálogo entre el conocimiento y la realidad y trabajar por la igualdad, lo que entonces se llamaba Promoción de la Mujer.

Hoy hablamos de empoderamiento y es lo mismo. Hacerse cargo de la condición de seres humanos que quieren la igualdad en el ámbito personal, familiar, laboral y político en una sociedad jerárquica, desigual y competitiva en la que triunfa la fantasía de que quien quiere puede y de que todo está logrado. Nuestra tarea sigue siendo trabajar para que las mujeres ocupemos el espacio que nos corresponde y al que aún no accedemos y para que desocupemos los espacios que sobreocupamos. Porque creemos que la igualdad se juega en la corresponsabilidad en todos los ámbitos de la vida.

Como recogía Patricia Amigot Leache en su tesis Relaciones de poder, espacio subjetivo y prácticas de libertad: análisis genealógico de un proceso de transformación de género, colaboramos en la revolución tranquila de las mujeres. En su mayoría, aquellas primeras mujeres que se acercaron a Alaiz eran amas de casa de clase obrera que o nunca habían trabajado fuera del hogar o habían abandonado el empleo al casarse. Mujeres vinculadas al espacio doméstico, al servicio de la familia, con sus tiempos condicionados y su autonomía limitada o inexistente. El objetivo de Alaiz en aquellos años se plasmó en un conjunto de programas y acciones dirigidas al acceso a la ciudadanía, una condición que entonces se negaba por ley a las mujeres y que hoy, conseguida formalmente, está lejos de ser vivida por todas y en plenitud y defendida universalmente como un valor irrenunciable de nuestra democracia.

Porque aún, a pesar de la igualdad recogida en nuestro ordenamiento jurídico, a pesar de que el Estado y las familias invierten idéntica cantidad de recursos económicos y afectivos para garantizar el crecimiento, la educación y la salud de niños y niñas, a pesar de cuarenta años de escuela mixta, hombres y mujeres transitamos rutas vitales diferenciadas. La fantasía de la igualdad se quiebra en el trabajo, en las relaciones amorosas, en la diferente asunción de la paternidad y la maternidad, en la violencia de género. Hablamos de brechas salariales, de cotizaciones, de cuidados, pero también de autoridad y credibilidad. Ante esta realidad, cuando escuchamos hablar de ideología de género, no podemos pensar que es una opinión más, es, sencillamente, ignorancia, que tiene fácil solución, o deseo de manipulación, que es una patología más severa. Aunque solo fuera por no desperdiciar el talento y el punto de vista de las mujeres, tendríamos que favorecer la igualdad real, mucho más si nuestra perspectiva es el mandato ético de los DDHH. Y así, aunque hemos avanzado mucho, se han visibilizado muchas diferencias y muchas personas hacen del empeño de la igualdad su empeño personal, falta también mucho para alcanzarla y ninguna conquista está garantizada.

Como Colectivo, es nuestra intención seguir en ello. En el día a día que ha posibilitado trabajar con más de 40.000 personas durante estos años y que nos ha proporcionado un conocimiento evolutivo y actualizado de la realidad de las mujeres.

Ese conocimiento nos ha llevado a ampliar nuestro ámbito de intervención en función de las necesidades de la ciudadanía y las demandas de las entidades con las que trabajamos en red. En estos años nos hemos especializado en el trabajo con grupos específicos como mujeres víctimas de violencia y mujeres con problemas de salud mental; hemos reafirmado nuestro compromiso con las personas en exclusión social; hemos formado a agentes sociales para que incorporen la perspectiva de género en su trabajo; hemos entrado en escuelas y colegios para hablar de igualdad con el alumnado, el profesorado y las familias; hemos abierto espacios para que mujeres y hombres de diferentes generaciones reflexionen sobre los nuevos modelos femeninos y masculinos y los pactos amorosos corresponsables, hemos abordado la injusticia de la división sexual del trabajo.

Esta tarea es tenaz y escasamente vistosa, somos un Colectivo valorado en el ámbito social y entre la ciudadanía de a pie pero poco mediático. Pero esta circunstancia, que podría considerarse una desventaja, ha resultado ser una gran fortaleza: pequeñas e independientes, hemos podido desarrollar nuestra labor con nuestros criterios, sin injerencias ni presiones. No hemos estado cercanas al poder ni hemos sido habituales en la prensa. No somos ni hemos sido activistas pero nuestra tarea es profundamente política: la transformación social desde la base.

Nos sentimos muy identificadas con las siguientes palabras de Juan Carlos Martínez Berasategui: “En definitiva, por mantenerse tanto tiempo fieles a sus objetivos y a su metodología y, además, sin haber dispuesto de un apoyo oficial muy relevante no podemos menos que considerarlas como una anomalía, eso sí, bendita anomalía”.

Por eso, para el Colectivo Alaiz recoger el Berdinna 2019 es un motivo de orgullo tanto por la labor realizada a lo largo de casi 57 años de andadura como por el reconocimiento que supone el premio. No solo, pero también, como diría Berkeley, ser es ser percibido.

Es también una inmensa alegría porque es un premio tan compartido, tan repartido, tan participado? Es un premio a una trayectoria y a un equipo en constante evolución. Ser parte de una empresa colectiva permite vivirlo con tranquilidad y sin ningún complejo. Todas y todos hemos puesto algo. Nadie nada imprescindible, todas algo necesario. Educadoras y educadores, animadoras, profesionales entusiastas con fuerte implicación en el cambio social y cercanía a los grupos en situación de desigualdad, juntas, técnicas, usuarias y usuarios, personas en cuya biografía el Colectivo tiene un papel importante. En común, tenemos la satisfacción de haber contribuido a crear una corriente de fondo, un impulso continuado, una base, un trabajo de décadas que creemos que ha contribuido a generar una sociedad más inquieta, más crítica, más culta y más justa.

Mila esker. Muchas gracias. En representación de la Junta Directiva de la Asociación Colectivo Alaiz