Tengo a orgullo ser uno de los primeros desilusionados ante la falsedad de quienes decían defender el fuero, cuando solo ellos podían escribir con libertad sobre el fuero y presumir con alabanzas al mismo sin que nadie pudiera escribir sobre lo mismo, ni siquiera contrastar versiones diferentes. Competían el Diario con El Pensamiento Navarro sobre quién elevaba más arriba las alabanzas al Fuero y al Régimen, mientras la ironía de Pío Baroja llegó a apostillar la contradicción (en alusión a lo ocurrido en el 36) que representaba la existencia del titular del periódico, puesto que “si era navarro, no podía ser pensamiento”.

No obstante, no se despierta a la primera al engaño. Insistían compitiendo en elogios al fuero Jesús Aizpún y Jaime Ignacio del Burgo (y yo les leía con fruición) sobre la sacralidad e inviolabilidad del Fuero. Cada uno tenía por modelo a su padre. Me quedo con citar solo al de Jesús, que se erigió en estandarte al derecho del uso de las armas para defenderlo, Rafael Aizpún Santa Fe.

Fue una publicación patrocinada por Diputación, y se publicó después de tratada en el primer Congreso de la futura Universidad de Navarra en vías de creación (1952), en la que una decena de egregios foralistas recrearon sus relatos de alabanzas para ilusionados lectores, con loas que hacían al Derecho mantenido por Navarra como si estuviera vigente, sublimando su conservación. Naturalmente, lo cobraron como conferenciantes y autores, a título de especialistas del Derecho de Navarra con edición y publicación pagadas.

En la obra que escribió el abogado pamplonés Rafael Aizpún Santafé se le fue la lengua. Lo tituló Naturaleza jurídica de las leyes forales de Navarra, y fue editada el mismo año de 1952 por la Diputación franquista del momento, que gobernaron más de 40 años, y su propaganda dio el camino para alimentar sucesores dándoles aliento, pagas y alimentos.

En ella defiende el abogado don Rafael Aizpún que la ley de 1841 como paccionada y que conservaba el Derecho de no poder ser modificada sin el consentimiento de Navarra, en igualdad de derecho frente al Estado. En su conclusión sostiene que: “si son las condiciones de una capitulación el contenido de las leyes de 1839 y 1841, entonces todavía sería su cumplimiento y su respeto más obligatorio para el Estado; y su inviolabilidad estaría garantizada nada menos que por el derecho de gentes [?]”. Una proclama que solo fue permitida porque quien lo decía tenía bien probada su ideología desde el golpe de Estado de 1936.

Mucho me ha llovido desde que compré el citado libro que me empujó a buscar donde se hallaban los datos que programaban y mantenían el Fuero como derecho vivo. Mi búsqueda tropezó con la defensa que hicieron las Cortes de Navarra del derecho de los navarros para ser juzgados en Navarra y por jueces navarros.

No se crea que fue cosa de un año ni de decenas de ellos, sino a todo lo largo del siglo XVI, y que en el siglo XIX se volvía a pedir y prometer por las partes, hasta que la sucesiva mordaza que hoy todavía se aplica, acabó con cualquier esperanza, pues las mismas autoridades trampearon y engañaron a los manifestantes al encabezar la manifestación y expedir promesas que no iba a cumplir. Escuela creada, y qué ¡escuela!, que ha llegado hasta nuestros días.

Al acercarse el 5º centenario en 1512, ya 5 años antes se creó una comisión de comisiones que encabezó el Gobierno de Navarra, y puso al frente una cuadrilla de titulados de campanillas que fueran capaces de mostrar con distintos estilos que Navarra era la culpable de su ruina y conquista, avalados por ser licenciados, doctorados y/o especialistas en el Derecho de Navarra. No hace falta dar sus nombres, puesto que figuran en los libros editados entre los años 2007 y 2015, naturalmente a cuenta del erario de Navarra y que todavía no se ha publicado su costo.

Su misión fue la de alardear falsedades sobre la conquista de Navarra. Según se afirma, consistió en una guerra civil, donde el invasor puso la paz, la rendición fue amistosa y la conservación de Derechos se produjo en 1515, cuando las Cortes de Castilla pusieron Navarra a posesión de Juana la Loca. Nada de ello era cierto, pero estos doctos historiadores navarros muestran su alcurnia, que naturalmente no es la defensa del fuero de los navarros aunque lo hayan afirmado en multitud de ocasiones.

Vaya pues este escrito como estímulo de los alsasuarras que sufren cárcel, sentencias y sufrimientos provenientes de los falseadores que han venido alardeando del aumento de derechos y funciones de Navarra para los navarros. Un engaño que lleva siglos, y que quienes lo han mantenido no han estado en Alsasua a defender a sus vecinos en el derecho que los navarros tenemos para ser juzgados en Navarra y por jueces navarros.

Aunque no han estado, a la vista de la solidaridad recibida por los detenidos en su pueblo de Alsasua, tampoco cuenta su ausencia, aunque están a tiempo de rectificar y pedir a la Audiencia de Orden Público (hoy Audiencia Nacional) que los detenidos son navarros, y como tales tienen todo el derecho a ser juzgados en Navarra y por jueces navarros, tal como se demandó ya por generaciones enteras. Todo lo demás son falsedades aunque se protejan en este caso con rehuidos silencios.