Hace días tuve ocasión de que Diario de Navarra publicara un artículo mío titulado Castillo de Amaiur, patrimonio de todos. Dicho artículo fue contestado, curiosamente en DIARIO DE NOTICIAS, por don Ioseba Asiron, hecho del que me avisaron rápidamente mis amigos nacionalistas. Y digo curiosamente porque resulta evidente el terror que sufre el señor Asiron a publicar y debatir fuera de aquellos medios de comunicación que le son favorables (medios de la derecha, dice); no es mi caso ya que me siento muy cómodo para publicar y debatir en DIARIO DE NOTICIAS, pese a las diferencias ideológicas que mantengo con la línea editorial de este medio de comunicación (medio igualmente de la derecha, aunque en este caso la derecha nacionalista vasca). La diferencia radica en que los demócratas creemos y respetamos la libertad de prensa. Leí con atención el artículo del señor Asiron, titulado “El Castillo de Amaiur y el señor Muruzábal”, artículo que no me extrañó en absoluto conociendo el perfil de su autor. Palos al señor Muruzábal, todos, del castillo de Amaiur, la diatriba de siempre. Se nota a la legua el “aprecio” que el señor Asiron me tiene, aunque he de confesar a los lectores de DIARIO DE NOTICIAS que dicho “aprecio” contra mi persona procede, supongo, de otros asuntos relacionados con la enseñanza concertada de Navarra, de los que algún día trataremos a fondo.

Intenta el señor Asiron desacreditar mi persona “no hubiera pasado la criba de un análisis de texto en la vieja selectividad ni con el más benévolo de los examinadores”; me hace enorme gracia la frase, especialmente viniendo de quien viene. El señor Asiron firma como doctor en Historia en Arte, que lo es; para mayores datos en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Navarra, una universidad de la Iglesia Católica regida por el Opus Dei. En el mismo Departamento, de la misma Universidad, obtuve yo también el grado de doctor, del que no suelo precisamente presumir. La diferencia básica es que ahí termina el bagaje investigador e intelectual del señor Asiron. Pueden acudir ustedes al repositorio Dialnet, que recoge las revistas científicas de España, artículos, libros, etcétera. Si ponen ustedes “Ioseba Asiron”, comprobarán el resultado, cero entradas, que es el aporte del personaje a la historia y/o historia del arte, cero. En absoluto deseo confrontar mi bagaje intelectual, pero prueben ustedes a poner mi nombre. El señor Asiron no tiene publicado ni tan siquiera un artículo científico; salvo su tesis doctoral, sin publicar, no ha hecho nada de nada, por mucho que luzca orgulloso su título de doctor. A partir de aquí, cada uno sacará sus conclusiones. Debe ser lo que repetía mi abuela, “dime de qué presumes?”. Por esta razón se me hace muy complejo debatir, a nivel científico, de historia e historia del arte de Navarra, con el señor Asiron, ya que resulta evidente que nos movemos en planos intelectuales e investigadores muy diferentes. Es cierto que también firma el artículo como exalcalde de Pamplona, lo cual es un hecho real, gracias al PSN de Esporrín y de Txibite (a la que su partido acabará haciendo presidenta de Navarra, según parece).

Acerca del fondo del debate sobre el Castillo de Amaiur poco que añadir. Yo reitero lo manifestado en el artículo de Diario de Navarra. El Castillo de Amaiur debe ser patrimonio de Navarra y ya basta de su utilización partidista por el nacionalismo vasco. Y entiendo que es hora de que las fuerzas constitucionalistas de Navarra (¿el PSN también?) reaccionen contra la manipulación torticera de nuestros símbolos y de nuestra historia; basta de intentos por cambiar nuestra bandera por la que utilizan ciertos grupos partidistas, como el del señor Asiron (yo aludo a la oficial, la de las leyes señor Asiron, aunque claro, a usted las leyes?). Por supuesto que va a haber debate de aquí al año 2022. Me consta que diversas entidades y sociedades culturales están en el tema y que se va a debatir y publicar. Lo que no tengo tan claro es que podamos llegar a demasiados acuerdos.

Resulta meridianamente evidente que el nacionalismo vasco en Navarra vive sumido en irrealidades y sueños, ritos y nostalgias, símbolos manejados a su conveniencia; sacarlo de ahí será prácticamente imposible porque acabarían perdiendo lo que ellos creen su ADN. Así se explican cosas como la exposición sobre el Castillo de Amaiur del Condestable de Pamplona, montada incluso con cuadro con el propio señor Asiron. En el colmo de la egolatría y del despropósito, manifestaba el entonces señor alcalde que estaba en el cuadro de Xabier Morrás “porque hemos representado algo en la historia”. No encuentro palabras para catalogar semejante afirmación. Y manifiesto que la pintura de Morrás me ha gustado siempre, e incluso que tengo colgado un cuadro suyo en el despacho de mi casa. No es el caso, evidentemente, del cuadro del Asiron medieval.

Para finalizar, les recomiendo vivamente que lean el artículo del historiador Íñigo Mugueta, profesor de la UPNA, titulado Historia divulgada e historia twiteada: emociones y representaciones sociales de la conquista de Navarra en 1512, publicado en la Revista Imago Temporis, de la Universidad de Lleida; lo pueden encontrar en Dialnet, en el repositorio donde no se encuentra rastro alguno del señor Asiron (perdona Íñigo, espero que no te “apedreen” por nombrarte aquí?). El artículo es un repaso magnífico de nostalgias, sueños y pesadillas, de intentos de “corregir” el pasado, cambiar la historia, etcétera; un compendio, absolutamente científico, de todo ello. Pueden acudir también a los trabajos de Alfredo Floristán, Eloísa Ramírez, Mercedes Galán, Luis Javier Fortún, Juan José Martinena, Ángel García-Sanz, etcétera. Todos ellos saben del asunto, por supuesto, muchísimo más de lo que yo pueda aportar. Mi artículo de Diario de Navarra no pretendía dar lecciones de historia de Navarra (yo soy historiador del arte, pero en activo Ioseba?) sino poner el foco en otro asunto, que imagino es lo que también corroe al señor Asiron. Frente a todos esos auténticos historiadores aparecen los Esarte, Urzainki, Urtasun, etcétera (dicho sea, con absoluto respeto a todos). Lo que mejor que se me ocurre, para finalizar estas líneas, es mencionar la propaganda que suele hacer este medio de comunicación en el que ahora debato, y al que agradezco que me permita hacerlo, “Eres lo que lees”.

El autor es profesor e historiador del arte