Aburre-muermos, el presidenciable. Toda una sucesión de mohines de “mí, no entender” en la pasada sesión de investidura, ante las constantes negativas y críticas de los grupos parlamentarios a su generosa entrega como mártir de la causa de Estado. Patéticas tomas de cámara de los gestos tranquilizadores de Carmen Calvo, que están al caer, que calma, que no tienen otro remedio, que vas muy bien. Carmen Calvo, esa mujer que no se sabe si juega a tutelar al pupilo o quiere vengarse de él y conducirlo al descrédito total por haberse rebelado en su día ante el orden de la vetusta guardia pretoriana del PSOE y haberse postulado como regeneracionista de dinosaurios.

Queda lejos en el tiempo Suresnes, cuando Felipe González dio su do de pecho contra aquella otra vieja guardia inmovilista ante el franquismo, se rebeló también e impuso su nueva línea desde la realidad interna de la geografía del Estado. Lo hizo a su manera, con abundantes gorgoritos no muy sostenidos, no activó el antifranquismo hasta que desde Washington y Bonn diseñaran el modelo de transición antirrupturista de la dictadura, pero lo hizo. Luego se le impuso la endeblez de sus cuerdas vocales y se sumió en la poltrona de la corrupción, de la guerra sucia y demás vicios propios de autócratas, llevando las promesas de Suresnes al desván de los juguetes abandonados. Pero aún quiere jugar, y no le perdona a Sánchez su osadía de 2014 frente al candidato oficialista. Menos aún su vuelta al liderazgo partidista frente al aliado socialista del PPV Patxi López en olor de nuevas multitudes, tras su defenestración oficial.

Por ahí dejé escrito en este mismo papel en 2017, donde, en modo sarcasmo, presentaba la operación rebelión-defenestración-reposición de Sánchez como una jugada de la gerontocracia del socialismo oficial para volver a imponer su estrategia bipartidista PP-PSOE con imagen renovada. Así parece confirmarse ahora. Porque ¿qué pinta ahí Carmen Calvo, esa especie de hada madrastra, la socialista humanitaria que quiere multar el rescate de náufragos, la filtradora de propuestas negociadoras de Podemos lightmente manipuladas...? Sólo me cabe la impresión de que quiere cerrar todo resquicio de renovación del PSOE que apunte a una asunción del pluripartidismo como fórmula de gobierno estatal, aprovechando bien la sinergia con el hiperego de un Sánchez que sueña con su papel de único hombre de Estado ante la crisis de la ultraderecha, hundida en su división y en su podredumbre gestora.

Más que hombre, muñeco articulado de Estado cuyos hilos mueve la gran maestra al dictado del guión previamente diseñado. Modo sarcasmo nuevamente el de quien hoy esto escribe, que ya me cansa: el sarcasmo, lo he dicho también recientemente por ahí, no tiene por qué ser malo, siempre que el sarcástico sea consciente de que es un género a costa de otros pero para consumo interno de cofrades propios. Lo que llega a aburrir al propio autor.

A ver si acaba de una vez este muermo de espectáculo, endemás tan caro ya.