omparto la idea de que a los niños hay que hablarles de los virus con claridad y sin tapujos. La extiendo a todo lo relacionado con la vida, la salud y el cuerpo humano. Los profesores de Biología no disfrutábamos demasiado cuando tocaba impartir nociones de Inmunología, pero nos resultaba imprescindible para reforzar la prevención en salud. Así que, dentro de las explicaciones sobre el cuerpo humano, aguzábamos el ingenio para impactar en las mentes jóvenes de nuestro alumnado ante un tema difícil e incómodo.

El método y contenido hay que adaptarlo a cada edad. Considerando que hablamos de vida o muerte aún resalto más su dificultad. El ser humano, en cuanto animal racional, nace bastante inmaduro. Pueden parecernos innatas para la vida de animales y plantas muchas estrategias con las que se defienden de sus depredadores. Algunas, especialmente en el mundo vegetal, lo son, pero en el reino animal los jóvenes, pollos y cachorros, las aprenden de su entorno. Nosotros, los humanos, nacemos con muy baja capacidad de defensa y necesitamos grandes cuidados de protección hasta que nuestro sistema inmune madura. Siendo la higiene la solución, queda como tarea que padres, madres, maestros y maestras, en especial en la etapa de infantil, deben cubrir. ¡Y dura toda la vida!

Si contamos la historia, que no es un cuento, de los virus, tenemos que referirnos a los muchos siglos en los que los humanos morían en cantidad en su lucha por la supervivencia frente a los microorganismos. Pero a un niño le sirve de poco saber que ya había coronavirus en el año 3.600 AC. Su preocupación está en el hoy y se está formando para el mañana. Así que le debemos decir que cuando un virus entra en el cuerpo humano no es para fastidiar sino para sobrevivir. Va a reproducirse utilizando nuestra materia biológica. Sólo así puede vivir. Es un parásito obligado. La lucha es a muerte: o el virus o tú. No es de extrañar que los más pequeños empaticen con ellos y digan: ¡qué pobres! Los preadolescentes en cambio preguntan cuáles son nuestras armas defensivas. Se decepcionan al saber que hay pocos medicamentos. No ocurre como con los antibióticos frente a las bacterias. Lo importante es que tengamos fuerte nuestro sistema inmunitario. Y es prioritario que no traspasen nuestras primeras barreras defensivas: la piel, los orificios externos de nuestro sistema digestivo, respiratorio, genito-urinario (excretor y reproductor) y ciertos órganos de los sentidos como los oídos y los ojos. La higiene, la costosa higiene, que ellos suelen considerar una pérdida de tiempo para sus juegos e intereses propios, es la respuesta adecuada.

Pero quiero resaltar el hecho de cómo se mejora el estado del sistema inmune. Tiene que ver con una buena alimentación y el ejercicio físico. Esto necesita tiempo y dinero, pero también educación y convencimiento en las familias de que a ellas compete la mayor parte del esfuerzo. El colegio enseña las cosas que el alumno en su vida privada ha de practicar. También son importantes la alegría y el optimismo: las endorfinas.

Se preguntarán ustedes, dicho esto, ¿cómo explicamos a los niños la historia de las medidas adoptadas por nuestros gobiernos para atajar la propagación de este coronavirus? Esto sí que algunos lo considerarán un cuento, un frívolo cuento, una estrategia difícil de explicar y justificar. No quisiera estar en la piel de las personas que han tenido que tomar decisiones; el Gobierno reclama unidad. No se admite la discrepancia. El cuándo, el cómo, el porqué y el para qué. Preguntas, por cierto, que cada maestro y profesor se hace sobre sus programas de enseñanza en las diferentes disciplinas que conforman un currículo escolar.

Loados docentes y sanitarios que cubren las espaldas de los políticos. Explicar lo inexplicable. Menos mal que se ha levantado una ola de reconocimiento y ovaciones, porque lo que les espera en su salario y condiciones de trabajo no parece prometedor.

He oído que, cuando ganemos al virus, España volverá a ser el gran país que es… Lo dijo el 14 de marzo el presidente del Gobierno. Prefiero no oír lo que dirá la oposición en cuanto se pase la fiebre de la unidad de acción.

Yo me conformo con que en España recuperemos la sanidad y la educación. Y que lo hagamos para prevenir más que curar. Porque lo más triste de lo vivido es pensar qué nos pasará cuando los virus vuelvan a mutar. La Biología enseña que será muy pronto.

El autor es profesor jubilado