yon, Burdeos, Estrasburgo, Poitiers, Besançon... Solo, o aliados con la izquierda, Europa Ecología Los Verdes (EELV) ha teñido el mapa francés de verde en la segunda vuelta de las elecciones municipales celebradas el pasado 28 de junio, consolidándose como una fuerza muy importante en el mapa político de Francia y obligando al presidente Macron a tener en cuenta las tesis ecologistas, aunque con una abstención muy alta.

Si hasta no hace mucho eran solo un partido bisagra allí donde las coaliciones progresistas necesitaban su apoyo, en las europeas del 2019 EELV dio un salto cualitativo convirtiéndose en la tercera fuerza más votada, por delante de la derecha, con el 13% de los votos. Con las municipales han ampliado su base electoral para ganar plazas simbólicas como Lyon, donde terminan con el reinado del exministro del Interior Gérard Collomb, y participar en la victoria de París, Montpelllier o Marsella, cuyo resultado es todavía provisional pero donde la ecologista Michèlle Rubirola supera en 10 puntos a su rival conservadora. Grenoble, que ha revalidado al alcalde saliente, el carismático Eric Piolle, dejará de ser el único escaparate que tenían hasta ahora los verdes.

Un clave de su triunfo está también en los pactos alcanzados con el Partido Socialista, que de paso ha permitido a los socialistas mantener sus feudos de París, Nantes, Rennes, Dijon, Le Mans, Nancy, Montpellier e incluso Lille.

De alguna manera, los verdes también reorganizan el juego de la izquierda francesa hasta el punto de que el primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, no descarta apoyar a un candidato ecologista en el 2022. De las diez ciudades más pobladas de Francia, siete tienen ecologistas en las coaliciones más votadas. La covid-19 ha sido un anticipo de lo que puede pasar con la crisis climática y da la impresión de las y los ciudadanos del Estado francés se han dado cuenta de que el medio ambiente y la ecología son aspectos vitales a tener en cuenta de ahora en adelante. Sin duda, se trata, de un importante giro político, que se ha acelerado con la epidemia de coronavirus y el periodo de confinamiento, en el que muchas y muchos franceses se han dado cuenta de la importancia de contar con los espacios públicos seguros, con otro modelo de movilidad que cuestione las prioridades que ha tenido hasta ahora la movilidad motorizada, con un comercio de proximidad que te permita consumir productos de la zona, y con unos entornos urbanos saludables en los que la naturaleza esté mucho más presente.

De todas formas, los resultados obtenidos por las candidaturas verdes y ecologistas en la segunda vuelta de las elecciones francesas en Francia, es la continuación de las obtenidas en las Elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo de 2019, en ese país vecino y en otros estados de Europa. Entonces, los Verdes llegaron a los 70 escaños, a nivel de la UE, y son ya un bloque clave. La ola verde consiguió el segundo puesto en Alemania, solo por detrás de la formación de la actual canciller, Angela Merkel, y escaló hasta el tercer puesto en una Francia dividida entre la extrema derecha y el centrismo de Emmanuel Macron. En Reino Unido, el partido verde superó al partido conservador y se quedó en cuarta posición, justo detrás de los laboristas con más de un 12% de los votos. En Irlanda, el partido verde, que hasta entonces no había tenido representación, entró también con fuerza y empató con Izquierda Comunitaria Europea en la segunda posición, con el 15% de los votos. Los verdes también crecieron en Bélgica y Luxemburgo y entraron con denominación propia en Portugal. Sin embargo, Los Verdes no terminan de despegar en países, como los mediterráneos del sur, a excepción de Francia, como es el caso del Estado español, donde el único eurodiputado verde que salió elegido fue Ernest Urtasun, de Iniciativa per Catalunya, que integró la confluencia de Unidas Podemos Cambiar Europa. Los analistas políticos coinciden en que la principal diferencia entre los países mediterráneos, donde Los Verdes apenas han conseguido representantes, y los países del norte, es una diferente cultura política. La crisis climática parece que ha estado más presente en la agenda política en el oeste y el norte de Europa.

La situación de Los Verdes en el caso del Estado español es muy diferente. Ha habido muchos intentos de crear un Partido Verde, pero hay que esperar a 2011, en el que tras un proceso de aglutinamiento de los partidos verdes existentes en el Estado español, surge Equo como articulador de las grupos existentes, al que se unieron personas destacadas del movimiento ecologista, como el propio Juan López de Uralde, hasta entonces director de Greenpeace, y hoy diputado por Álava (Unidas Podemos), u otras gentes, deseosas de construir un partido verde fuerte y unido que diera respuestas a los problemas ambientales, además de otros.

Posteriormente, se da la irrupción de Podemos en un espacio susceptible de haber sido ocupado por un partido verde, y en el que se integró Equo, pero que posteriormente salió, alcanzando un acuerdo con Más País, encabezado por Íñigo Errejón, para presentarse juntos a las elecciones generales del pasado 10 de noviembre.

El hecho de que no haya existido un partido verde con la fuerza electoral y base social que han tenido en otros países de Europa, como tal no quiere decir que ese espacio político no exista. Los desafíos medioambientales están creciendo en toda Europa y, por tanto, las reflexiones acerca de ellos también, lo que significa que ese espacio político existe y probablemente tenderá a crecer. Hoy, el voto verde se divide entre diversas fuerzas políticas de izquierda y/o progresistas, pero, ¿se mantendrá así?

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente