menudo recorremos los montes navarros en sus distintos valles: los roncaleses, los aezkoanos, los salacencos, la Barranca con sus robledales y la verde regata del Bidasoa. Cuando nos acercamos a ellos nos sentimos orgullosos de nuestra tierra. Los más mayores todavía recuerdan que importantes fueron en la recuperación de las crisis y de aportar recursos a familias y pueblos en momentos duros.

Muchos de ellos recurrieron al pinar para sacar un hijo adelante, una boda, una deuda, incrementar los ingresos de la ganadería, un viaje, unos buenos Sanfermines, por no hablar de la Entidades Locales y las Juntas que sin duda alguna en más de alguna ocasión habrían logrado salvar presupuestos.

Orgullosos al menos yo lo estoy de nuestros pastoreos trashumantes auténticos vigilantes de lo que acontecía en el territorio; nuestros leñadores a veces emigrantes a Francia y otras latitudes; los almadieros que pasaban frío, hambre, miedo; nuestros contrabandistas que utilizaban los montes como refugio; como olvidar a los carboneros de toda Navarra, especialmente a los que más quiero los de Ulibarri y Viloria; los cazadores furtivos que buscaban en el silencio de la noche o en la misa mayor su refugio para poder engañar al guarda y llevar algo a la mesa; como hemos necesitado nuestro entorno natural.

Este famoso virus, nos ha confinado y vemos que tenemos un déficit verde y buscamos volver a nuestros pueblos a nuestro medio rural, regresamos a nuestra esencia.

Los montes navarros tienen una gran potencialidad y pueden ser como en otras épocas motores de recuperación de una crisis. Para ello debemos conocer nuestro territorio, y debemos establecer una política forestal navarra pactada, respetada por nuestros representantes, y representantes de raza que peleen a nivel nacional y europeo, por las nuevas estrategias que se están cocinando sobre cambio climático, biodiversidad y otras.

Es importante gestionar nuestras masas forestales. Navarra tiene mucho camino recorrido en materia forestal, estamos a la cabeza de la certificación forestal a nivel nacional en proporción a nuestra superficie, tenemos mucha planificación, pero hay muchas cosas que nos quedan por hacer, para nuestro presente y futuro frente a los grandes retos que nos vienen encima.

La Comunidad Foral de Navarra tiene definida su Agenda Forestal, pero es muy importante trazar una Estrategia Forestal con un cronograma, y medidas a ejecutar, pero sobre todo es fundamental dotarla de un presupuesto. El tiempo pasa y desde luego hay que actuar.

En nuestro medio natural aparecen plagas, como en toda Europa, y llegarán más sin duda muchas favorecidas por el cambio climático. También se incrementarán los riesgos de incendios porque se prevé un aumento de temperatura, y ya veremos cómo evolucionarán nuestros hayedos. Existe un abandono y desconocimiento del territorio por parte de las nuevas generaciones, y una falta de interés por los trabajos en el monte, por su dureza, baja rentabilidad y mala prensa social. La atomización de la propiedad privada, y la dificultad de mantener una política forestal clara y definida en las Entidades Locales, que cada 4 años cambian de alcalde y de partido político, y que más allá de pensar en sus pueblos se piensa en otras cosas u otros intereses.

Dentro de estas estrategias debería tener un gran peso una mayor gestión forestal: silvicultura, aprovechamientos, especies forestales productivas, certificación, que contribuyan a montes más fuertes, más saludables para hacerlos más resistentes frente al cambio climático. Tener madera de calidad. Además de la gran potencialidad en productos alimentarios: caza, miel, micología€

Necesitamos a la industria forestal, explotadores, sierras modernas, papelera, I+D+I que permitan desarrollar nuevos productos, ecológicos, renovables, reciclables. La madera tiene mucho que decir a nivel de dendroenergía, industria química, de construcción. Renovación generacional y tecnológica.

Un gran potencial turístico, sanador, educador, tenemos una tierra increíble. Ahora más nunca deberíamos mirar al mundo rural como autentico salvador de lo urbano. Debemos aprovechar nuestra tierra tan rica en biodiversidad medio ambiental, climática, cultural, social, folclórica. Solo necesitamos voluntad política, porque los navarros tenemos la capacidad de tirar para adelante.

La ribera tiene sus choperas un gran potencial medio ambiental desde el punto de vista de fijación de carbono, control de riadas, producción de madera, y paseos. Si Antonio Machado las viera se emocionaría y a buen seguro les cantaría algunos versos.

El Pirineo tiene la madera de silvestre y hayedos preciosos con aprovechamientos de madera, pero al mismo tiempo con una belleza que atrae un turismo que debería saber que más allá del Irati hay vida. Tierra de pastores trashumantes, allí Miguel Hernández recordaría sus orígenes.

La Barranca con sus robledales y su poderío con las sierras de Urbasa y San Donato, un lugar donde Miguel Delibes estaría feliz en esa explosión de naturaleza.

El Bidasoa, la tierra de Baroja, quizás más dañada en los últimos años por las plagas y enfermedades, pero con un gran potencial por el valor emprendedor de sus gentes y el potencial que tienen, pero debemos buscar especies alternativas que hagan de nuevo volver a invertir en esos montes. Además de la gran belleza de sus paisajes.

No olvidar la zona de Tierra Estella y su pequeña Rusia (valle de Lana), con sus encinares, robledales y truferas, por no hablar de todo su patrimonio. Como hubiera disfrutado José Antonio Labordeta, con un país en la mochila entre lo natural y lo gastronómico.

Tenemos territorio, gente valiente, y seguro que en las nuevas generaciones también podrán aportar nuevos conocimientos, pero ¿tenemos voluntad política para trazar una estrategia forestal y dotarla de dinero? No olvides que nuestra historia va unida a como gestionemos nuestro entorno y eso nos salvará o condenará.

El autor es ingeniero de Montes. Asociación Forestal de Navarra