En el San Fermín Cultural I hablamos de La teoría de la probabilidad y vimos que por su culpa se ha suspendido “la Fiesta” al estilo tradicional y también aprendimos, gracias a ella, a calibrar exactamente los beneficios que dicha ley podría habernos reportado a Navarra y los navarros -para la reciente financiación del Gobierno de Navarra por 300M€- si hubiéramos contado con una institución similar a la que fue la CAN. En este artículo hablaremos de una cultura no tan matemática pero igualmente interesante e imprescindible.A lo largo de las casi 90 páginas de letra menuda en las que, en su día, resumí las casi mil actas del Consejo de Administración de la CAN y de la Comisión que en su seno llevaba el día a día -llamada al principio Permanente y luego “Comisión de Gerencia”- que se celebraron desde su fundación en 1921 hasta el fallecimiento de mi abuelo en 1950, la primera vez que aparece la palabra “cultura” es en el Acta de la Comisión de Gerencia celebrada el 6-X-1932 donde puede leerse: “A petición del Consejo y Comisión Permanente de Cultura de Navarra para que se designe una persona que represente a la Caja en dicho organismo. Se decide nombrar al efecto a D. Ramón Bajo Ullíbarri”. Y yo me preguntaba por aquel tiempo, ¿habría salido de ese Consejo/Comisión la creación del Ateneo de Navarra? Y me preguntaba eso porque en una conversación con mi compañero de colegio, el escritor Miguel Sánchez-Ostiz, me había contado que fue Ramón Bajo quien leyó el discurso de apertura del “Ateneo Navarro” e igualmente el discurso de homenaje que rindió dicho foro a Don Pío Baroja.

Efectivamente, un año más tarde en el acta correspondiente a la reunión celebrada el 2-XI-1933 se lee: “Se conceden 4.000 pesetas al “Ateneo Navarro” como subvención por el carácter cultural de dicha institución que contribuya a sus gastos de instalación”. Y en el acta del Consejo en pleno celebrada el 29-VII-1935 se lee: “A solicitud de Don Alfonso Gaztelu se acuerda conceder al “Ateneo Navarro” una subvención de 2.000 pesetas (mil ahora y otras tantas a juicio del Director en función de las circunstancias)”. Después ya no vuelve a aparecer dicha institución. Animo desde aquí a los amantes de las instituciones navarras a investigar acerca de dicho foro de cultura para contribuir así al conocimiento de nuestros mayores.

La palabra “cultura” se puede ver en multitud de ocasiones, tanto indirectamente como en el acta de la Comisión Permanente del 27-III-1925, donde se lee: “Se acepta la propuesta del mes pasado del señor Uranga destinándose 100.000 pesetas en Ptmos. al 3% [los normales, incluso a “La Excma.” eran al 5%] para municipios navarros. Se acuerda invertirlas en: abastecimientos de aguas potables, construcción de escuelas y construcción de caminos, por este orden de preferencia y que el director estudie y prepare la organización y condicionado de los mismos”. -ese “orden de preferencia” supone toda una política: primero salud, después educación (cultura) y luego economía (¡igualito que ahora!)-; como directamente con ocasión de la aprobación de subvenciones a: “La Sociedad Cultural Euskaren Adiskideak (de 500 a 1.000 pesetas) el 25-VI-1935; Centro cultural femenino, Orquesta Sta. Cecilia, Centro Cultural de Lumbier, Sociedad de Estudios Vascos, Club deportivo Larraina a lo largo de ese mismo 1935. Y todavía en el Consejo del 21-II-1936”. “Se acuerda conceder subvención de 500 pesetas a la Orquesta Santa Cecilia teniendo en cuenta la labor educativa de carácter popular que viene realizando al facilitar entrada gratuita en todos sus conciertos a las clases obreras. Y otra de igual cuantía a la Asociación de Antiguas Alumnas de la Escuela Normal de Navarra teniendo en cuenta que dicha asociación sostiene la Escuela Hogar para obreras”.

Como en ocasiones anteriores durante ese año 1936 y, hasta el Golpe de Estado, se había venido subvencionando y concediendo facilidades crediticias a todo tipo de instituciones de carácter social y cultural, tanto católicas o laicas tales como el Orfeón pamplonés, Junta de Caridad de Pamplona, Sociedad de Estudios Vascos, Sindicatos trigueros o agrícolas, así como a diversos Ayuntamientos para traídas de aguas, escuelas, caminos… tales como: Olcoz, Zizur mayor y menor, Lerín, Lesaca, Ribaforada, Corella Tafalla, Villafranca…”. Después la palabra en cuestión desaparece, al menos, en la redacción de las actas hasta enero de 1950.

La Sociedad de Estudios Vascos es la que tiene el récord de apariciones que van desde 1921 hasta el Golpe de Estado del 36, a la que se concedían dos becas de 200 pesetas cada una (unos 2.000€ de ahora) para navarros que acudían al curso de verano organizado por ésta en San Sebastián. Sin embargo quien le sigue en apariciones, El Orfeón pamplonés (que ya acudía a Madrid en 1927) consigue superar esa barrera pues el 2-XII-1942: “Se acuerda conceder un Ptmo. de 30.000 pesetas a la Sociedad Coral “Orfeón Pamplonés” con la garantía personal de Don Hilario Etayo Esparza y Don Luis Beloso Hernández”.

Como anécdota sanferminera cabe señalar que ya el 3-VII-1925 “se acuerda conceder un donativo de 300 pesetas a la cárcel de Pamplona al objeto de que den a los reclusos una comida extraordinaria el día de San Fermín”. ¿Quién se acuerda ahora de que también esos presos, que están doblemente confinados, forman parte de nuestra sociedad y cultura?

El autor es promotor de la refundación de la CAN, notario jubilado y nieto del director-gerente de la CAN desde 1921 a 1950