las más de 3.000 personas que trabajamos en la educación concertada atendiendo al 38% del alumnado navarro nos queda septiembre para recuperar lo perdido, después de un curso en el que hemos trabajado como nunca antes, poniendo nuestros medios y atendiendo sin horario a estudiantes y familias, aunque quienes tienen la sartén por el mango parece que no valoran el esfuerzo en absoluto. Además de luchar por una vuelta a las aulas segura y pactada, necesitamos dar una solución estable a nuestra situación laboral.

Somos trabajadoras/es por cuenta ajena, que vendemos nuestra fuerza de trabajo a un empresario que es el titular propietario de la empresa, y que para la defensa y promoción de nuestros intereses nos organizamos en sindicatos. Necesitamos un Convenio colectivo, norma jurídica y fuente de Derecho Laboral que regula los derechos y deberes entre empresario y trabajador/a. No es que no tengamos, pero es muy deficiente, no refleja la situación de Navarra, y deja fuera muchas cuestiones que cuelgan de acuerdos sin ese rango normativo. Es hora de luchar por el Convenio navarro de enseñanza concertada, donde se refleje la jornada que hacemos (ahora se refleja una 2 horas semanales mayor), las tablas salariales que cobramos (ahora unas bastante menores), y las condiciones laborales reales (algunas no figuran).

Las patronales no quieren saber nada de esto, prefieren el río revuelto del deficiente Convenio estatal más el Acuerdo foral y sus complementos salariales nunca garantizados para las plantillas. Tienen muy claro que no quieren estar como las jesuitinas o los maristas de Bizkaia, donde hay un Convenio autonómico con ultraactividad, que refleja exactamente las condiciones laborales y salariales que tienen las plantillas de ese territorio y que los sindicatos que los han negociado consiguen que se cumplan ante los tribunales, donde las patronales han perdido y han tenido que devolver hasta el último céntimo de lo recortado, pues el convenio es ley y no se puede incumplir.

Esta situación excepcional en Europa, donde desde el siglo XIX la educación está en manos de la Administración sin que nadie ponga en duda la libertad por eso (tampoco las distintas iglesias), sigue estando basada en la explotación de las trabajadoras/es. Así lo reflejó la Cámara de Comptos en 2018, cuando en su informe de fiscalización del sector dejó claro que el escaso control y el menor coste recae sobre la plantilla: "en relación con las horas lectivas semanales que debe impartir el personal docente, en los centros públicos son 20 horas y en los concertados 23; además, en el ámbito público las horas de vigilancia del recreo computan como horas lectivas y en el concertado no (...) En cuanto a las retribuciones, las del personal docente en los centros públicos son mayores tanto las básicas como las personales". Esto hace que un/a docente de concertada cueste a Educación a lo largo de su vida laboral unos 250.000 € menos que si lo contratara directamente, pues el personal con antigüedad gana un 18% menos y el recién contratado un 7,25% menos.

Educación nos paga el sueldo con el dinero que figura en la Ley de Presupuestos. Este año los partidos que votaron a favor, aprobaron un aumento del 4,5% en las partidas que afectan los trabajadores/as, para así poder subirnos el 2% de salario como al personal público y otro 2,5% que superara el recorte que nos hacen en la nómina desde 2012 (los recortes desde 2010 equivalen a haber trabajado un año entero gratis, y nuestro poder adquisitivo es un 13% menor). Sin embargo los peones que la patronal tiene en el Departamento han conseguido detraer parte de ese dinero, y así Educación acaba de reconocer que el 3 de junio aceptó la petición que las patronales le hicieron el 25 de mayo para que ese incremento sea del 3,25%, sin que aún sepamos a qué quieren destinar el 1,25% restante. Gobierno y patronales también han pactado expulsar a los sindicatos de la mesa a 3 bandas y no invertir 160.000 euros para que el acuerdo vigente continuara hasta diciembre sin recortes para las plantillas en reducción lectiva por edad y jubilación parcial anticipada. Ante tanto atropello (más evidente tras un estado de alarma en el que Educación se ha ahorrado las sustituciones sobrecargando al personal, y las empresas han seguido cobrando las cuotas a las familias y los módulos del concierto, mientras se ahorraban gastos de calefacción, luz y personal no docente en ERTE), ambos socios han buscado legitimidad con la firma de algún sindicato, añadiendo bonitas palabras en el texto, sin garantía de cumplimiento. Han conseguido que CCOO haya firmado con una sola delegada y el 0,52% de representatividad (los 2 únicos delegados de USO se han desvinculado ya de su sindicato por firmar también). SEPNA, UGT y LAB se han negado a aceptar nuevos recortes, al igual que ELA, que actuó así también en 2017, sumando entre los 4 el 99 %. Ojalá retomemos un camino unitario que no se limite a pedir una prórroga por unos meses, sino que busque la solución definitiva que sería el Convenio navarro, por el que todos hicimos huelga unitaria hace 20 años. Nunca es tarde si la dicha es buena.

ELA Concertada Nafarroa