an coincidido en las últimas semanas dos artículos en los que se cuestionaba, de forma abierta, la implantación de un Grado de Medicina en la UPNA. Ambos defienden que se trató de una decisión puramente política, y comparten argumentación poniendo de manifiesto que son muy pocos los alumnos navarros que cursan esos estudios, con el correspondiente elevado coste que ello supone para las arcas forales; sería más barato, dicen, enviarlos a estudiar a las mejores universidades del mundo. Estos mismos argumentos se esgrimían también, mutatis mutandi, cuando se planteó crear la Universidad Pública de Navarra. Hoy, 30 años después, pocos se atreverán a cuestionar el papel que la UPNA ha tenido en la formación y en el desarrollo económico y social de Navarra. Con Medicina, aventuramos, ocurrirá lo mismo.

Resulta curioso que, desde posiciones no precisamente nacionalistas, se esgriman argumentos nacionalistas (forales) tales como que con los impuestos de los navarros estamos pagando los estudios de alumnos de otras comunidades, sin reparar en algo tan obvio como que estudiantes navarros, y en mucho mayor número, se han beneficiado a lo largo de muchos años de los impuestos pagados por ciudadanos de fuera de Navarra. Navarra ha sido durante muchos años exportadora neta de estudiantes universitarios con Medicina y Psicología a la cabeza.

Por otra parte, solo puede calificarse como muy positiva la capacidad de Navarra para atraer estudiantes con expedientes brillantes de otras comunidades. De hecho, eso es algo que, cada vez con más fuerza, se nos exige a las universidades públicas. Estos estudiantes enriquecen el Grado, lo hacen mucho más competitivo, impulsan su calidad, y quizás se sientan atraídos en un futuro a desarrollar su trayectoria profesional en Navarra. No por casualidad, la mayoría vienen de comunidades limítrofes.

Que la proporción de estudiantes navarros no iba a ser mayoritaria es algo que cualquiera que conozca el sistema universitario español, con distrito abierto, podía prever. Por tanto, nunca desde la UPNA se ha esgrimido como más relevante el argumento de que se implantaban estudios de Medicina para dar cabida a las expectativas de un amplio número de candidatos navarros. Más bien era al contrario; se sabía que existiría demanda sobrada como para que solo con estudiantes navarros pudiera llenarse el Grado de Medicina.

Es más, cuando se aducía también un perverso interés de la Universidad por atacar a la Universidad de Navarra, siempre hemos dicho que nuestro Grado de Medicina no solo no afectaría negativamente a esa institución a efectos de demanda, como se ha demostrado, sino que a medio-largo plazo sería beneficioso en el sentido de fortalecer la marca de salud de Navarra. Lo que sí teníamos claro es que queríamos unos estudios de Medicina de prestigio, y que atrajeran a los mejores estudiantes, de dentro y de fuera. Así está ocurriendo como lo atestigua una nota de corte rozando el 13.

En un artículo de opinión de 17 de febrero de 2019, justo antes de aprobarse el Grado, ya desgranábamos las razones principales por las que creíamos que los estudios de Medicina (que no una facultad, que ya la teníamos) debían incluirse en la oferta de la UPNA. Estas razones se condensan en la necesidad de fortalecer el sistema público de salud (el único en España que no tenía el soporte de un centro público de docencia e investigación), de generar investigación pública en el sector biosanitario (uno de los pilares de la estrategia de desarrollo regional definida en la S3) y, en suma, contribuir al desarrollo regional.

A todas estas razones, plenamente vigentes hoy, se añaden las derivadas de la desgraciada situación que vivimos. La crisis sanitaria derivada de la covid-19 ha dejado patente la necesidad de fortalecer los sistemas sanitarios públicos de salud, así como de incrementar el número de profesionales médicos asistenciales, por no mencionar a los investigadores en ámbitos biosanitarios. Además, esta crisis ha dejado en evidencia la defensa corporativa que algunos colectivos hacían de la necesidad de no incrementar las plazas de Medicina en las facultades; ¿se atreven ahora a decir que sobran médicos? Ligar las plazas de MIR al número de plazas ofertadas por las universidades es un error en un mercado laboral abierto internacionalmente y supone ignorar que la inserción laboral de los graduados en Medicina es la más alta, con diferencia, de todos los ofrecidos en nuestro país.

Por tanto, y admitiendo que cada cual es libre de expresar sus opiniones sobre éste u otros asuntos, no entendemos que se reabra un debate, para nosotros más que superado, y con argumentos absolutamente desenfocados.

Los autores con exrector y rector de la UPNA, respectivamente