alinowski se refiere a la cultura como el conjunto integral de utensilios y bienes de consumo, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres. La cultura, por tanto, es una adquisición, los rasgos son asumidos por medio de aprendizaje y socialización, es el factor fundamental de la sociabilidad humana y sólo puede desarrollarse en sociedad.

En este contexto, cómo tendrá que ser la hostelería de importante en la humanidad para que los grandes hitos de la historia la tengan como eje de su actividad, desde el origen del fuego, hasta Colón con su huevo, pasando por la cena de Cleopatra y Marco Antonio, la manzana de Adán o el banquete de Agatón. Hasta Cristo eligió un cenáculo para despedirse de sus discípulos y aparecerse después de resucitado.

En nuestro país llega a darse el caso de que somos el país con más locales de hostelería por habitantes del mundo€ y de mejores chefs. Hasta el alimento más antiguo del mundo apareció en Altamira en forma de manzana. La hostelería en nuestro país llega a ser tan importante que no hay una sola circunstancia que no abarque, desde los piononos granadinos hasta las gildas donostiarras.

Quizá por eso la situación que vivimos ahora es no solamente dura, sino que se le suma la frustración y el desasosiego del desprecio de unas decisiones simplistas de quienes durante años han usado la hostelería como el vehículo y parte común de sus carreras políticas.

Porque ningún mar en calma hizo experto a un marinero, cuando el desarrollo profesional de nuestros gobernantes pasa por las juventudes de un partido y acaba en el proselitismo y compadreo con los poderosos del ghetto de turno, da como resultado confundir el hábito social con el carácter social de la hostelería como clave para reducir los contagios por covid-19 y arruinar al sector hostelero con un 20% de PIB mientras las escuelas se bloquean en medio del caos por confinamientos y bajas laborales con un coste presupuestario de 678,9 millones de euros. Cuando la realidad es que el 44% de los contagios se dan en el sector educativo y solo el 3% en el sector hostelero. Datos recogidos por el Gobierno de Reino Unido, ya que el nuestro no ha conseguido plagiar ninguna tesis al respecto.

Y en este mar de incongruencias nos encontramos ahora mismo, ante la sordera crónica de quien no sufre escasez ni arriesga su sueldo pero juega con el de los demás. Con los bares y restaurantes cerrando a las diez de la noche mientras sus clientes quedan a cenar en pisos y beber en los rincones de Yamaguchi o la vuelta del Castillo o agolpándose en las estanterías de los supermercados y jugando con los precintos de los parques; porque no hay suficientes efectivos para controlar tanto cachondeo. Y es que para nuestros políticos, la mujer del césar no tiene que serlo, sino parecerlo.

A diferencia del resto de personas, que tenemos que serlo, aunque no lo parezcamos. Y este mes tendremos que explicarles a nuestros caseros y nuestros empleados que no podremos pagar los alquileres ni los sueldos porque el Gobierno, que no nos deja trabajar, nos va a cobrar los impuestos de este trimestre, incluido el 21% de IVA de las mascarillas que nos obliga a comprar para financiarse el Falcon.

Porque parece ser que ser el único país donde la hostelería no está monopolizada por las franquicias no es suficiente, ellos quieren banqueros o empresas energéticas, el resto molesta, somos un incordio del que no pueden sacar gran cosa, ni un triste sobre. Esas miles de historias de barra no aportan, no tienen valor para ellos, qué más da cuánto valor haya en cada equipo del bar ese donde se toman el café y charlan con el camarero los mortales para llorar las desgracias del día a día, o ese bocata de torreznos que te calienta hasta en el andamio en pleno febrero. Les es más importante la Vuelta Ciclista a España que los 18.000 trabajadores de la hostelería que pagan sus impuestos aquí.

Y es que cuando el ser humano deja de lado lo social, deja de ser humano y se convierte en animal, quizá por ello se comportan como hienas quienes han elegido los ingenuos que todavía creen que los programas electorales son compromisos en firme, pero señores políticos, tenemos malas noticias para vosotros, a los hosteleros el guiso de hiena se nos da genial.

El autor es hostelero