e inició el pasado noviembre el espectáculo natural que supone el remonte del salmón atlántico (Salmo salar). Estos nadan desde el Atlántico y a contracorriente por unos 25 ríos del norte peninsular, que son los que tienen salmones -desde el Miño hasta el Bidasoa, este último el río salmonero por excelencia en Navarra-.

En esas cuencas fluviales todavía se pueden observar a los salmones remontando, con sus potentes coletazos, cascadas de considerable altura. Estos peces, que han pasado dos o tres años en el mar, buscan los lugares donde nacieron, es decir, aquellos en los que las aguas son frías, libres, raudas y transparentes.

Las poblaciones de salmón atlántico (Salmo salar) han sufrido a lo largo de todo su rango de distribución a nivel mundial una reducción del 50% en los stocks salvajes durante los últimos veinticinco años. Según los datos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), de los más de 2.600 ríos con presencia conocida de la especie, ésta se ha extinguido como reproductora en más de la mitad de los cauces. La situación en la península Ibérica no es menos dramática, ya que de los 43 ríos salmoneros de los que se tenía constancia a principios del siglo XX, se ha extinguido en 24.

En el caso del País Vasco y de Navarra, los ríos salmoneros históricos llegaron a ser cerca de una decena -Nervión, Oka, Lea, Deba, Urola, Oiartzun, Oria, Urumea y Bidasoa-, y hoy en día se han reducido a cuatro, de los cuales sólo el río Bidasoa está considerado en la actualidad como no vulnerable y el único donde se puede pescar.

El llamado rey del río es un termómetro de la calidad de los ríos. Su presencia, y una población estable, indican que la zona "es de gran calidad, tanto la calidad del agua como el hábitat". Por otra parte, la existencia de este salmónido también indica la franqueabilidad del río, es decir, si existen obstáculos para su migración.

Después de recorrer miles de kilómetros y pasar en el mar dos o tres años, al sur de Groenlandia, en las Islas Feroe, en las inmediaciones de la península del Labrador o frente a las costas de Noruega, regresan a casa. El instinto reproductor del salmón, la supervivencia de la especie, les impulsa a llevar a cabo grandes migraciones hasta las desembocaduras de los ríos donde nacieron.

Como cada otoño, y que se prolonga con el frío de los primeros días de invierno, los salmones remontan el Bidasoa en busca de aguas óptimas en la cabecera del río para poder desovar, haciéndolo en algunos casos en el mismo lugar donde nacieron. Anualmente se producen dos picos de entrada de salmones en el río Bidasoa, en primavera y en otoño y primeros días del invierno, y si el verano es lluvioso también se registran entradas, aunque de manera más discreta. El mayor número de ejemplares se concentra en otoño, y el remonte está muy condicionado con los picos de riada, ya que después de una punta de caudal suelen producirse buenas entradas de salmones.

Es entonces cuando se llevan a cabo los censos en la Nasa de Bera, situada junto a un salto de agua, un enclave adecuado para poder realizar el conteo. Cada día, los guardas de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra izan la jaula y, antes de soltarlos en la parte alta de la presa, realizan un exhaustivo control de todos ellos. Tras adormecerlos en unos tanques de agua, se pesan, se miden, se comprueba el sexo y se anota si están marcados o son salvajes.

Los salmones se abren paso y ganan terreno en Gipuzkoa y Navarra a través de los ríos Bidasoa y Leitzaran. La eliminación de obstáculos para facilitar que remonten las corrientes, y la adecuación de los cauces promoviendo hábitats más naturales y diversos han permitido que algunos ejemplares, los más fuertes, hayan llegado a introducirse hasta 64 kilómetros tierra adentro a través del Bidasoa, superando Elizondo, o 61 por el Leitzaran.

Buena parte de este éxito ecológico es fruto de la labor desarrollada por el proyecto Life-Irekibai, que desde 2016 ha ido corrigiendo la fragmentación de importantes tramos de los ejes fluviales y tributarios principales y ha recuperado varios kilómetros de tramos embalsados. Con un presupuesto de tres millones de euros, el programa se ha desarrollado en espacios incluidos en la Red Natura 2000: ríos Bidasoa, Leitzaran y Baztan, regata Artesiaga, Belate, Artikutza y Señorío de Bertiz.

El proyecto finalizó el miércoles día 2 de diciembre su andadura con la celebración del seminario final que hizo balance de las acciones realizadas. Life-Irekibai es una iniciativa promovida por un consorcio liderado por la Diputación Foral de Gipuzkoa, del que forman parte también la Agencia Vasca del Agua (URA); la Fundación del Gobierno Vasco para el Desarrollo del Medio Rural y Marino (HAZI); el Gobierno de Navarra y su sociedad de gestión ambiental GAN-NIK. Organismos que en este tiempo han trabajado en la mejora de la conectividad fluvial de las cuencas del Leitzaran y del Bidasoa, impulsando labores de conservación y de supresión de obstáculos para el desarrollo de la vida en estos entornos. Más allá de la iniciativa Life-Irekibai, la colaboración entre las instituciones vascas y navarras en este ámbito es constante desde 2009.

Entre otras actuaciones, se han eliminado 11 presas que impedían el libre fluir de la fauna piscícola; se han acondicionado dispositivos para el paso de peces que han permeabilizado hasta hace pocos muros infranqueables y han facilitado la recurrente visita de especies migratorias; o se ha acondicionado madera muerta en el río para el refugio del visón europeo, la mejora del hábitat del salmón atlántico o la reducción de la erosión de las orillas.

Otras especies piscícolas que se han visto beneficiadas por esta situación han sido el sábalo (Alosa alosa), la lamprea (Petromyzon marinus) y la burtaina (Cottus aturi), mientras que entre los mamíferos ligados a los medios acuáticos cuya situación se ha visto mejorada se hallan el desmán ibérico (Galemys pirenaicus) y el visón europeo (Mustela lutreola).

Esperemos, por el bien de la naturaleza y la biodiversidad, que podamos seguir viendo ese fenómeno natural indescriptible que es el remonte de los salmones.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente

El instinto reproductor del salmón,

la supervivencia de la especie, les impulsa a llevar a cabo grandes migraciones hasta las desembocaduras de los ríos donde nacieron

Esperemos, por el bien de la naturaleza y la biodiversidad, que podamos seguir viendo ese fenómeno natural indescriptible que es

el remonte de los salmones