os bosques cumplen importantes funciones en los ecosistemas, como servir de hábitat para las diversas especies o mitigar los efectos del calentamiento global. También nos dan oxígeno, sombra, protegen el suelo contra la erosión y participan en el ciclo del agua al determinar la disminución de la escorrentía que favorece la reposición del agua de los acuíferos.

El planeta Tierra va perdiendo año tras año grandes zonas forestales como consecuencia de la deforestación, los incendios o por el derribo de millones de ejemplares debido a los huracanes. Estos fenómenos, sin duda, irán en aumento en el futuro y harán que se reduzcan las masas arbóreas. Por tanto, es imprescindible planificar una creciente reforestación planetaria empezando por nuestra tierra.

Los bosques son importantes sumideros de carbono y sus aportaciones resultan vitales en los planteamientos de la UE para lograr la neutralidad climática para 2050. Sin embargo, la creciente demanda de productos forestales y servicios promovida por la bioeconomía plantea serios desafíos en la gestión forestal sostenible.

El cambio climático nos amenaza con la sexta extinción planetaria y nos obliga a involucrarnos en proyectos resilientes que, en la medida de lo posible, hagan frente a semejante amenaza.

Según el programa europeo Copérnicus, pese a reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero en 2020 a causa de la pandemia, su concentración en la atmósfera ha seguido aumentando (el CO2 sigue subiendo a un rimo de 2,3 partes por millón/año). En nuestra comunidad también se han incrementado las emisiones de CO2 por tercer año, suponiendo, según el Klina, "un riesgo para el cumplimiento del objetivo de reducción de emisiones previstos".

Pero... ¿Cómo nos podemos enfrentar a los fenómenos que nos amenazan y que, de continuar la línea actual, seguirán creciendo? No será nada fácil y el desarrollo verde tampoco será la panacea. Es inevitable cambiar nuestro modo de vida reduciendo la producción y el consumo, especialmente de combustibles fósiles. El decrecimiento que tanto asusta es una opción que tarde o temprano se impondrá, ya sea voluntariamente o por la acción de violentos agentes externos ajenos a nuestra voluntad. Para hacer frente a la enorme amenaza climática, otra opción buena y barata que está en nuestras manos es el impulsar proyectos masivos de reforestación comunitaria.

Plantación de arbolado para proteger la vida

Cuanto más sanos estén nuestros ecosistemas, mejor podremos hacer frente a futuros desafíos, sobre todo en un país como el nuestro, que sufre de forma directa las consecuencias del calentamiento global. Según los científicos, dadas las características de la Península Ibérica, y para que no aumente la desertificación anunciada, la reforestación es un factor muy importante que ayude a mantener los ecosistemas sanos y resistentes frente a los fenómenos de sequías prolongadas, lluvias torrenciales, vendavales y otros fenómenos atmosféricos que, sin duda, irán en aumento en un futuro que ya ha empezado.

En nuestra comunidad tenemos experiencias colectivas muy interesantes de reforestación como son el Oinez Basoa. Una experiencia participativa que organiza anualmente la Federación de Ikastolas de Navarra para minimizar el impacto ambiental que supone la fiesta del Nafarroa Oinez... según indican "porque consumimos recursos naturales, generamos residuos y emitimos gases de efecto invernadero".

También tenemos el proyecto Muralla Vegetal de Tallafa que impulsa el colectivo Bardesia. Contempla crear en varios años un gran parque forestal perimetral de 165 hectáreas con alrededor de 150.000 árboles. El proyecto recoge una zona boscosa de tránsito entre la trama urbana y rural... El gran bosque de Tafalla para el siglo XXI.

Otro colectivo muy activo es el grupo Basoberri, que en los años de existencia ha llevado adelante plantaciones y siembras de especies autóctonas en la Cuenca de Pamplona y en el monte Ezkaba en particular.

No podemos olvidar a los ayuntamientos y otros colectivos ciudadanos que desinteresadamente realizan plantaciones vecinales, especialmente con los niños.

Todo esto es merecedor de aplauso, pero no puede haber duda de que es insuficiente teniendo en cuenta a los retos que nos enfrentamos. Pedimos a las instituciones, empresas, sindicatos y otros grupos que den un paso adelante en la reforestación y se adelanten al negro futuro que nos amenaza. Es una forma de cumplir con sus responsabilidades y a la vez reducir el impacto ambiental que genera su actividad. Al Gobierno de Navarra pedimos que evite talas improcedentes como las proyectadas en los pinares de Lerín, también que promueva con el voluntariado programas de reforestación, facilitándoles infraestructuras, formación, espacios para montar viveros, etcétera.

Cada 21 de marzo se celebra a nivel mundial el Día del Árbol. Es una buena fecha para llevar adelante reforestaciones colectivas, donde cada cual pueda contribuir con sus plantas o bellotas a reconstruir ecosistemas degradados en este importante desafío climático al que nos enfrentamos.

Miembro del Consejo Navarro de Medio Ambiente