a línea estratégica y de programación del Centro desde junio de 2016, que tiene el apoyo del Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra y del Patronato de la Fundación Centro Huarte, ha sido la de pasar de "ser un espacio enfocado principalmente en las exposiciones a ser un centro de producción, experimentación e investigación artísticas". En la propia página web del Centro Huarte, cuando se habla de la Fundación se dice "es el primer equipamiento cultural de Navarra concebido para difundir y promover el arte contemporáneo, mediante exposiciones, actividades y residencias, prestando especial atención al panorama del arte actual, del arte emergente y a la creación multidisciplinar". Se habla también de "reivindicar la periferia y lo local", que "pretende ser un lugar habitado por la comunidad artística" y "conseguir una interacción con el entorno y un diálogo fluido en la comunidad". Analicemos estas magníficas intenciones a ver qué está pasando en el Centro:

El Centro Huarte tiene solo en plantas primera, segunda y tercera más de 2.100 m2 de salas, con alturas entre los 4,10 y los 8,80 metros. Teniendo en cuenta que el espacio expositivo es enorme y que tan solo se hacen actualmente exposiciones en los espacios Habitación y Vacamurru que son 420m2 en total, la desproporción es evidente. En un espacio de estas dimensiones, se debería equilibrar muchísimo más la parte de exposiciones y dar salida no solo a proyectos que se generen allí, sino a miradas distintas visibilizando la diversidad creativa actual. Está bien que una parte del edificio, la planta primera con 850m2, se dedique al laboratorio, a la investigación, a la experimentación y al apoyo técnico para los/as artistas. Pero si tenemos en cuenta, que para el/la artista local, los únicos espacios dignos y vivos para exponer son seis pequeñas galerías privadas y las salas de la Ciudadela de Pamplona, las cuales pese a sus esfuerzos están saturadas, mantener semejante espacio vacío de exposiciones es un despropósito total. Mientras, el arte local agoniza y los artistas desfallecen invisibilizados y olvidados, no pudiéndose ver su obra.

Una de las críticas más recurrentes y feroces hacia este Centro es su mala ubicación, el hecho de que se haya levantado en la periferia en vez de en el centro de la ciudad. Parece como si todo lo que no esté en el casco histórico de Pamplona no existe, ni nos molestamos en visitarlo. Un mal endémico que lo padecen también la Fundación Oteiza, el Museo Universidad de Navarra, la Biblioteca General de Navarra, y otras tantas equipaciones periféricas. Parece mentira la pereza que se tiene para trasladarse un poco y en cambio, por ejemplo, ir a Arco en Madrid es una cita obligada.

Durante el año 2017 se realizó en el Centro una residencia artística colaborativa de los colectivos de arquitectura Enter This y Orekari Estudio, con el objetivo de Repensar la periferia (expuesto recientemente en la sala Mixtos de la Ciudadela). En dicho proyecto se analizó la situación del Centro y se recogieron diferentes testimonios. Entre ellos destaco dos que resumen el sentir de Huarte. La técnica de Cultura de Huarte, Oihane Urribe, dice: "los habitantes de Huarte no se identifican con este edificio. No es suyo" y el de Jon Etxeberria de la Asociación Nuevo Futuro que dice: "el Centro Huarte es un extraterrestre". No se ha creado una conexión con el lugar donde está implantado, ni se ha generado en la población local la necesidad de mantenerlo. Pero el caso es que si se pregunta a una parte importante de artistas navarros/as cuándo es la última vez que han ido al Centro Huarte a ver lo qué se hace y se muestra... ni se acuerdan. No se ha conseguido conectar con la comunidad artística, que era otro de los objetivos importantes.

Recientemente Nuria Enguita, historiadora del arte y directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), en un artículo publicado en el periódico El País titulado La urgencia de habitar el arte, decía: "Más que nunca, la institución debe constituirse en un lugar. Un lugar habitado y habitable, literalmente lleno de vida, la de las historias que acoge y las que cargan las personas que la forman. El arte ha de ocupar un lugar central en la recuperación de una vida pública y común, trabajando juntamente con las instituciones culturales, sociales, educativas, con las asociaciones ciudadanas, con los medios de comunicación...". En definitiva, me parece magnífico la existencia de un Centro de Arte Contemporáneo en Huarte, en Pamplona o en cualquier lugar de nuestra comarca. Pero hay que potenciarlo, tiene que ponerse al servicio de los/as artistas, no solo en el apoyo a la producción, sino también en la exposición de sus trabajos. Tiene que estar vivo permanentemente, con una mirada sincera al público para atraerlo, para formarlo, para inocularle la belleza del arte contemporáneo, para invitarle a reflexionar y debatir con los/as artistas. En dos palabras, este Centro necesita de gente para que se perciba como necesario.