n una democracia, para actuar con justicia, son necesarios el compromiso y la valentía de quienes nos gobiernan, en representación y defensa de los intereses de la ciudadanía. No mojarse en la toma de decisiones para no exponerse y dejar que sean otros los que lo hagan, sacando pecho además, porque se argumenta que así el proceso es más abierto, participativo y democrático, es una burda manipulación para ocultar que, cuando hay que tomar decisiones de peso con cierta complejidad o que pueden generar controversia, en realidad se está escurriendo el bulto.

Es más que evidente que eso es exactamente lo que ha estado haciendo Educación con el tema de la jornada escolar en los colegios desde el principio: ¡Qué sea la comunidad educativa la que decida! Un pasar palabra en toda regla, aún a sabiendas de la confrontación y el malestar que se genera en los centros educativos, las familias, el profesorado, etc. Si a todo esto le añadimos una situación excepcional, como la provocada por una pandemia, esta conducta se agrava aún más. Ya se lo advirtieron de forma unánime al Sr. Gimeno, nada más empezar el curso, las federaciones de padres y madres de Navarra: “Todos los centros de nuestra Comunidad deben poder acogerse a un proceso de cambio de jornada con la reflexión y las garantías de que dicho cambio está soportado por un proyecto educativo de centro que requiere de un trabajo que, en las circunstancias y los tiempos actuales, no va a poder darse”. Pero el Sr. Gimeno, en ese sí pero no tan característico de los que salen al paso para salir a la gallega sin mojarse, siguió insistiendo en que correspondía a la comunidad educativa la decisión de la jornada a seguir para aplicar a mitad de curso (enero).

Así que, como ya predijeron las federaciones de padres y madres, efectivamente, la comunidad educativa se vio obligada a participar en un proceso exprés, a contrarreloj, para llegar a una votación tan trascendente como el cambio de una jornada de un centro escolar, con el paso cambiado por las restricciones, multitud de alumnos, padres y profesorado confinados, y la variante Ómicron acechando.

Hasta aquí nada nuevo: abrir la caja de Pandora, generar malestar, posturas encontradas entre las familias, el personal docente etcétera, la fatiga y presión añadidas a la Covid en los centros, todo para iniciar un proceso a la carrera y llegar a la fecha límite: 13 de diciembre. En medio de ese panorama de prisas, incertidumbre y sobreesfuerzo de toda la comunidad escolar, cuando las familias iban de cabeza a las urnas para elegir lo que aplicaría en enero, Educación, de pronto, amparándose, ahora sí, en la situación pandémica, cambió de criterio y decidió que no, que el resultado ya no aplicaría en enero sino ya en el curso 2022/2023, justo como hacía meses le habían pedido las asociaciones de padres y madres. ¡Bien, otro punto para el Sr. Gimeno y su alta consideración hacia las familias, profesores y personal no docente!

Muchos centros siguieron adelante con el proceso y llegaron in extremis al plazo fijado en diciembre, presentaron su proyecto educativo y las actas necesarias para acreditar el proceso: votación del Claustro, votación del Consejo Escolar, y votación de las familias. ¡Bien al fin la comunidad ha expresado su voluntad mediante el voto y toca pasar página con el asunto de la jornada!

Eso debieron pensar entre otros en el Colegio Público de Pamplona San Juan de La Cadena, donde se obtuvo un resultado mayoritario para el cambio a jornada continua (247 votos a favor, 82 en contra, 60,8% respecto al censo electoral), centro que para perplejidad de muchos ha sido penalizado por Educación desestimando, meses después, el cambio de jornada, poniendo por encima del resultado democrático expresado en las urnas un defecto de procedimiento: la falta de una reunión informativa a las familias por parte del equipo directivo. ¿En serio Sr. Gimeno? ¿Un procedimiento farragoso y anacrónico, que precisamente ahora van a revisar, dinamitando la justicia y la ética democrática? ¿La burocracia dejando literalmente con el culo al aire y apuntando directamente a la responsabilidad del director del centro escolar, poniéndolo en el centro de la diana, usándolo como escudo para escurrir una vez más el bulto y eludir sus responsabilidades?

Más allá del debate jornada partida o jornada continua y de por qué, en lugar de pasar la patata caliente, no se han mojado desde hace tiempo con este tema tomando una decisión desde Educación, al igual que la tomaron de forma unilateral con la excusa de la pandemia, el Sr. Gimeno tendrá que responder a unas cuestiones relevantes:

¿Por qué el Departamento de Educación e inspección se desentienden de su responsabilidad de tutelar y controlar el procedimiento de principio a fin? Es su responsabilidad hacerlo, no de las familias o el profesorado.

¿Por qué, una reunión, de la que nunca hasta ahora habían pedido acta a los centros por cierto, cobra de pronto un protagonismo que no tenía (en medio además de restricciones y directrices marcadas por la pandemia para priorizar la salud), y nadie de su departamento lo advirtió, ni se preocupó de su viabilidad o no, o de su relevancia para continuar con el proceso?

¿Por qué permitieron entonces votar a las familias, si eran las que supuestamente podrían haberse visto afectadas por la falta de reunión informativa, familias que no reclamaron ni manifestaron entonces sentirse agraviadas o perjudicadas por ello?

¿Por qué tampoco, una vez presentadas las actas necesarias, en plazo, con el resultado para el cambio de jornada, nadie dijo nada, y esperaron al 2 de marzo, más de dos meses después, para comunicar al centro este defecto procedimental sin darle opciones para resolver este cuestionable fallo inicial, como sí han permitido a otros centros?

Y lo más grave de todo, ¿por qué de pronto deciden esconderse y agarrarse sin más a un fallo procedimental, que les atañe directamente controlar como responsables del proceso, para tumbar ni más ni menos que el resultado legítimo e incuestionable de la votación para el cambio de jornada? Esto sí, Sr. Gimeno, es un atropello directo y un agravio para las familias y toda la comunidad educativa de este colegio público que expresó claramente su elección.

Tendrá que explicar todo esto y, desde cuando y por qué, han decidido que prevalezca una reunión, que nunca supuso obstáculo para las familias en la falta de información antes de ir a votar (en la era digital hay otras vías de comunicación más recomendables, y sobre todo responsables en escenarios de pandemia) y, paradójicamente, se desentienden de la injusticia, el abuso y agravio, que sí están cometiendo ustedes con las familias no respetando la voluntad expresada en las urnas.

Los hechos no solo son graves, sino que el argumento de la reunión a posteriori se cae por sí solo y está claro que se está usando como pretexto de algo que no nos quieren contar, y está en su mano resolver.

Sr. Gimeno, la resolución 411/2021 dice: “Mediante esta resolución, el Departamento de Educación pretende dar la posibilidad de, a los nuevos centros que así lo soliciten, modificar la jornada escolar con el fin de atender, prioritariamente, a los intereses, necesidades y características del alumnado y de sus familias”.

Pues bien, Sr. Gimeno, acogiéndonos a la resolución, está a tiempo de que así sea: priorizar los intereses del alumnado y las familias. Ambos extenuados, castigados y condenados a no poder pasar página definitivamente con este asunto de la jornada. Si de verdad le importan las familias y que un centro educativo público sea mucho más que una jornada escolar: ¡Reconozca lo que es de justicia, demuestre su compromiso, y el ejercicio de su gobierno con ética y responsabilidad!

¡Respete a las familias, respete la votación!

Los autores son: Miren Vicente García-Bajo, Julio Vidaurre, Teresa Otazu, Goretti Gutiérrez, Miguel Langarita, Carolina Aranguren Paternain, José Antonio Gómez Souto, Maite Arbeloa, Aranzazu Perez-Juana del Casal, Merce Artigas López, Itziar Martínez Oroz, Javier Echavarri Lizarraga, Esperanza Fernández Irurzun, Daniel Lana Gazpio, Isabel García del Real Marco, Mercedes Sáenz Solans, María Calvo García, Raquel Ramos, Juan Luis Guembe, Mikel Navarro García, Vanessa de Carlos Alegre, Teresa Abascal Coarasa, Javier Pérez Heras, Amaya Hansen Ganzález, Beatriz Albeniz Zabalza

El Sr. Gimeno, en ese ‘sí pero no’ tan característico de los que salen al paso para salir a la gallega sin mojarse, siguió insistiendo en que correspondía a la comunidad educativa la decisión de la jornada