l pasado 20 de marzo contemplé cómo parte de los agricultores y ganaderos de este estado se manifestaban en Madrid para reivindicar su derecho a poder mantener y mantenerse en el sector primario en condiciones dignas, o al menos comparables a cualquier otro pequeño o mediano empresario.

En mi condición de desertor del arado, de la azada (que no del tractor) y demás aparejos, no puedo menos que solidarizarme con ellos, entre otras razones porque no quiero que mis amigos del pueblo me tiren al aska cuando vaya el domingo.

Es perfectamente entendible que en dicha manifestación concurriesen agricultores y ganaderos de todo el espectro político, puesto que todos deben estar unidos ante la crisis del sector, de la misma forma que no se puede prohibir que ciudadanos responsables de partidos políticos se unan a la misma. Están en su derecho.

Pero yo creo que hay matices importantes a considerar, y lo primero que hay que tener en cuenta es el contexto económico en el que nos movemos en esta parte del planeta.

Desde finales del siglo pasado se está imponiendo la teoría neoliberal, promovida por los organismos económicos que manejan el mundo y apoyada entusiásticamente por la derecha política. Sí. Esta derecha que acogisteis cálidamente en vuestra manifa y que ha impulsado, entre otras cosas, la globalización económica. Esta teoría defiende, entre otras perlas, que el mercado se debe auto regular y que los estados no deben intervenir en la economía ni en la esfera privada de los ciudadanos, defiende privatizar los servicios y minimizar impuestos, ya que entienden que al Estado no le corresponde prestar determinados servicios y que son los individuos los que en lugar de abonar impuestos y recibir servicios se financian de forma privada los servicios que necesitan en educación, sanidad... Es decir, defiende retirar la potencia financiera al estado y entregarla a los individuos.

¿Y cómo se traduce esto en el mercado? En mi pueblo se solía decir que el que más chifle capador, o maricón el último. Es decir, hacer prevalecer al individuo sobre la colectividad. Estos individuos, en uso y abuso de la libertad de mercado, deben tener las manos libres para progresar económicamente, sin cortapisas de ningún tipo, y esto nos lleva a dos conclusiones:

? Que para progresar económicamente en este contexto hay que ser más inteligente, trabajador, audaz y emprendedor, pero también que en muchos casos hay que tener en cuenta de dónde vienes, qué preparación académica ha sido capaz de aportarte tu familia y, sobre todo, si eres lo suficientemente hijo de Putin como para progresar aplastando a los menos cualificados.

? Que la globalización promovida por esta teoría nos lleva, no a competir con tu vecino que tiene el tractor más caro, sino con productores o intermediarios de cualquier parte del mundo, que con estas teorías, siempre son capaces de ofrecer productos más baratos, puesto que buenos emprendedores y grandísimos hijos de Putin hay en todos los sitios.

Y esta es la burra que nos han vendido estos sectores y con la que tenemos que avanzar, y en esta lucha debemos estar todos. No estáis solos. Nos pasa lo mismo al pequeño comercio e industria, autónomos, etcétera.

Pero hay una característica común en las reivindicaciones de estos colectivos (y pertenezco a uno de ellos). Que como buenos empresarios, tenemos una querencia hacia la derecha, somos capaces de aguantar las mil y una putadas que el sistema descrito nos está haciendo y salimos a la calle siempre cuando hay un gobierno de centroizquierda para exigirle que intervenga para sacarnos del pozo en el que nos han metido las políticas neoliberales, repito, apoyadas por la derecha extrema y los liberales.

Por esa razón me cabreé cuando vi cómo acogíais cariñosamente a miembros del Partido Popular, precisamente a parlamentarios europeos que en todos los años que han estado en el Parlamento han defendido ardorosamente las políticas neoliberales y la no intervención de los estados en la economía y se os apalancan para exigir lo contrario de lo que defienden. Que el Estado solucione vuestros problemas. Y les dais un beso de bienvenida.

Lo mismo el máximo representante del partido liberal de España, que también se os apalancó.

No digo nada de la extrema derecha, pues aún no saben lo que son, pero sí tengo que citar la arenga del Abascal cuando pidió que sigáis saliendo a la calle hasta derribar este gobierno, es decir que, con cargo a vuestra economía y dignidad, derribéis los muros que les impiden poner la alfombra roja que les lleve a las instituciones.

Y los cazadores, qué monos, solo les faltaba llevar sus equipamientos, cuyo costo puede ser sensiblemente superior a vuestro beneficio anual. Esos que pagan millonadas por los cotos. Alquilan los realeros para que les lleven las piezas debajo de las posturas. Defiendo la caza, pero no las monterías de pijos. Estoy seguro que de los cazadores de mi excuadrilla y similares no acudió nadie. Pues también los acogisteis cariñosamente. Si tienen c.... que vayan solos.

Repito que éste es el partido que tenemos que jugar, con el campo, balón y condiciones que nos ponen, y poco podemos hacer para remediarlo.

Pero hay algo que sí que podéis hacer, y la verdad es que, para sorpresa de muchos urbanitas, no hemos visto a ningún sindicato agrario en la polémica de las macrogranjas, ni en las manifestaciones en contra de ellas, (una muy reciente en Pamplona). Solo os vimos salir a la calle, espoleados por las grandes industrias ganaderas, a protestar por las manifestaciones de un ministro del gobierno, que ni os molestasteis en verificar, a partir de las cuales se montó un bulo lo suficientemente importante como para sacaros con vuestro tractores a la calle, cuando en realidad, supongo que coincidís con él en la necesidad de potenciar la ganadería extensiva y limitar la creación de macrogranjas, que ¡¡siempre!!, repito ¡¡siempre!!, por simple economía de escala, van a reducir los costos, ofrecer producto más barato, machacar al pequeño y mediano ganadero y encima rentabilizar su explotación. La verdad es que el papel lo aguanta todo, pero las soluciones hay que trabajarlas.

Os deseo suerte. No sé si me he librado del aska.