Este viernes, 12 de agosto, celebramos el Día Internacional de la Juventud. Este día tan especial se creó para reivindicar la participación de los jóvenes en todos los ámbitos de la sociedad, así como poner el foco en los desafíos a los que se enfrentan, que no son pocos, como el desempleo, la educación o la emancipación. Los jóvenes son el motor del cambio, así lo han demostrado con causas como la defensa del cambio climático, fueron los primeros en alzar la voz y poner encima el foco a este problema.

Este año 2022 es el Año Europeo de la Juventud. El objetivo es recuperar perspectivas positivas para los jóvenes europeos que se han visto afectados negativamente por el impacto de la covid-19.

Desde el inicio de la pandemia, el desempleo juvenil en Europa aumentó en 400.000 personas, llegando a representa un 17 % de la población joven. Además, los datos de la Comisión Europea muestran que los jóvenes entre los 15 y 29 años fueron los más vulnerables a sus efectos. Es por tanto que la covid-19 ha desencadenado una serie de retos para los jóvenes, que han perdido sus trabajos, no se les ha dado la oportunidad de desarrollarse profesionalmente o no han podido seguir formándose, a través, por ejemplo, del Programa Erasmus.

Es decir, problemas estructurales ya presentes en nuestra sociedad, fueron acentuados por la inseguridad generada por la pandemia, por ejemplo la temporalidad de los contratos de trabajo, la falta de acceso a la educación, el riesgo de pobreza o la exclusión social. Para ello, el programa ALMA es una buena forma de comenzar en un mercado laboral cada día más competitivo.

En política importan los gestos y las palabras, pero la gente quiere hechos. Por ejemplo, en febrero de este año se aprobó en el Parlamento Europeo una resolución que condena las prácticas y periodos de formación sin remunerar, como una forma de explotación a los jóvenes, y una violación a sus derechos.

La pandemia también ha supuesto un desafío para la salud de mental de los jóvenes, que han sufrido altos niveles de estrés, ansiedad y depresión. Tan importante es la salud física, como la mental, y por eso se ha propuesto en el Parlamento Europeo que el 2023 sea el Año Europeo de la Buena Salud Mental.

Tenemos que trabajar para reducir el estigma en torno a las enfermedades de salud mental y garantizar el acceso a servicios de salud de calidad, como por ejemplo el derecho público a psicólogos en Atención Primaria, que debería ser un derecho para todos los niños, niñas y adolescentes, como ya ha hecho el Gobierno de Navarra bajo en Programa PSI-CAP.

Otro de los retos a los que se enfrenta la juventud es cómo los jóvenes se relacionan con el mundo digital actual, donde cada vez se pasa más tiempo y por tanto es importante que estén bien informados, sean conscientes de sus riesgos y sobre todo que utilicen todas las bondades que nos aportan las redes sociales desde una visión garantista.

La prioridad es clara y se está trabajando desde las instituciones europeas para reforzar la protección de los consumidores en línea, a través de restricciones en la publicidad dirigida a menores, mejorando los sistemas de compra por internet o la protección de datos, es decir, establecer normas entre los países para proteger a aquellos que utilizan la red, y en especial, a los jóvenes.

Los jóvenes son una pieza clave en la configuración de las políticas europeas, tanto es así que un 66% de los jóvenes españoles se sienten europeístas. Hagamos que se sigan sintiendo parte del proyecto de paz e igualdad que es Europa.

La autora es eurodiputada socialista