Esta pregunta, ¿a dónde vas?, se le atribuye a San Pedro huyendo de Roma perseguido por Nerón. Al final volvió y fue crucificado. Nosotros no le deseamos eso. Usted hace tiempo que desea dejar de ser arzobispo de Pamplona por jubilación. Gran parte de sus feligreses marginados también lo esperan. Su respuesta negativa a la invitación del Gobierno de Navarra para formar parte de la Comisión de Reconocimiento a las Víctimas de Pederastia en la Iglesia de Navarra nos ha impresionado.

La CEE, Conferencia Episcopal Española, parecía querer dejarle a los pies de los caballos. Ya que regía en la Comunidad Autónoma que más ha trabajado en la lucha contra la pederastia en la Iglesia Católica, tal vez pensaron que debía dar la cara. Ni por esas, sus episcopados compañeros ya habían dicho que no colaborarían con la Comisión que encargó el Congreso al Defensor del Pueblo. El retraso en su respuesta nos daba esperanzas. Esperanza en que, ya que nos había escuchado aunque de mala gana, a varios abusados en Instituciones Religiosas, se le hubiera ablandado el corazón. Esperanza de que, como le reclama la feligresía responsable de su archidiócesis, respondiera a su obligación de ejercer la justicia y la caridad. Que quisiera acercarse a aquellos niños agredidos sexualmente que hoy tienen más de setenta años.

Nosotros no tenemos animosidad contra usted ni contra la Iglesia que representa, a pesar de que es una continua acusación que nos imputan. Son sus fieles los que necesitan, como nosotros, la verdad con mayúsculas. Ellos saben que ante el pecado existe la confesión. Es el sacramento de la penitencia, del perdón y de la curación. Tal como recuerdo de mi infancia eran necesarios cinco pasos para una buena confesión. El primero es el examen de conciencia, la revisión de la conducta. Es imprescindible para el dolor de los pecados que es el siguiente paso. El tercer paso continua con la confesión de los pecados, puede hacerlo su Excelentísima y Reverendísima a la sociedad navarra que se lo reclama y, sobre todo a sus fieles. No queremos hacerle cumplir la penitencia, nos bastaría con la reparación. La necesitamos ya que nuestros abusadores están exonerados de culpa por la prescripción de los delitos que sufrimos. El quinto paso para una buena confesión es el propósito de la enmienda. Se le supone. Como usted bien sabe como militar, es lo que ponía en la cartilla: “Valor, se le supone”. Hagan algo para que les demos ese voto de confianza. Como sé que este esfuerzo catequístico no llegará a buen fin, voy a intentar rebatir con argumentos su postura y la de la CEE.

Dice Don Francisco Pérez que la Iglesia se siente señalada, pues claro que lo es. Como encubridora de los pederastas que abusaron sexualmente de muchos niños que les confiaron nuestros padres. Para disolver su culpabilidad cree que habría que impulsar una normativa para investigar todos los abusos sexuales cometidos en la Comunidad Foral. Ya existe, se llama Código Penal.

Afirma que no investigar los casos prescritos de abusos en ámbitos no eclesiásticos significan una revictimización y discriminación. Hasta ahora no habían mostrado gran preocupación por esos casos. ¿Van a recibirlos en las comisiones episcopales?

Eso no les exime de investigar sus, repito, sus casos.

La Iglesia se autoproclama como una referencia moral ante la sociedad. Por eso no puede sacudirse su responsabilidad en los delitos de pederastia cometidos en su seno. Al contrario, debiera como han hecho sus hermanos franceses, encabezar la investigación.

Dice que su actitud es de “no participar y colaborar”. ¿Nos podría explicar cómo?

Si su colaboración pasa por el bufete de abogados Cremades Calvo Sotelo mal vamos. La parte más oscura de la Iglesia, el Opus Dei, no puede dar luz. Tal vez les suceda que temen enfrentarse a lo que les dice el evangelio de Mateo: “Al que escandalizase a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar”. (Mt, 18,6 s s).

En fin monseñor, pierde usted y la jerarquía católica una oportunidad de ser valientes, de constituir ese ejemplo para la sociedad. Para esta sociedad de la que cada vez están más distantes.

En nombre de AVIPIREN. Asociación de Víctimas de Pederastia en Instituciones Religiosas de Navarra