Si hay dos temas en los que existe alta sensibilidad en el conjunto de la sociedad son el racismo y el machismo. Ahora bien, ¿se enfocan de forma adecuada? De la misma forma que el greenwashing (“lavado verde”) es una práctica según la cual una empresa expone su responsabilidad ecológica de forma tramposa, ¿no estamos haciendo algo parecido con estos dos asuntos? Vamos a profundizar en cada caso.

La FIFA ha demostrado ser muy “sensible” al tema del racismo. Si un aficionado chilla a un futbolista y le dice negro o mono el castigo es claro: se le echa de socio y se busca una pena ejemplar para él. Eso sí, según una investigación de The Guardian han fallecido un total de 6.500 inmigrantes en la construcción de las infraestructuras y los estadios que van a albergar el próximo mundial de fútbol en un país ejemplar en derechos humanos: Qatar. Eso es un detalle sin importancia.

¿Cómo puede ser? En este caso, las campañas de respeto o de no al racismo caen por su propio peso. Es una falsedad enorme. Además, más del 90% de las personas que insultan así a los futbolistas rivales buscan descentrarlos; no son racistas (lo cual, desde luego, no les justifica). En este sentido, merece la pena remarcar dos ejemplos. El primero, el brasileño Dani Alves. Cuando jugaba en el Fútbol Club Barcelona, un aficionado del Villarreal le tiró un plátano para provocarle. El jugador cogió el plátano… y se lo comió. Es una gran demostración de cómo a los cafres se les puede batir con humor. El segundo, el mexicano Hugo Sánchez. Cuando jugaba en el Real Madrid, recibía insultos del público rival por doquier. En especial en Pamplona. Pues bien, muchas de las veces que le han preguntado por esos partidos y la tensión que se vivía no se ha cortado: “para mí, la mejor afición con diferencia es la de Osasuna”. ¿Por qué lo decía? Muy sencillo; consideraba los insultos o los comentarios que se hacían entre futbolistas como parte del juego. En este sentido, el ambiente que se vivía en el Sadar lo disfrutaba.

Dentro de las estúpidas polémicas que se inventan los periodistas para calentar los partidos ha surgido el tema de los bailes del delantero del Real Madrid, Vinicius. En este sentido, se deben remarcar las declaraciones del capitán del Mallorca, Antonio Raíllo: “cuando a Vinicius se le tilda de provocador usa el comodín del racismo”. Es cierto; muchas veces se usan excusas para justificar comportamientos que no están relacionados con dicha excusa. En este caso, racismo y respeto. Claro que Raíllo también podría revisar lo que ocurrió dentro de su equipo: su entrenador, Javier Aguirre, animaba a sus jugadores con frases como “pégale” o todavía peor, “rómpelo”.

Lo malo es que toda esta retahíla nos desvía del racismo verdadero, que consiste en marginar a personas (o tener prejuicios que afecten a nuestro comportamiento con ellas) por asociar su físico a pobreza o amenaza potencial. En este sentido, lo de la raza es una tontería y una excusa.

Respecto del machismo; comenzamos comentando el presupuesto que tiene el Ministerio de Igualdad (¿incluye la igualdad de razas?), un total de 525 millones de euros. ¿Es adecuado? Todos los debates públicos priorizan dos temas: estructura de los impuestos o normas de comportamiento. ¿Y el gasto público? ¿Para cuándo un debate relacionado con su eficiencia?

La igualdad es educación: es preocupante que muchos adolescentes vean normal, por ejemplo, actitudes de dominación como consultar a su antojo el móvil de su pareja. Ahora bien, vamos a profundizar en el tema del machismo aprovechando el reciente problema que ha surgido en la selección femenina de fútbol. Quince jugadoras no desean acudir a las convocatorias para los partidos al no estar de acuerdo con su preparación física y técnica. Un periódico deportivo de tirada nacional publicaba en su portada “no al chantaje”. ¿Habría ocurrido si el problema se hubiese dado en un club masculino de élite? No lo parece; es más fácil apoyar a los jugadores debido a su fuerza mediática. Pero todavía hay más, un asunto que todavía es peor: al parecer, las jugadoras que son convocadas y no acuden a la selección se considera que cometen una falta muy grave y en consecuencia les sancionan. ¿Cómo puede ser? Es vergonzoso. El futbolista del Fútbol Club Barcelona Gerard Piqué renunció a la selección española (por supuesto, está en su derecho) y no recibió sanción alguna. Lógico y normal; en baloncesto masculino también dejan de acudir muchos jugadores y no pasa nada.

El machismo está en muchos detalles; trata de mujeres, viudas que cobran pensiones ridículas, sobrevaloración del aspecto físico o dificultad para ascender dentro de las altas esferas en grandes empresas. Incluso se corta antes una conversación a una mujer que a un hombre. Sin embargo, no son asuntos que centren el debate público.

Conclusión: un problema mal definido nunca tendrá una buena solución.

El autor es profesor de Economía de la Conducta en la UNED de Tudela