El pasado 12 de diciembre, la Alianza Energía y Territorio (Aliente), de la que forma parte Nafarroako Energia Eraldatzen-Transformando la Energía Navarra (NEETEN), publicó el estudio Renovables sostenibles: fotovoltaica, desarrollado por el Observatorio de Sostenibilidad, en el que se constata que en el Estado español existen superficies antropizadas suficientes para instalar 181 GW, que producirían más de 272.037 GWh/año en energía fotovoltaica, unas cifras que son superiores al consumo anual que se produjo en España en el año 2021, de 259.905 GWh. De esta forma, concluyen que es posible desarrollar un importante avance en la producción de energía fotovoltaica con un mínimo impacto ambiental, asegurando una transición verdaderamente sostenible y eficiente, y respetando los procedimientos de evaluación de impacto ambiental que tiene esta industria, cuestión que el Consejo de la UE ha eliminado en un proceso exprés a través de un reglamento para acelerar el despliegue de las renovables, lo cual supone una gran regresión medioambiental, y que el Parlamento Europeo lo avala. Sin duda, una buena noticia para los lobbies energéticos.

El informe revela que existen más de 300 mil hectáreas en tipos de superficie como tejados y cubiertas, zonas industriales, vertederos, escombreras, minas abandonadas, zonas aledañas a infraestructuras de autovías, autopistas y vías férreas, canales al aire libre e invernaderos ya consolidados, en los que sería posible instalar fotovoltaica. En los datos se excluye toda la superficie declarada Zona Importante para los mamíferos ZIM, áreas importantes para la conservación de las aves IBA, reservas de la biosfera MAB, y todas las áreas de la red Natura, ZEPAS y LICS, para preservar ecosistemas productivos o de gran valor para la biodiversidad.

Según detalla Renovables sostenibles: fotovoltaica, cuyos resultados están cartografiados en soporte digital y permite obtener la información desglosada a escala provincial, comarcal o municipal, “en tejados y cubiertas de edificios y naves habría un 57% de superficie disponible para instalar fotovoltaicas, en invernaderos un 17%, en infraestructuras mineras un 16%, en la red viaria un 5%, un 3% en canales, el 1% en vertederos y escombreras y en ferrocarril, y el resto hasta completar la producción de la energía necesaria estaría ubicado en zonas industriales”.

En el informe se señala que los datos recogidos en este informe refrendan la premisa que defienden Renovables sí, pero no así, con la que exigen otro modelo de implantación de energías renovables que evite graves impactos ambientales y también sociales, para no condenar al sacrificio a una gran parte de los territorios a nivel estatal. Además, de esta forma se acercará los puntos de producción y consumo de la energía, evitando grandes pérdidas de energía en el transporte e incrementando su eficiencia.

Desde hace ya un par de décadas se viene hablando de la necesaria transición energética a un modelo 100% renovable como fórmula de descarbonización. La covid 19 dio un nuevo impulso a la ambición renovable de los países más avanzados, incluyendo el Green New Deal americano y el programa NextGenerationEU en la UE, bajo el paraguas de la lucha contra el cambio climático. En el caso de Navarra, en los tres últimos años ha habido una avalancha importante de proyectos eólicos y fotovoltaicos, y actualmente hay 52 proyectos en estudio por parte del Gobierno de Navarra a la espera de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA).

Pero cuando se habla de la transición renovable, el modelo se caracteriza fundamentalmente por la instalación de grandes plantas de generación de electricidad a partir de energía renovable, con la pretensión de masificar su uso. También se defiende el autoconsumo eléctrico, pero se insiste en que es absolutamente necesario instalar miles y miles de aerogeneradores y millones de plantas fotovoltaicas en grandes parques industrializados.

Sin embargo, la energía renovable, por sus propias características, es una energía dispersa y distribuida, y concentrando grandes cantidades de energía renovable se quiere fosilizar la energía renovable en una energía concentrada, en grandes macro instalaciones.

Existen razones para considerar que el modelo de instalación de grandes plantas de electricidad a partir de energías renovables es totalmente inadecuado, y de hecho inviable, tal como señala Antonio Turiel en su libro Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) vamos a solucionarla. Una de ellas es la falta de materiales, no solo para la fabricación de aerogeneradores y placas fotovoltaicas, sino también de baterías, motores eléctricos, etcétera.

Por otra parte, la inviabilidad de dicho modelo también viene determinado porque la electricidad representa, en el caso del Estado español, solo el 23,6% de la energía final lista para ser consumida (datos de 2019), que es la cifra más o menos en Navarra. Por tanto, hay más de un 70% de consumo de energía de forma no eléctrica que va a ser muy difícil de electrificar, y algunos expertos como Antonio Turiel afirman que como mucho en el plazo de varias décadas y con apoyo estatal se podría llegar a un 40% ó 50% de electrificación.

También todos los actuales planes de despliegue de energías renovables tienen una rentabilidad económica más que dudosa. En la mayoría de los países industrializados el consumo de electricidad lleva años prácticamente estancado. Por eso, la actual oleada de proyectos renovables que estamos viviendo en Europa, en el Estado español y en Navarra, se tienen que financiar a partir de los fondos del Next-GenerationEU. Unos fondos que son un 50% subvención y el otro 50% crédito que habría que devolver. De esta manera estamos financiando el despliegue de estas macro instalaciones para producir una electricidad que no se va a poder aprovechar, y, además, cuando se puede satisfacer una buena parte de las necesidades reales de la ciudadanía consumiendo muchísima menos energía.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente