Hace días me despertaba con la triste noticia de que al menos 81 personas murieron y decenas estaban desaparecidas en el mayor naufragio de migrantes frente a las costas griegas de este año.

Las víctimas, casi todas ellas hombres procedentes de Afganistán y Pakistán, se ahogaron cuando la embarcación en la que viajaban volcó frente al sur del Peloponeso. La embarcación, en la que se cree que viajaban varios cientos de personas, zarpó del este de Libia rumbo a Italia. Se desconocía si se trataba de un barco pesquero o de carga. Refugiados de Pakistán y Afganistán que nunca cumplieron con su sueño de llegar a Europa. Un drama que se repite a menudo en las costas de la UE.

Como cada año, el 20 de junio, el mundo conmemora el Día Mundial del Refugiado, una fecha designada para poner en valor la resiliencia y la fuerza de millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos, persecución y violencia en sus países de origen. Esta jornada es una oportunidad para que reflexionemos sobre la difícil realidad que enfrentan los refugiados y para renovar nuestro compromiso de proteger sus derechos y brindarles el apoyo necesario.

Sin importar cuándo hayan sido forzadas a huir, las personas desplazadas tienen derecho a recibir protección. Con independencia del tipo de amenaza (guerras, violencia, persecuciones), toda persona merece recibir protección y tiene derecho a estar en un entorno seguro.

En la actualidad, el número de personas desplazadas forzosamente ha alcanzado niveles alarmantes. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 82 millones de personas se encuentran desplazadas en todo el mundo, de las cuales aproximadamente 26 millones son refugiados. Estas cifras son abrumadoras y nos recuerdan la urgencia de abordar esta crisis global.

Es crucial comprender que los refugiados no son simples números o estadísticas. Son seres humanos que han sufrido enormemente y que buscan protección y seguridad para ellos y sus familias. Detrás de cada historia de una persona refugiada hay sueños truncados, vidas desgarradas y una lucha constante por la supervivencia. Es nuestra responsabilidad moral como gobiernos y sociedad civil brindarles el apoyo necesario y garantizar que se les respeten sus derechos fundamentales.

En este Día Mundial del Refugiado, debemos recordar que los refugiados no son una carga (como quiere hacer ver la ultraderecha en toda Europa), sino una oportunidad. Su resiliencia y determinación en medio de circunstancias adversas han demostrado repetidamente su capacidad para contribuir de manera significativa a las comunidades de acogida. Muchos refugiados han logrado reconstruir sus vidas, establecer negocios, trabajar en sectores clave y enriquecer la diversidad cultural y social de sus nuevas regiones.

Sin embargo, para que esto sea posible, es necesario que los países y las comunidades adopten políticas inclusivas que promuevan la integración y el acceso a oportunidades para los refugiados. Esto implica favorecer el acceso a la educación, atención médica, empleo y vivienda digna. También es crucial fomentar una cultura de tolerancia y respeto, eliminando estereotipos y prejuicios que dificultan su plena integración. No debemos caer en la trampa de la ultraderecha. Nuestros/as abuelos y abuelas también tuvieron que migrar, miles de navarros y navarras buscaron en el pasado una vida mejor y más seguridad en otros lugares de Europa, América Latina o Norteamérica. No es un fenómeno nuevo. La Guerra Civil y el franquismo fueron un detonante para que huyeran miles de personas de la represión, en Navarra y en el Estado. Hoy otras personas huyen de las bombas, de la represión y del fanatismo y tratan de llegar a las fronteras de Europa.

Por ello, es fundamental que los gobiernos y la comunidad internacional trabajen juntos para abordar las causas subyacentes de los desplazamientos forzados, trabajen con los países de origen y establezcan protocolos de acogida y asilo. La prevención de conflictos, la promoción del respeto a los derechos humanos y la creación de condiciones que permitan el desarrollo sostenible en los países de origen son elementos clave para abordar las raíces de esta crisis global.

Ya en nuestra casa, en nuestros municipios, debemos favorecer que estas personas tengan la posibilidad de vivir dignamente y buscar formación y trabajo para salir adelante.

Los Ayuntamientos debemos trabajar en estrecha colaboración con organizaciones especializadas (ONGDS) y actores locales para proporcionar alojamiento temporal si fuera necesario, servicios básicos y apoyo emocional y psicológico a aquellos/as que han dejado atrás sus hogares y seres queridos.

Además, debemos preocuparnos por la integración efectiva de las personas refugiadas en nuestra comunidad y trabajar en programas de orientación y asesoramiento que les ayuden a conocer nuestros servicios, trámites administrativos, acceso a la educación y oportunidades de empleo. Debemos promover la diversidad y la inclusión como elementos fundamentales para una sociedad cohesionada y enriquecida.

El Día Mundial del Refugiado, todas las instituciones (desde las supranacionales hasta las más locales) debemos tomar conciencia y remar en la misma dirección. Hoy son ellos y ellas, mañana podemos ser cualquiera.

El autor es burukide de EAJ-PNV Nafarroa y concejal de Geroa Bai en Zizur Mayor