Me lo preguntan muchas personas en la calle. Más exactamente, muchas personas me lo echan en cara. Imagino que a otros también. ¿Cómo es posible que tengamos a UPN en la alcaldía de Iruña habiendo mayoría alternativa?
La respuesta desde mi punto de vista es clara y es lo que pretendo hacer en este texto, dar (una vez más) la cara y responder. Responder no sólo a las personas que votaron la lista de Geroa Bai al Ayuntamiento, sino a esa mayoría de ciudadanas y ciudadanos que en Iruña votaron a las cuatro fuerzas progresistas.
Las elecciones al municipio las ganó UPN. De entre las fuerzas progresistas la que más apoyo concitó fue EH Bildu. Pero, como bien sabe también UPN, para gobernar no basta con ser el grupo que más votos consigue. En democracia, tan importante como lograr el máximo número de votos, se debe ser capaz de generar mayorías y consensos. Porque si no, muchas veces no se logra el objetivo de gobernar. En un ayuntamiento, además, gobernar desde la mayoría significa llevar adelante programas y presupuestos ¿O preferimos 4 años más de presupuestos inciertos, sin respaldo de la mayoría, y un freno para una Pamplona-Iruñea que pierde el tren estratégico de las ciudades de su entorno y tamaño, tal y como han reconocido analistas de todo signo?
Y esto es lo que ha sucedido en Iruña. Mientras que las fuerzas de la derecha sumaron 11 concejales el 28M, las cuatro fuerzas progresistas sumamos 16, un número suficiente para que Pamplona tuviera al frente de su ayuntamiento a una persona progresista.
Pero fuimos incapaces de dialogar y de acordar.
Por un lado, EH Bildu defendió en todo momento y con toda legitimidad que debía gobernar la lista progresista más votada. Y no se movió un ápice de su posición de partida. Incluso convocó una asamblea que, al parecer, reafirmó dicho posicionamiento, aun cuando estaba bastante claro que o se buscaba otra salida a la situación de bloqueo en la que nos encontrábamos o la alcaldía caía en manos de UPN.
El PSN comenzó la campaña diciendo, también con total legitimidad, que no votaría ni a Ibarrola ni a Asiron para la alcaldía y que votaría a su cabeza de lista.
Geroa Bai y Contigo-Zurekin dijimos desde el primer momento que votaríamos a la fuerza progresista que más votos lograra. Y así lo hicimos.
Unas declaraciones de Elma Saiz en las que de algún modo manifestaba contar con 8 votos, los suyos y los de Geroa Bai y Contigo-Zurekin, provocaron que personalmente yo saliera en rueda de prensa defendiendo la necesidad del diálogo entre las cuatro fuerzas para conseguir un acuerdo de 16, porque al menos por nuestra parte, tal y como habíamos dicho, nosotros íbamos a votar a la fuerza más votada. Porque no se trataba de confrontar los supuestos 8 votos que el PSN se arrogaba con los 8 votos que Bildu ya tenía. No. En Geroa Bai pensábamos que se trataba de buscar, entre todos, salidas posibles para llegar a un acuerdo de 16, única manera de conseguir la alcaldía para las fuerzas progresistas. Y no, no me postulé para alcalde en ningún momento. En ningún momento lo hice.
Tras el 28M, Geroa Bai participamos en tres reuniones bilaterales con Bildu, en otras tres con PSN, en varias conversaciones con Txema Mauleón, y en una trilateral (PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin) de cuya convocatoria informé a Asiron. Porque dada la importancia que en Geroa Bai dábamos a la situación, decidí actuar con total transparencia para con Bildu.
Bildu se cerró en banda desde el primer momento a moverse de su posicionamiento inicial: el alcalde debía ser de la lista progresista más votada y no había ninguna posibilidad de terceras ni cuartas vías.
El PSN a partir de cierto momento se movió de su planteamiento inicial y apostó por defender que yo mismo podía ser la persona a quien ellos votaran para alcalde. También Txema Mauleón fue claro en sus intenciones afirmando que Contigo-Zurekin me votaría a mí, en el caso de haberme postulado, y lo dejó también por escrito. Parafraseándole, “En definitiva, el mismo gobierno y el mismo programa que si el alcalde fuese Asiron, el pactado por las tres fuerzas, solo que con Koldo de alcalde”; y yo mismo declaré que estábamos dispuestos a votar a Txema si él fuera la “tercera vía”. Pero, insisto, yo nunca me postulé porque esa decisión debía ser de 16 y no de ocho ni de cinco. Y, además, dado el empecinamiento, legítimo, insisto, pero empecinamiento de Bildu en defender la legitimidad de su supuesta mayoría, yo insistí en que nosotros votaríamos a Asiron.
Nadie, en ningún momento, se sentó a analizar o debatir cómo se constituiría la Junta de Gobierno del Ayuntamiento si hubiéramos consensuado un alcalde que de todas maneras y en todo momento necesitaría del consenso con los concejales del resto de grupos para poder gobernar. Ni siquiera llegamos a eso. Lo único que importaba era quién llegaba a la alcaldía, y está claro que para Bildu la única salida era Asiron o Asiron.
Termino recurriendo al manido (y equivocado, como se ha demostrado) recurso al “voto útil” de tantas pamplonesas y pamploneses que sin ser de Bildu votaron a Asiron. ¿Siguen pensando que su voto a Bildu fue útil? Y voy más allá, y pregunto: ¿qué valor dan Asiron y Bildu a la cantidad de votos recibidos con sentido de utilidad para la alcaldía de Iruña? ¿Siguen pensando que las gentes progresistas y euskaltzales de Pamplona preferían a UPN en la alcaldía en vez de a alguien progresista y euskaldun de una posible tercera vía?
Y así, entre unos y otros, con distinto grado de responsabilidad, es cierto, pero para espanto de la mayoría progresista de Iruña hemos conseguido que la alcaldesa de Iruña sea de UPN, y que nos esperen cuatro años más de lo mismo: Un gobierno de derechas en minoría pero con capacidad de decidir, de impedir y de “no hacer” porque no tiene mayoría. Una alcaldesa que en cuatro años no dirá una sola palabra en euskera. ¡Como para estar orgullosos!
El autor es concejal de Geroa Bai en Iruñea