El primero y más importante, mejorar el estado de salud y bienestar de nuestra comunidad. Puede resultar sorprendente no empezar hablando de listas de espera, atención primaria o la falta de profesionales, pero el objetivo estratégico tiene que ser elevar el nivel de salud; y eso requiere transformaciones culturales y políticas importantes.

Si queremos mejorar el estado de salud, hay que conseguir unos entornos y ciudades más saludables, disponer de viviendas en condiciones y accesibles, promover empleos de calidad, disminuir las desigualdades sociales o luchar en serio contra el cambio climático (la crisis climática es ya, por cierto, una emergencia en salud pública). Es decir, la nueva Salud Pública destaca la importancia de los determinantes sociales de la salud; y la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos más avanzados promueven la estrategia de Salud para todas y en todas las políticas.

Aplicado a nuestra realidad, si queremos mejorar la salud de las personas, hay que apostar por políticas innovadoras que promuevan y produzcan salud (hacienda, vivienda, urbanismo, medio ambiente, empleo, sector privado…). Promover la salud mental, por ejemplo, implica una sociedad menos desigual y más cohesionada, más solidaridad y empatía social, redes comunitarias y de apoyo mutuo, espacios y entornos para la socialización y el encuentro, menos crispación y polarización social.

Para mejorar en salud, hay que cambiar muchas cosas en esta sociedad para hacerla más saludable. Y esto exige intervención intersectorial (lo sectorial se queda corto), y liderazgo desde el más alto nivel de gobierno, con la presidenta a la cabeza liderando realmente estas políticas saludables transversales. Dicho de otra manera, lo primero y más importante es promover salud y calidad de vida y prevenir la enfermedad. Después viene obviamente y es muy importante cuando toca, curar la enfermedad en lo posible, y en todo caso, mejorar la calidad de la vida y minimizar el sufrimiento.

Y hablando ya de enfermedad y de curar. Esta legislatura ha sido sin duda la legislatura de la pandemia por covid 19. La mayor emergencia sanitaria internacional en el último siglo. Tiempo habrá para evaluar y aprender lecciones. Pero hay una primera lección muy importante: hay que fortalecer el sistema de salud y los servicios sanitarios públicos en particular, nuestro Servicio Navarro de Salud Osasunbidea (SNS-O). Esto implica invertir más en salud estos próximos 4 años, pero de una manera inteligente; selectivamente en aquello que añada salud y valor a la gente. Y haciendo a la vez las reformas estructurales imprescindibles. La pandemia ha reventado las costuras y debilidades prexistentes desde hace años (primaria como ejemplo), y resultan imprescindibles reformas de calado para que nuestros servicios sanitarios puedan responder a las necesidades y exigencias de nuestra sociedad de hoy. La nueva Ley Foral de Salud es una prioridad clara. Tiene que ser una ley ambiciosa e innovadora. Con énfasis en la atención primaria, salud mental y la innovación e investigación.

Y una parte relevante de la nueva ley deberá posibilitar los cambios imprescindibles en el SNS-O. Cambios en el marco legal que permitan disponer de la más amplia autonomía de gestión. Resulta indispensable la autonomía de gestión sobre todo en materia de gestión de personal y gestión económica. Autonomía con rendición de cuentas, sin duda. Pero herramientas nuevas que permitan gestionar eficaz y eficientemente una organización tremendamente compleja y especializada. Estamos hablando de la primera empresa de Navarra, con cerca de 13.000 profesionales altamente cualificados, y muy importante por la función que realiza para nuestra sociedad. Seamos claros y valientes, con el actual marco normativo y regulaciones en materia de personal y económica de la Administración foral, resulta imposible gestionar el SNS-O y garantizar la atención y organización que la sociedad nos está demandando y exigiendo.

La Ley foral de Salud actualmente vigente (1990) que tuve el honor de presentar como consejero de Salud, fue aprobada por las fuerzas políticas del gobierno y la oposición. Innovadora en su tiempo, ha servido de marco para gobiernos de distinto signo político durante 33 años. Es obvio que hay que renovarla y actualizarla, pero con la ambición necesaria, a la altura de los retos y exigencias de la Navarra actual, y con un acuerdo político, profesional y social amplio que tenga vocación de futuro y perdurabilidad.

Les deseo lo mejor a las personas que ahora asumen la máxima responsabilidad en el Gobierno y Departamento de Salud. Nos va mucho en ello. Fundamentalmente porque la salud es muy importante para todo el mundo. Y me atrevo a pedir a los partidos políticos e instituciones/organizaciones relevantes en el sector, que estén a la altura de los retos y lo que nuestra sociedad exige, y faciliten un acuerdo básico en salud para hacer sostenible algo tan importante para las personas de nuestra comunidad.

Me gustaría por último expresar mi agradecimiento más profundo a la presidenta y a la consejera por haberme dado la oportunidad durante estos 4 años. Y a todas las personas, profesionales e instituciones que nos han acompañado y colaborado en este periodo tan especial. Y aprovechar también, si se me permite, para despedirme públicamente de quien no lo he podido hacer personalmente.

Un privilegio haber estado aquí en momentos tan excepcionales, dándolo todo, como tanta gente, por el servicio y nuestra comunidad. Muchas gracias. Eskerrak aunitz.

Consejero de Salud del Gobierno de Navarra (1987-1991). Director General de Salud (2019-2023)