¿Recuerdas cuando eras adolescente? ¿Qué sabías sobre sexualidad? ¿Cuáles eran las expectativas que tenías? ¿Recuerdas la sensación de no saber muy bien dónde estabas, las inseguridades e incluso sentir tal vez algo de decepción cuando lo practicabas?

En Suspertu nos preocupa la falta de educación sexual integral durante la educación primaria y secundaria. Como programa de prevención, sabemos que la evidencia científica afirma que las charlas puntuales no son lo suficientemente eficaces para cambiar un paradigma o pensamiento colectivo. Y que para ello hace falta un plan que involucre a todas las personas adultas referentes (familiares, profesorado, etcétera). Un compromiso con la continuidad de este tipo de educación ciclo a ciclo, además de un plan de educación sexual actualizado.

Puede ser que antes no se supiera qué esperar del sexo porque era un tema prácticamente tabú y generalmente ninguna persona adulta te hablaba de ello cuando eras adolescente. Ahora, lo poco que saben a esa edad está absolutamente distorsionado. No sé qué es peor. Ambas opciones son dañinas.

Lo más habitual suele ser que la información que se tiene sobre la sexualidad en la infancia y adolescencia se extraiga de series y películas (pornográficas o no) en las que el sexo es un acto, normalmente bruto, en el que no se habla, no se pregunta, no se para, en el que se representan constantemente a través de códigos de dominación-sumisión, y en el que el objetivo es seguir imparables hasta el orgasmo. Siempre.

Se crean expectativas, así, de que el sexo es un acto que tiene que fluir. Que intuitiva y naturalmente se tiene que saber qué hacer y qué le va a gustar a la otra u otras personas. Que es siempre serio, salvaje y agresivo, y en el que no hay lugar para la risa, la torpeza o la duda.

Toda esta información sesgada que en la adolescencia se recibe, distorsiona la visión de lo que es la sexualidad, aumenta los estereotipos de género, disminuye la satisfacción sexual y puede normalizar actitudes agresivas no deseadas en el ámbito sexual.

Las personas adultas solemos tener la tendencia de demonizar internet, ya que es una herramienta que acerca la sexualidad más rancia a los y las pequeñas. Pero viviendo en un mundo en el que prima la facilidad de acceso a la información, también es conveniente resaltar contenidos que se salen de lo establecido, ya que existen otras vías, de esas que amplían y enternecen la mirada que se tiene hacia lo sexual. Canales como Universo Santoamor (una escuela digital de educación sexo afectiva práctica y emocional), series como Sex Education o Zorras, y películas como La vida de Adele.

Este tipo de educación no consiste en “esterilizar” o “purificar” la sexualidad y no solo tiene que ver, como se lleva entendiendo desde hace muchos años, con la prevención del embarazo y las infecciones de transmisión sexual (ITS).

En la educación sexual se habla del respeto para sí y para el resto, del autocuidado, de la importancia de poner y aceptar límites, de no juzgar ni juzgarse, de ampliar la mirada a los diferentes tipos de relaciones sexoafectivas, del deseo como único punto de partida, de identificar violencias, de comunicar lo que se necesita y disfruta, de preguntar cualquier duda que se tenga.

Esta educación ayuda a que la juventud interiorice que la sexualidad es algo natural, nada de lo que avergonzarse ni de lo que fardar, y que las relaciones deben basarse en la libertad y el respeto. Lo imprescindible que es identificar y señalar violencias ejercidas y sufridas, y la importancia que tiene que cada quien disfrute su orientación, identidad y expresión sexual, sea cual sea, con orgullo.

En Suspertu estamos convencidas de la necesidad y la responsabilidad que tenemos de ahondar en la prevención de violencias, infecciones y conductas de riesgo sexuales. El hecho de que la media de edad en la que las niñas y niños tienen acceso a la pornografía esté disminuyendo, y que este hecho no esté acompañado por una educación sexual integral es, cuando menos, preocupante. Y como muchos otros agentes sociales, queremos seguir siendo parte de la solución y no del problema.

La autora es psicóloga del programa de prevención Suspertu. Fundación Proyecto Hombre Navarra