A finales de enero entró en el Congreso el Proyecto de Ley de Enseñanzas Artísticas que el final precipitado de la pasada legislatura interrumpió. Esta ley regula las enseñanzas de Música, Danza, Arte Dramático, Conservación y Restauración y Artes Plásticas y Diseño. Desde la perspectiva de estas últimas, en la que me centraré, no es, ni de lejos, una ley satisfactoria después de muchos años de desidia legislativa, pero sí una ley que piensa en global la educación artística postobligatoria y, por ello, obliga, también en Navarra, a hacer una planificación igualmente global como nunca antes se ha hecho.

Las Escuelas de Arte y Superiores de Diseño de Navarra ofertan todos los niveles de estudios artísticos, desde el Bachillerato de Artes y los Ciclos Formativos de Artes Plásticas y Diseño de grado medio y superior hasta los estudios Superiores de Diseño. La Escuela de Pamplona oferta, además, la FP especial de Ayudante de Oficios Artísticos. Cada uno de estos estudios depende, dentro del Departamento de Educación del gobierno de Navarra, de Servicios y Direcciones Generales distintos lo cual no impide, pero sí dificulta la imprescindible visión de conjunto. Con la nueva ley estatal el gobierno foral deberá articular toda esta oferta pública en un plan coherente de la enseñanza artística. Nunca se ha abordado de forma integral y coordinada con el ecosistema cultural al que debe fortalecer.

Este plan de la enseñanza de lo artístico (entendido aquí como la enseñanza de las artes plásticas, la artesanía, los oficios artísticos y los diseños) deberá tener en cuenta y aprovechar lo que la nueva ley posibilita para cada nivel de estudios.

En Educación Superior, principal interés del texto legal, la ley quiere empujar a los centros que aúnan enseñanzas profesionales y superiores a desgajarse, pasando por encima del modelo conjunto que es el más extendido: no solo en las dos Escuelas de Navarra, sino también las de otras 10 comunidades autónomas y sus 37 escuelas entre las que se encuentran algunas tan importantes como Valencia, Sevilla, Granada o Palma de Mallorca. La separación también obvia la perspectiva europea, ya que los ciclos de grado superior y los estudios superiores de grado pertenecen ambos al Espacio Europeo de Educación Superior y es bueno que compartan acciones formativas, internacionalización y recursos. En una Escuela desgajada o no, es necesario ampliar la oferta de estudios superiores para conformar un centro en Navarra con una oferta plural en nivel superior que no suponga el monocultivo de ofrecer solo el grado de Diseño de Interiores en Pamplona y solo Diseño Gráfico en Corella. Ahí están también los otros diseños, Moda y, sobre todo, Producto, transversal y necesario en cualquier sector productivo. Ofertar conjuntamente varias de estas titulaciones supondrá optimizar personal, equipos y talleres, ampliar la oferta de optativas y crear sinergias entre estudios. Una mejor y más completa oferta a la sociedad navarra, en definitiva. También están sin abordar en nuestra comunidad y en las limítrofes las Enseñanzas Superiores de Artes Plásticas y las de Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

Los ciclos formativos de artes plásticas y diseño, fundamentales en sus sectores, profesionalizadores, pero no solo, también humanizadores, creadores, y los únicos que pueden garantizar el mantenimiento y posicionamiento en el siglo XXI de las profesiones asociadas a la industria cultural y creativa en todas sus vertientes, desde la artesanía a la gráfica digital o el diseño editorial, necesitan con urgencia el desbloqueo de su oferta formativa. La nueva ley los vincula, por fin, con el Catálogo Nacional de Estándares de Competencias Profesionales, que regula las profesiones y su formación y donde hasta ahora solo tenían cabida los ciclos de la FP específica. Ahora esa FP deberá armonizar con las Artes su elenco de titulaciones y no disputar su formación y acreditación. Deberá nuestra administración navarra dejar de considerar la Escuela de Arte solo como una infraestructura en la que alojar, si acaso, títulos ajenos y desbloquear la implantación de nuevos ciclos de enseñanzas profesionales de artes. Interesa hacerlo sobre todo en grado medio, para que el alumnado de la ESO tenga una oferta amplia y atractiva de profesiones artísticas y creativas, de ciclos de creación manual y plástica muy estimulantes para el alumnado más joven. Debemos a ese alumnado ampliar las posibilidades de itinerarios formativos artísticos desde los 16 años hasta el máximo nivel de estudios. Se trata, en definitiva, de que la pirámide de estudios artísticos lo sea de verdad y tenga una base amplia y una oferta abundante.

La nueva ley también obvia que en muchas escuelas, como en Navarra, se imparte Bachillerato de Artes. No estaría de más un apoyo más decidido por estos Bachilleratos estableciendo ratios más juiciosas y mayor intervención del profesorado propio de Escuelas de Arte a quien la nueva ley vuelve a reconocer su competencia docente en esta enseñanza. También debe aumentar la conexión preferente de los Bachilleratos de Arte con aquellas familias profesionales de FP en las que la formación recibida es igual de capacitadora que la de otras modalidades de Bachillerato que ya tienen reconocida su prioridad.

En definitiva, la reformulación de las Enseñanzas Artísticas que supone la nueva ley hace necesario que Navarra también haga un planteamiento estratégico que aborde como un sistema coherente la enseñanza pública del Arte, la Artesanía y el Diseño en todos los niveles educativos. Un planteamiento que esté basado en la excelencia, la estabilidad del personal y una oferta amplia de Ciclos Artísticos y Estudios Superiores. No hacerlo así supone minusvalorar el potencial de estas enseñanzas y de las personas que formándose en ellas van a poder desarrollar todo su talento creativo para el beneficio común. Por nuestra parte, quienes trabajamos en las Escuelas de Arte y Superiores de Diseño debemos mantener el compromiso de ofrecer una formación cada vez mejor, de la mano del tejido creativo y cultural de nuestro entorno y, sobre todo, cuidando a nuestro principal activo, el talento del alumnado a quien nos debemos.

El autor es profesor de Artes Plásticas y Diseño de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona / Iruña