En los últimos días ha surgido la polémica tras conocerse cuáles son los salarios de los médicos de Navarra y la amenaza del Sindicato Médico Navarro de ir a una huelga en caso de que no se vuelvan a mejorar sus sueldos. Una situación que el consejero de Salud del Gobierno de Navarra, Fernando Domínguez, expuso el pasado jueves en el Parlamento y que ha generado opiniones controvertidas en nuestra comunidad.

Por un lado, se hallan quienes están de acuerdo con lo expuesto por Salud. A favor de que la sociedad sepa –transparencia máxima– que se está pidiendo más dinero, a pesar de haber obtenido una subida de 14 pagas de 400€ hace menos de un año y una reducción de las agendas en Atención Primaria con un máximo de 5 horas de consulta por día y 32 pacientes, pero sin unos objetivos fijados “a cambio”. En el otro lado, están quienes se posicionan en contra de que se les tilde de “peseteros” a los del Sindicato y de que se quiera poner a la sociedad en contra de un estamento que trabaja mucho y no se siente suficientemente retribuido.

En ningún momento se ha puesto en duda, por una u otra parte, que los profesionales médicos del sistema público deban cobrar de forma adecuada. El consejero Domínguez, médico él mismo, también lo dijo: “Por supuesto tienen que cobrar bien por su formación, por su experiencia, por su responsabilidad, y porque desempeñan un servicio esencial para mantener la salud de la población. Eso no lo vamos a discutir nunca. Pero los datos hay que mirarlos también con perspectiva social”.

Sí queremos remarcar que una parte importante de esas retribuciones es generada por actividad laboral añadida a la jornada laboral ordinaria, en forma de guardias de 24 horas, trabajo en festivos, actividad a las tardes, localizaciones, etcétera. Y que las y los médicos han obtenido su puesto laboral tras muchos años de estudio, esfuerzo y preparación.

También nos parece lógico que los responsables de Salud quieran evitar una amenaza de huelga que supondría desviar millones de euros (como mínimo 8,3 M€ en caso de aceptar otra subida de 400 € mensuales al personal médico como en 2023), de posibles mejoras a otros estamentos, de la carrera profesional o de nuevas necesidades que puedan surgir a lo largo del año, como ocurrió con la covid. Y también es lógico que Sindicato Médico quiera luchar por mejorar las condiciones para su estamento profesional y, junto con ello, tratar de mejorar la asistencia sanitaria de la población.

Sin embargo, en esta división entre una y otra parte, no podemos olvidar varias cuestiones:

La primera, que el dinero es finito. Porque una de las cuestiones más importantes cuando se gobierna es priorizar en qué y en quiénes se quiere, puede y debe invertir para ser responsable con el dinero público, para que el sistema funcione de manera eficaz, eficiente, justa y equitativa.

La segunda, que hoy por hoy, el sueldo de las y los médicos no está sujeto a un control de productividad, ni de calidad como sucede en la empresa privada, sino que tiene un componente elevado de decisión y compromiso de cada profesional con su carga laboral. Aceptando esto, y en una situación complicada como la actual, con miles de consultas y operaciones pendientes, quizá –seguramente– haya que ser flexibles y reforzar la parte de compromiso hasta sanear los números. Tal vez, –seguramente– haya que aceptar cierto control y un aumento de actividad para remunerar, más adecuadamente, a los y las profesionales comprometidos, que son mayoría.

Y, tercero, que mientras malgastamos tiempo y espacio en discusiones, en amenaza de huelgas y declaraciones excluyentes, se pierde lo más importante: explicar el enorme trabajo y preparación constante que exigen el ejercicio de la medicina, más aún en momentos críticos como los que ahora vivimos con una preocupación creciente de la sociedad ante sus problemas de salud.

De la confrontación entre las posiciones descritas sobre todo salen perjudicadas la sociedad y las y los pacientes.

En resumen, la sociedad debe ser consciente del esfuerzo que hacen todas y todos los profesionales de la salud para mantenerse técnicamente al día y responder a los nuevos retos.

La sociedad debe ser consciente que estos profesionales deben ser adecuadamente retribuidos. Pero las condiciones laborales no se componen sólo de retribuciones (salarios). Éstas deben contemplarse en el contexto del momento y del lugar e incluir, por ejemplo, aumentos en la productividad.

La sociedad no va a entender que si hace un esfuerzo económico (los salarios de las y los sanitarios salen de sus impuestos), no haya una lógica contrapartida de mejora visible en su asistencia sanitaria percibida.

Es tiempo para reflexionar y que cada uno asuma lo que le toca.

Los autores escriben en representación del Grupo de Salud de Geroa Bai