Los que estamos viviendo en varios siglos podemos percibir que existe un control social cada vez más evidente.

Las empresas nos controlan con un sistema de fichaje que lo único que determina que has estado en tu puesto de trabajo. No el trabajo que realizas, no les importa la producción sino el tiempo que estás sentado en tu puesto.

De ahí viene la baja producción española respecto al resto de países europeos más desarrollados, como Alemania, Francia, Italia y el norte de Europa y Suiza, que el nivel de producción dobla al de España.

El teletrabajo que se instauró durante el Covid cada vez se está intentando reducir más, y cada vez existen más personas y soportes que controlan al personal de las empresas.

Los alumnos de los centros educativos están controlados en todo momento por sistemas informáticos que nos dicen a los padres las faltas de asistencia, retrasos, notas que se cuelgan en el sistema y muchas veces son colgadas antes de que el alumno la desconozca, el famoso Educa.

El control también llega a los docentes por parte de padres y del Departamento de Educación, que marca unos criterios de inflexibilidad total, no se busca que el alumno saque su potencial, se buscan resultados, que luego no se consiguen lógicamente, y llegamos a tener unos resultados bajísimos, un fracaso escolar a niveles de países poco desarrollados de la Unión Europea a nivel de Rumanía, se potencia que los alumnos sean ingenieros, se descartan los oficios, el emprendimiento, las ciencias sociales, etcétera.

Existe una competencia entre los centros por sacar mejores resultados entre modelos, entre centros públicos y privados...

Los profesores de los centros públicos están mayoritariamente de baja y los alumnos pagan el pato de todo este control estéril que lo único que hace, como en los trabajos, que la gente esté a disgusto.

Existe una relación clara entre el absentismo laboral y el control que se produce en las empresas.

Es más eficaz ser flexible, que el trabajador esté agusto y se le exija rendimiento, no estar sentado en una silla sin hacer nada.

La Administración es el vivo ejemplo. Los casos de acoso laboral es dejar a un empleado sin hacer ningún tipo de función, pero controlado lógicamente.

Los jefes que controlan a los trabajadores no son controlados por nadie.

Quizá habría que hacer auditorías, como se hicieron en Suecia en las administraciones públicas, y eliminar jefaturas y poner más trabajadores en departamentos más sensibles del Gobierno de Navarra como Salud y Educación, y no hablemos de asesores, puestos de Gestión, etcétera completamente innecesarios, direcciones de servicio con nombres estúpidos que no los entienden más que ellos por llenarles de funciones que no existen.

Control social de trabajadores cuando no existe en las altas esferas.

Tenemos que tener una estructura social de trabajo donde los trabajadores puedan tomar decisiones colegiadas con sus jefes, no tanta reunión de jefes que toman decisiones sin contar a sus trabajadores y que la mayoría de las veces son erróneas, desconocen el trabajo de los trabajadores que están a su cargo y lo único que les importa el control social, que se cumpla el horario aunque se produzca la mitad, es ridículo el sistema, en cuanto viajas un poco o resides en otro país te das cuenta de la estupidez de un sistema caduco de control, lo que hay que controlar es la producción desde unos parámetros normales, fomentar el teletrabajo e intentar que tu personal esté agusto, porque si no se te va a lugares que lógicamente tenga menos control, y les aseguro que producen más y sus empresas o dichas administraciones funcionan mejor, es incomparable cómo funciona la Administración a tan solo 60 kilómetros.

En resumidas cuentas, lo que funciona es la estructura horizontal, donde el trabajador tome decisiones y exista menos control horario y de puesto físico y marcarle unos objetivos de producción da igual que los cumpla en Nueva York o en Pamplona, y no una estructura vertical de control social donde lo único que le importa a la empresa es que el trabajador acuda a su puesto de trabajo aunque no rinda lo suficiente porque, lógicamente, no está agusto.

El autor es licenciado en Sociología