El próximo 19 de junio se cumplen 6 años desde la aprobación por unanimidad de los 7 grupos políticos que entonces componían el Parlamento navarro (UPN, PSN, EH Bildu, Geroa Bai, Podemos, PP e IU) de una moción para impulsar el modelo inclusivo participativo de empresa, que apenas 3 meses después fue asimismo aprobado por unanimidad de los 5 grupos políticos del Parlamento Vasco.

Quizás merezca la pena recordar que el citado modelo está inspirado en los principios y valores del humanismo cristiano, por un lado, y en los sistemas de gestión puestos en práctica en algunas cooperativas del Grupo Mondragón aplicando esos mismos valores, por otro. Fue el fruto de varios seminarios en los que participaron personas representativas de distintas sensibilidades políticas, sociales y empresariales de Navarra y la CAV, que llegaron a un consenso concretado en 4 ejes (https://arizmendiarrietafundazioa.org/documentacion/publicaciones/mipe-internacional-desarrollo-de-ambitos-orientaciones-y-posibles-indicadores ) que, en definitiva, buscan humanizar las empresas y mejorar su competitividad, conciliando ésta con el desarrollo de las personas que en ellas trabajan. Que trata, por otro lado, de sustituir la confrontación como actitud básica por una cooperación que genere beneficios para todos. Y que se preocupa de la comunidad en que se inserta, así como del impacto de su actividad en el medio ambiente circundante.

Es reseñable que con este planteamiento las instituciones de Navarra y la CAV se adelantaron a una corriente que poco a poco se va imponiendo en el mundo occidental ya que se adapta mejor a una realidad cambiante, que, entre otras cosas, se caracteriza por la incorporación a las empresas de la llamada Generación del Milenio. De hecho, esta generación ha crecido en el mundo de Internet, donde la influencia de la gente nace de la colaboración y de la reputación. (Así, en la red: nadie puede matar una buena idea; cualquiera puede cooperar; cualquiera puede liderar; nadie puede mandar; puedes escoger una causa; puedes fácilmente construir sobre lo que otros han hecho; no tienes que tolerar a matones y tiranos; no se margina a los activistas; suele ganar la excelencia y no la mediocridad; las normas que matan la pasión se revierten; las grandes contribuciones se reconocen y se celebran).

Desde otro punto de vista, se va imponiendo la idea en Occidente de que los beneficios son necesarios y los accionistas merecen un retorno justo, pero no son “el objetivo”. El objetivo está puesto en el propósito. Las ganancias son como el aire que respiramos. Necesitamos el aire para vivir, pero no vivimos para respirar.

El filósofo Viktor Frankl indica que “el éxito, como la felicidad, no puede perseguirse, debe ser un resultado, un efecto secundario involuntario de la dedicación personal a una causa más grande que uno mismo”. Esta idea es otra gran paradoja: al enfocarse en el propósito más que en los beneficios, éstos tienden a ser más abundantes.

(Todavía no hace mucho tiempo hemos tenido la oportunidad de comprobar personalmente dicha tendencia al haber sido invitados a participar en un seminario en el Parlamento Europeo, juntamente, por cierto, con el consejero de Industria del Gobierno de Navarra).

La receptividad que estamos encontrando en las presentaciones internacionales entendemos que se debe en parte a la flexibilidad a la hora de adaptar el modelo a las distintas sensibilidades de los agentes sociales de lugares muy diversos. Y es que, en efecto, desde su aprobación hace 6 años nos hemos dedicado en la Fundación Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa a hacer de misioneros de la cooperación difundiendo el modelo citado, que en concreto hemos presentado en 159 ocasiones (9 en Navarra, 98 en la CAV, 14 en el resto del Estado, 20 en Europa y 18 en el resto del mundo), siendo su reparto a nivel institucional el siguiente: 56 en ámbitos empresariales, 40 en universidades, 30 en grupos católicos y 33 en foros diversos (organizaciones políticas, instituciones sociales...).

Por otra parte, hemos trabajado la adecuación del citado modelo a diferentes realidades. Así, trabajamos con directivos y consultores del País Vasco la variante Dirección, más asumible por un mayor número de directivos. También, en esta ocasión con personas representativas de agentes sociales estatales e internacionales, la llamada variante Internacional, que, como su propio nombre indica, ha facilitado su aceptación a nivel internacional hasta el punto de que tenemos un acuerdo firmado para su difusión a nivel mundial por UNIAPAC, asociación de empresarios y directivos cristianos que agrupa a unos 40.000 responsables empresariales de 43 países. Asimismo, desde otras perspectivas, hemos trabajado con personas representativas de distintos sectores de actividad la variante Non profit dirigida a entidades sin ánimo de lucro, la variante denominada Con enfoque en la igualdad de género, recogiendo las especificidades de dicha problemática y la llamada Empresas públicas, enfocada a dicha tipología de empresas.

Hemos llegado, en cualquier caso, a la conclusión de que, a fin de buscar su máxima aplicabilidad en las empresas convencionales, sería de interés buscar la formalización de una nueva tipología societaria, para lo que sería necesario profundizar en el trabajo con agentes políticos, sociales y empresariales del conjunto del Estado, apoyándonos en nuestra práctica de buscar el máximo común denominador de los citados agentes económicos y sociales. Se trataría, por tanto, de un objetivo muy ambicioso (que podría simplificarse si la autorización de nuevas figuras societarias pudiera hacerse en el Parlamento de Navarra), que complementaría la actual panoplia de SA, SL, Cooperativas y Sociales Laborales. Sería una fórmula a la que las empresas se adherirían libremente y que tuviera también, deseablemente, un régimen fiscal diferenciado por comprometerse estatutariamente a prácticas de gestión y participación de las personas trabajadoras en la gestión y resultados en línea con las recomendaciones del citado modelo. Con un tratamiento intermedio entre las empresas convencionales y las cooperativas (que, en general, tienen un mayor compromiso humanizador de las empresas).

Enriquecería la actual tipología jurídica de sociedades en la que ha habido una cierta falta de innovación y que, por tanto, precisaría de una mayor creatividad con nuevas propuestas para adaptarse a la nueva realidad empresarial antes citada, tal como han hecho notar personas tan distintas como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en la última asamblea general, y una teóloga anglicana cuyo nombre no puedo recordar.

Y representaría actualizar el legado de Arizmendiarrieta, cuyos lemas “Transformar la empresa para transformar la sociedad” y “Siempre hay un paso más que dar” hemos hecho nuestros, asumiendo que a veces sean fuente de críticas, que, al igual que las vivió el propio Arizmendiarrieta, tendremos que saber sobrellevar.

El autor es presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa