Los primeros días de abril de 1964, año en que el régimen franquista celebraba los 25 años de paz, acaecieron dos hechos importantes que apuntaban a direcciones opuestas.

Por un lado, mirando hacia el futuro, el día 2 se constituía la Diputación de Huarte y Urmeneta, que implementaría la industrialización en Navarra y que fue posible por el apoyo a dichas dos personas en las convocatorias electorales anteriores de tres agentes políticos derechistas: el carlismo (que, en su rama javierista dirigida por José Ángel Zubiaur, suministró la gran masa de votantes), la Jefatura Provincial del Movimiento (que dio el inexcusable visto bueno) y el Opus Dei (que, con poder creciente en Navarra a través de la Universidad y con presencia consolidada en los Ministerios de Madrid, también apadrinó la operación).

En otro sentido, mirando hacia atrás, los días 3 y 5 los tercios de excombatientes requetés fueron invitados por su oficialidad a un acto de homenaje a Esteban Ezcurra, fallecido entonces, en el Monumento a los Caídos. Ezcurra fue Jefe de Requetés de Navarra y gestionó, a las órdenes de la Junta Central de Guerra Carlista de Navarra (JCCGN), tanto la movilización de los tradicionalistas como la limpieza política desarrollada por sus unidades represivas (el Requeté Auxiliar y el Tercio Móvil) desde el Colegio de Escolapios, donde había una cárcel desde la que muchos saldrían para ser ejecutados. Entre los tercios invitados estaban incluidos de forma expresa los requetés auxiliares y el mismo Tercio Móvil. El día 7 El Pensamiento Navarro publicó una foto del acto, informando que “el templo se llenó” y que asistió “una impresionante concurrencia de requetés y de admiradores del Requeté”.

Por lo tanto, coincidiendo con la celebración por el régimen de los 25 años de paz, el fallecimiento de Ezcurra dio lugar a una ceremonia de recuerdo, en la que tomaron parte muchísimos carlistas, de la persona que en 1936-1937 encabezó la trama represiva requeté y que tuvo como subordinados principales a Benito Santesteban y Vicente Munárriz y también a otras personas destacadas como Jaime Larrea, Miguel Goñi, Ángel Sagardía, Prudencio Arza y Julio Lasanta. Todos ellos, como todos los carlistas navarros movilizados, obedecían a la única autoridad oficial del carlismo en aquellos meses en la provincia: la mencionada JCCGN, que se autoubicó en el Palacio de la Diputación. Como es obvio, el acto tuvo que ser sentido como un gravísimo insulto por las familias de las víctimas para las que el Monumento se tuvo que conformar definitivamente como una estructura al servicio de la violencia requeté.

Ese ansia de patrimonialización del edificio por parte de los requetés y ese afán por mirar con agrado un pasado trágico para muchos sectores de la población, sería una respuesta a la decisión tomada por la Diputación el año anterior de desembarazarse del Monumento y cederlo al Obispado. A su vez, también explicaría el posicionamiento de la Diputación de septiembre de 1965, impulsado por Urmeneta, de plantear una primera resignificación del edificio, con el fin de sustraerlo a dicho afán requeté.

A pesar de que algunos se han olvidado interesadamente de la existencia del Tercio Móvil, con el fin de borrar de la memoria el papel carlista en la limpieza política de 1936-1937, fue una unidad más en el recuerdo oficial tradicionalista durante el primer franquismo. En este sentido, tal y como recordó Francisco López Sanz, Sab, el 26 de abril de 1964, entre los nombres de los tercios requetés grabados en las cuatro primeras cruces de Montejurra también estaba el de aquel. Lo cual no es extraño porque el acto de Montejurra fue fomentado inicialmente desde 1939 por la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz (HCVC) que conformó dicho monte y las concentraciones en el mismo, al igual que el Monumento a los Caídos y la marcha a Javier, como lugares y actos de memoria esencialmente requeté, instalando aquellas cruces conmemorativas. Desde su fundación aquel año, el ideólogo principal de la mencionada Hermandad fue José Ángel Zubiaur, caballero subprior de la misma durante todos los años cuarenta e incluso en 1950 cuando era concejal en Pamplona y diputado foral. Zubiaur también el principal representante del carlismo javierista, posteriormente carlohuguista, en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Esa Hermandad entre sus reglas establecía la de “luchar con agresividad castrense, contra la irreligión o las malas costumbres contra todo lo que tienda a desvirtuar el espíritu de la Cruzada, a traicionar la Sangre de los Mártires y de los Héroes, recordando siempre que los muertos nos han de gobernar”.

La inercia asentada con el homenaje a Ezcurra se trasladó a todas las familias del carlismo. El 14 de julio de 1964 la prensa informó de la visita de Carlos Hugo e Irene al Monumento a los Caídos como primer acto de su viaje a Pamplona. “Los animosos y entusiastas jóvenes del Muthiko Alaiak les recibieron con su alegría y los aires de su charanga, acompañándoles entre ovaciones hasta el templo”. “Después de orar, y acompañados siempre por diversas personalidades de la Comunión Tradicionalista, descendieron a la cripta para hacer su ofrenda a los muertos en la Cruzada, depositando una hermosa corona, juntamente con sus oraciones fervorosas”. Como si fueran los únicos muertos a recordar.

El atentado de 22 de diciembre de 1964 contra el Monumento por parte de la organización nacionalista navarra Iratxe, integrada en ETA veinte días después, supuso también un reagrupamiento de todas las tendencias carlistas en apoyo a la memoria común simbolizada por aquel. El 2 de enero de 1965, en un comunicado de la Jefatura Regional Carlista, controlado por el carlismo carlohuguista, firmado por Astrain, se encarecía “a todos los carlistas a la asistencia a los actos de desagravio” organizados por la HCVC por el atentado referido. Se añadía que ya el 23 de diciembre dicha Jefatura había cursado un telegrama al Ministro General del Movimiento de protesta por el mencionado atentado “significación expresa del modo de sentir y pensar de la anti-España, me enorgullece que los que cobardemente así actuaron, dejaran, entre otros, un letrero que decía: Dios, Patria, Rey, es el opio. Quiero significar a V. E (…) nuestro inquebrantable apoyo al espíritu del 18 de Julio. Al mismo tiempo, quiero significarle cual es la Monarquía que odia la anti-España”.

A la par, aprovechando la coyuntura, la HCVC efectuaba el día 3 un llamamiento parecido, pero centrado en la conmemoración del 25 aniversario de dicha entidad, reiterando su “vindicación de la memoria de los muertos navarros en la Cruzada por Dios y por España y de afirmación entusiasta de nuestro amor a la Patria”. En la información del acto el día 5 se decía que estuvo toda la Diputación menos Bañón y Urmeneta, así como los comendadores de la Hermandad de Tafalla, Sangüesa y Aoiz, y que tras la misa hubo juramento renovado de defensa de “la bandera gloriosa de España con el espíritu de la Cruzada hasta morir”.

Estos son los hechos. Sustantivos y ciertos. No como las cábalas y mentiras de algunos.