Acabamos de sufrir otro episodio de lluvias torrenciales el pasado fin de semana, que ha impactado de lleno en la zona de Andia, Arakil y Ultzama. Algunas localidades como Auza, Lezaun o la autovía de Sakana en las inmediaciones de Irurtzun han resultado especialmente afectadas.

En estas fechas se han registrado varios episodios extremos de precipitación en los últimos años: el 22 de septiembre de 2017, en los altos de Ujué se sumaron más de 100 litros por metro cuadrado en 2 horas durante la madrugada, lo que produjo el desbordamiento de la laguna de Pitillas y el anegamiento de la carretera entre Santacara y Pitillas; el 1 de septiembre de 2021 en Tudela se batió récord de precipitación horaria en la capital ribera a primera hora de la mañana. Al mismo tiempo, en la zona de Miranda de Arga y Artajona se produjo el arrastre de un vehículo por el agua a la salida de esta última localidad, del que el conductor pudo abandonar in extremis. Y el 1 y 2 de septiembre del año pasado, en amplias partes de Tierra Estella y la Comarca de Pamplona llegaron a acumularse cerca de 150 litros en 24 horas, con intensidades puntuales poco frecuentes y más de 40.000 rayos detectados en Navarra.

De los estudios realizados por la Agencia Estatal de Meteorología sabemos que la lluvia otoñal en los meses de octubre y noviembre va a más en Navarra y, en promedio, la invernal y estival a menos, aunque lo que realmente si va en aumento es la variabilidad entre unos años y otros. Septiembre es un mes de transición pero los episodios de los últimos años nos van dibujando un futuro que apunta a un régimen pluviométrico mucho más mediterraneizado, incluso con trazas de una torrencialidad propia de latitudes tropicales. No es exclusivo de Navarra ya que en zonas de Aragón o de Castilla La Mancha se encuentran tendencias similares.

Preocupa, y mucho, el aumento de temperatura debido a las olas de calor pero se habla de menos del incremento de agua precipitable en la atmósfera, debido precisamente a ese mayor calentamiento en promedio. Hay dos cócteles explosivos asociados: el primero relacionado con tasas más elevadas de evaporación desde los mares que nos rodean, cuya superficie está más cálida que nunca, por lo que apuntan los últimos estudios en muchos miles de años y, el segundo, por la llegada de aire frío y borrascas en altura descolgándose desde latitudes más al norte. Ambos elementos potencian atmósferas con una capacidad magnificada de dejar grandes aguaceros en poco tiempo.

Todo ello dibuja un riesgo de inundaciones al alza. Se ha visto hace pocos días a gran escala en Centroeuropa. Los costes totales de los daños van a elevarse hasta miles y miles de millones de euros.

De momento los modelos anticipan un mes de octubre donde la lluvia y la inestabilidad van a seguir siendo protagonistas. Los terrenos están otra vez saturados y habrá que estar vigilantes ante posibles episodios que vuelvan a elevar el peligro de desbordamientos o acumulaciones de agua.

Y que nadie se lleve a engaño, tormentas, inundaciones y cambio climático han existido siempre. Pero ahora la ciencia ha demostrado que lo que es inédito en nada menos que los últimos 485 millones de años es la velocidad de cambio, forzada por las emisiones asociadas a nuestros modelos de desarrollo y actividad económica.

*El autor es especialista en riesgos climáticos naturales