Es una auténtica vergüenza que, en un momento de catástrofe natural en Valencia a causa de la reciente DANA, la Liga de Fútbol Profesional, encabezada por Javier Tebas, haya decidido no suspender la jornada. Personas desaparecidas, muertos sumándose en centenas, pueblos incomunicados, etcétera. Este comportamiento muestra una total falta de sensibilidad, ética y responsabilidad moral hacia los jugadores, entrenadores, cuerpo técnico y personal que tienen vínculos familiares y afectivos en Valencia. Muchos de ellos están ahora mismo preocupados por la seguridad de sus seres queridos, incluso en muchos casos llorando sus seres queridos, y sin embargo se les exige salir al campo como si nada estuviera ocurriendo. 

¿De verdad no se podía posponer una jornada? En un año sin Eurocopa ni Mundial, ¿por qué no se puede alargar la liga un mes más si fuera necesario? Hace años, la liga comenzaba en septiembre y terminaba en junio, e incluso en algunos casos en julio cuando era necesario. ¿Acaso es imposible hoy en día adaptar el calendario y priorizar el bienestar y la seguridad de las personas? La gestión de los partidos de Copa también ha dejado en evidencia que el objetivo de la Liga no es otro que mantener el espectáculo a toda costa, pasando por encima de cualquier consideración ética. 

La decisión de no suspender la jornada, de continuar con la programación como si la situación en Valencia no existiera, refleja una desconexión total con la realidad. Se ha dado prioridad a los intereses económicos y comerciales a pesar de la catástrofe que afecta a miles de personas. Señor Tebas, su gestión no solo es insensible, sino que manda un mensaje demoledor: que el fútbol, bajo su dirección, carece de empatía y humanidad cuando más se necesita.

Como sociedad, nos gustaría pensar que el deporte es un reflejo de nuestros valores, de solidaridad y respeto. Sin embargo, este tipo de decisiones refuerza la idea de que la Liga, en manos de Tebas, solo responde a intereses que nada tienen que ver con el respeto a las personas y sus circunstancias. 

Es momento de una reflexión profunda sobre los valores que queremos ver representados en el fútbol. Es inaceptable que se antepongan los intereses financieros a las necesidades y el bienestar de las personas que forman parte de este deporte. Porque el fútbol, señor Tebas, es mucho más que un negocio, o al menos así debería serlo.