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La carta del día

Violencia vial en Pamplona

Violencia vial en PamplonaJavier Bergasa

Anoche, al salir de mi portal, estuvo a punto de atropellarme un patinete. De no haberme retirado a tiempo, me hubiese causado un daño importante, a juzgar por la velocidad a la que se desplazaba. Me despisté, no creí que a esa hora circulasen ya bicis o patinetes por mi acera. La próxima vez saldré del portal en estado de alerta, sea la hora que sea, por la cuenta que me trae.

Los pamploneses hemos aprendido a andar en fila india cediendo el paso a estos peligrosos peatones de hierro. Nos hemos acostumbrado a controlar los cuatros puntos cardinales antes de girarnos a tirar algo a la papelera, ver un escaparate o simplemente, pararnos a charlar con un conocido. Como dice mi vecina Miriam: “¡sólo nos falta el intermitente!”.

Carlos III y la Media Luna son vías muy complicadas para el peatón y hace tiempo que no me atrevo a atravesar la plaza de los Fueros; por la avenida de Zaragoza y por la avenida de Galicia tengo que transitar obligatoriamente y, a las horas punta, voy con auténtico temor.

Cuando he osado recordar a algunos peatones de hierro que deben desmontar para ir por la acera, he sido objeto de todo tipo de improperios: “te jodes”, “a ti que te importa”, “imbécil” y otras lindezas que prefiero no mencionar y es que, no nos olvidemos, estos peligrosos peatones metálicos son seres de rostro duro para los que nada vale tanto como su comodidad. Se sienten impunes porque lo son o al menos, por el momento, lo están, ante la actitud de las autoridades que miran para otro lado.

Es escalofriante ver cómo nos van sorteando por las aceras, como si fuésemos obstáculos de una carrera, a los que caminamos autónomamente, pero también a personas que se desplazan con andador o en sillas de ruedas. ¡Es terrible! Si yo siento miedo, no me puedo imaginar qué sentirán ellos.

A pesar de ir con cinco ojos y uno más, he estado a punto de ser atropellada en varias ocasiones. Conozco a cuatro personas que han sufrido lesiones por este motivo y no leves precisamente: una de ellas estuvo de baja médica quince días, ya que fue atropellada al salir de su portal por una bici. Otra persona, en este caso octogenaria, precisa andador desde que una bici que circulaba por el paso de cebra, le fracturó la cadera. Todo mi ánimo a la persona que estos días ha sido ingresada con lesiones graves en el Hospital de Navarra tras ser atropellada por una bici que, al parecer, también circulaba por la acera. Espero que se recupere pronto. ¿Qué más tiene que ocurrir para que solucionen de una maldita vez este problema?

Increpo a sus señorías porque no se trata de una extendida costumbre que supera la capacidad de control de la Policía Municipal, como se ha dicho en alguna ocasión desde el Ayuntamiento, sino de una infracción en toda regla que se no recibe la sanción que merece y porque los ciudadanos y ciudadanas estamos hartos de salir con miedo a la calle, pero sobre todo, por su falta de voluntad para hacer cumplir la ley. No parece tan difícil ni requiere inversión alguna. Pidan ayuda a otras fuerzas de seguridad, a otras instancias de gobierno; pregunten en otros municipios cómo solucionan este problema; hagan lo que tengan que hacer, pero háganlo ¡ya!

Ayer un patinete estuvo a punto de llevarme al hospital. Yo también soy víctima de la violencia vial que sufrimos los peatones en Pamplona y me siento totalmente abandonada por la autoridad competente.