El Ayuntamiento de Pamplona quiere tener las calles llenas de personas sucias, desnutridas, enfermas y atenazadas por el frío, eso sí iluminadas con luces LED de colores y música navideña.

Desde 2012 hasta hace unas semanas, la Ordenanza Municipal de Alta Exclusión preveía activar el Protocolo contra el Frío –acoger en albergue a las personas sin hogar– “siempre que la temperatura sea de 3 grados centígrados o menor, así como con circunstancias climatológicas especialmente desfavorables como lluvia intensa, nieve u otras circunstancias naturales graves que lo hagan necesario. (…) Es una emergencia humanitaria por la que se pretende que ninguna persona tenga que dormir en la calle cuando hace frío extremo”. Este año, Txema Mauleón (concejal delegado de Acción Social) ha afirmado “en el marco de la ola de frío” haber aprobado “una cuestión novedosa, que es un protocolo de actuación para situaciones de emergencia”. El Protocolo de Actuación para la Atención a las Personas Sin Hogar en Situaciones de Emergencia Humanitaria recién aprobado recoge que se activará con la previsión de bajas temperaturas, con mínimas por debajo de 1º y máximas diarias por debajo de 5º. Con “cuestión novedosa” Mauleón tal vez se refiere a restringir más la acogida, de forma que decenas de personas duerman en la calle a bajo 0º porque durante el día la temperatura llega a 6ºC. Así sucedió el pasado jueves 19, cuando –tras cuatro días de acogida– se expulsó del albergue de Jesús y María a casi un centenar de personas a las que, eso sí, se dio un saco de dormir. En realidad, suelen ser muy escasos los días de invierno en los que la temperatura baja de 5 grados por el día y de 1 grado por la noche, porque los días anticiclónicos suelen traer fuertes heladas por la noche y sol por el día, que sube algo las temperaturas.

Sí tienen derecho las personas que llegan a nuestra ciudad a alojarse durante tres días en el albergue para personas sin hogar, así como a un billete de autobús que les traslade a otra ciudad donde podrán quedarse otros tres días y noches en el respectivo albergue para personas sin hogar; el mismo protocolo que hace unos pocos años se echaba en cara a UPN.

No sirve la excusa de falta de recursos porque tenemos contraída una responsabilidad histórica con los países de los que llegan estas personas a las que negamos sus derechos. Proceden de países ricos en recursos naturales y empobrecidos por las reglas del comercio mundial. Europa, muy pobre en recursos naturales, lleva siglos explotando las riquezas naturales de sus estados. Para sus productos –agrícolas, gas natural, fosfatos, petróleo o minerales– no hay fronteras, pero para las personas levantamos todo tipo de muros y alambradas sin importarnos si se ahogan en el mar cuando tratan de llegar, y ponemos todas las trabas posibles a quienes consiguen llegar. La dificultad de obtener padrón es uno de los grandes obstáculos burocráticos a los que se enfrentan muchas personas migradas, a pesar de que el empadronamiento en el lugar donde se reside es un derecho de todas las personas, ya vivan en un piso, hacinadas en una habitación o debajo de un puente. Sin padrón, los Servicios Sociales no reciben –tampoco la Oficina de Alta Exclusión–, no hay pase para las duchas públicas, ni acceso a la lista de espera para el comedor social o tarjeta sanitaria. Además, la administración está exigiendo el padrón para considerar que una persona reside en la ciudad. Para la burocracia quienes no tiene padrón no existen, así que malviven sucios, sin comer, enfermos y ateridos por el frío y la humedad invernal.

Pues bien, este es el mundo que hemos creado, un daño estructural por el que tenemos una deuda histórica y toca rendir cuentas, no vale decir que no hay recursos suficientes. Es de humanidad y de justicia que ayuntamientos y Gobierno de Navarra redistribuyan nuestros impuestos y aúnen fuerzas para que en esta situación de emergencia humanitaria nadie en Navarra duerma en la calle o pase hambre. No existe un efecto llamada; existe un efecto expulsión de sus territorios provocado por nuestro sistema económico al que sólo importa sacar el máximo beneficio sin tener en cuenta las víctimas humanas y la destrucción de la naturaleza que deja a su paso.

Por nuestra parte, el Ayuntamiento puede apagar la parte proporcional de bombillas de Navidad que nos corresponde (439.882€ dedicados este año) y destinarla a techo y comida para todas estas personas que están en la calle, dando un paso hacia la corresponsabilidad y la justicia social.

PIM-MIG. Punto de información para personas migradas / Pertsona migratuendako Informazio Gunea