Desde hace un par de años, más o menos, el Casco Viejo de Iruña, especialmente la zona de San Lorenzo, Descalzos, Plaza de la O y demás calles anexas hasta llegar a la plaza de San Francisco, se está convirtiendo en una suerte de banlieu parisina, donde grupos de jóvenes magrebís campan, roban y trapichean a sus anchas, ante la dejadez de las autoridades municipales. Qué gravedad habrá alcanzado el asunto para que el presidente de la Asociación de Marroquíes en Navarra escribiera en estas páginas el pasado 11 de octubre una carta disculpándose en nombre de su comunidad. Prácticamente todas las semanas aparece alguno de ellos en las páginas de sucesos. Lo mejor de todo es que, a pesar de ser muchos de ellos multireincidentes y de hallarse en una situación administrativa irregular, sin papeles, acaban en la calle horas después de declarar en comisaría.
Así, te puedes encontrar noticias de jóvenes con 10 detenciones, por ejemplo, que siguen en la calle haciendo lo que les da la real gana. Esta tomadura de pelo la pagamos el vecindario del Casco Viejo y Rotxapea en buena parte. ¿Qué pueden pensar de nosotros?, pues que somos gilipollas. No es ninguna tontería, la inseguridad se siente a ciertas horas, cuando te cruzas con alguno de estos grupos, que viven del aire al parecer, pues los ves de fiesta en cualquier franja horaria.
A todo esto, le acompaña el empeño de unas gentes, unos tontos útiles irresponsables, que se dedican a exigir de malas formas a que se les conceda a estos sujetos empadronamiento, renta de inclusión y tarjeta sanitaria, amparándose en una supuesta deuda histórica de carácter colonial. Uno de estos grupos llamado Apoyo Mutuo ha sido denunciado en estas páginas por personal del albergue de Trinitarios y del Hospital de Navarra, por sus formas expeditivas para exigir albergue y atención sanitaria a esta gente recién llegada. Estos días, otra de las asociaciones atiende a personas vulnerables, París 365, ha decidido anular las cenas daban en el comedor de la calle San Lorenzo porque algunos de los magrebís que atendían se dedicaban a trapichear con drogas y a montar follón. En su escrito no los mencionaban expresamente, pero el vecindario ya sabemos de quién se trata. En Navidad, entre otras historias, apuñalaron a un joven en la Calle Bosquecillo para robarle. Con suerte sólo salió herido. Si hubiera muerto, tampoco pasaría nada, pelillos a la mar, no criminalicemos arbitrariamente.
En fin, espero de una vez por todas que el Ayuntamiento se pronuncie sobre este tema, en un sentido o en el otro, bien acabando con la impunidad de esta gentuza o bien dejándonos claro nos las tenemos que apañar por nuestra cuenta, poniéndonos a la altura de las circunstancias, con spray de pimienta y machete. Quedo a la espera de noticias.