Todos lo sabían, un documental que se estrenó la semana pasada en Pamplona. Se acerca de forma nada morbosa a los abusos sexuales en la infancia por personas relacionadas con la Iglesia en Navarra. Asistí a la inauguración. Asistieron el obispo y el vicario: fui testigo de que saludaran a uno de los afectados. Eso ayuda: es mirar el problema de frente.
Tengo que dar las gracias a todas las personas que habéis tenido el valor de compartir vuestras historias de abuso sexual. Gracias por vuestro valor. Os estáis beneficiando emocionalmente con este gesto, os estáis liberando. Además, ayudáis a todos los que están en la misma tarea emocional. Hacéis más natural compartir el abuso, lo cual es un gran paso. Ayudáis a definir los estándares de conducta por debajo de los cuales nada debe quedar impune. Ayudáis a la construcción de una sociedad más justa en momentos en que el genocidio de Gaza nos acerca a la desesperanza en lo colectivo.
¿Todos lo sabían? ¡Todos lo sabíamos! El film, que dedica una buena parte a las atrocidades cometidas por Don José Sanjulián Luna en el colegio del Puy de Estella, era vox pópuli en mi pueblo mientras eso pasaba. Soy coetáneo de los que lo sufrieron pero yo me libré de ir a ese colegio. ¡Quién sabe cómo hubiera sido mi vida de haber caído allí! Todos los chicos lo sabíamos y muchos mayores también. Nunca pudimos imaginar que eso fuera a tener otro destino que no fuera el que morirían con nosotros en silencio. El mundo nos ha dado más de lo que imaginábamos. Parece que no me resignaba a eso cuando hice una alusión de pasada en mi novela Fantasmas de nuestra guerra ( Ed. Eunate, 2016). Aludí también al asesinato muchos años antes de un homosexual, Juaquinito, al que tiraron por el puente del Azucarero de Estella una noche. Se ahogó. Sabido por todos los de entonces y transmitido por mi madre.
Tres generaciones, tres infamias: Juaquinito, asesinatos de la Guerra Civil, colegio del Puy. Juaquinito: impune y silenciado; asesinatos de la Guerra Civil: impunes y desenterrados tres a ocho décadas después. Abusos sexuales del Puy: impunes y algunos compartidos cinco décadas después. ¿Qué haremos con los cuatrocientos asesinatos de Gaza en un solo día?
Pero todo se hace más complejo en mi vida. Más complejo que ese blanco y negro, buenos y malos al que nos acostumbramos y nos acostumbran para simplificar y vivir tranquilos. Hace unas semanas un colega mío era denunciado. Imaginé el impacto que eso estaría generando en él, en su entorno familiar, en su revisar su vida. Sufrí empáticamente su momento personal y quise hacérselo saber. Había sido denunciado por abusos sexuales. Debe afrontar las consecuencias de lo que hizo, por supuesto. Pero, además, sufrí por él, por su vida, y a la vez también por las vidas de mis compañeros de Estella cargadas con los abusos. Trenes que chocan en mi interior.
Solo se vive una vez, desgracias que la ensombrecen. Los cuatrocientos de Gaza no han vivido ni una sola vida entera, los niños de Gaza apenas asomaban a ella.
* El autor es psiquiatra, otro niño