El jueves 13 se preestrenaba en Golem el documental de Iratxe Pérez Barandalla sobre los abusos de pederastia en la iglesia en Navarra. No tenemos formación para evaluar técnicamente lo que vimos, pero sí tenemos experiencias como las que presenta la película. 

Por desgracia, bastantes de los asistentes, invitados por pertenecer a asociaciones de víctimas, comprendíamos el sufrimiento que expresaban nuestros compañeros. Nos costaba a veces mantener la mirada en la pantalla.

El coro Erreniaga cantó al comienzo de la proyección con pequeñas luces en la mano, las perdidas inocencias de aquellos niños que fuimos. El final, con todos los presentes en pie, fue un continuado aplauso a los protagonistas y técnicos que han hecho esta película.

Como le dije a Iratxe, -no has hecho un documental, es una película de sentimientos-. Equilibrada sin caer en el morbo y bella por envolver los duros testimonios en entornos preciosos. Es un canto a la lucha y superación, incluso en el reconocimiento de las pérdidas personales como consecuencia de los abusos. Es un canto a la dignidad de los abusados, el reclamo de una justicia liberadora y reparadora por los daños que nos causaron.

La Archidiócesis de Pamplona Tudela se propone asumir la reparación tras el reconocimiento y la petición de perdón. Ya nos lo habían pedido antes afirmando que no sabían nada. Ahora es diferente. 

Esa misma mañana la radio emitió una entrevista con el arzobispo en la que decía que le gustaría ver la proyección. Por si alguno pensábamos que era una forma de quedar bien, estábamos equivocados. Don Florencio Roselló asistió a la película documental. Aquí le repito lo que le dije personalmente en la sala. -Es usted un valiente-.

* En nombre de Avipiren (Asociación de Víctimas de Pederastia de Instituciones Religiosas en Navarra)