Recientemente, tuve la oportunidad de conversar con Paolo di Lazzaro, un físico italiano experto en la reliquia más importante de la cristiandad: la Sábana Santa de Turín. Según este científico, el lienzo contiene dos imágenes, una frontal y otra posterior, de un hombre que ha sido crucificado y torturado como se describe en los Evangelios
En la Sábana, además de las imágenes, hay varias marcas. Por un lado, hay manchas de agua, probablemente generadas al apagar un incendio ocurrido en 1532, cuando la Sábana se encontraba en Chambéry, Francia. También hay varios agujeros quemados debido a que estaba guardada en una caja decorada con plata, cuyas gotas fundidas cayeron sobre el lienzo. Asimismo, hay manchas de sangre en el pecho, en las zonas correspondientes a los clavos, y, finalmente, marcas de azotes en todo el cuerpo, especialmente en la espalda.
El análisis más completo de la Sábana se realizó en 1978 por un grupo de científicos, en su mayoría estadounidenses, bajo el proyecto Shroud of Turin Research Project (STURP). Durante cinco días y noches trabajaron 24 horas al día con las mejores herramientas analíticas disponibles en ese momento. Esto dio lugar a unos 30 artículos publicados en revistas científicas internacionales de gran prestigio.
El STURP descubrió que la imagen de la Sábana no es una pintura ni una quemadura. No tiene direccionalidad (es decir, no hay sombras) y sus tonalidades no se deben a un color diferente, ya que todas las fibras coloreadas tienen el mismo valor en la escala de color RGB. Las tonalidades dependen más bien de cuántas fibras coloreadas están juntas. Además, este efecto, conocido como “efecto de halo”, contiene información tridimensional posiblemente relacionada con la distancia entre el cuerpo y el lienzo.
En 1980, durante una conferencia de prensa, los responsables del STURP concluyeron: “La imagen de la Sábana es la de un hombre real, crucificado y azotado, y no es el producto de un artista”. Es imposible que un artista cree fibras coloreadas de solo 20 micrómetros de ancho junto a fibras no coloreadas, debido a la complejidad microscópica de la Sábana. Por no hablar de que análisis recientes han mostrado que la profundidad del grabado es de solo 0,2 micrómetros. Una micra es la milésima parte de un milímetro, y este espesor es cinco veces menor que esa micra. Si no es una pintura, ¿qué causó la imagen? Es el resultado de un proceso desconocido que oxidó y deshidrató las moléculas de glucosa que forman la celulosa del lino, un proceso de envejecimiento acelerado.
Aunque se han realizado numerosas tentativas para reproducir la imagen de la Sábana desde 1920, ninguna ha logrado replicar todas sus características. De todas ellas, la que ha dado mejores resultados ha sido una liderada por el propio Paolo di Lazzaro en el Centro de Investigación ENEA di Frascati, utilizando luz ultravioleta para producir una reacción química en la superficie del material sin que este se caliente.
Cada hilo de la Sábana está formado por unas 200 fibras, y cada fibra está envuelta por una superficie muy delgada llamada la pared celular primaria. La pared celular primaria tiene un grosor de 0,2 micrómetros, exactamente como la profundidad de penetración del color en la Sábana Santa. Eso significa que el color de la Sábana penetra solo en la pared celular primaria que rodea cada fibrilla. Pues bien, el equipo de Paolo, con unos experimentos que duraron dos años, logró colorear esos 0,2 micrómetros de espesor con la luz ultravioleta. Incluso logró este efecto de halo que vieron los investigadores del STURP. Asimismo, consiguieron verificar la química que hay detrás del proceso. Utilizaron un espectrómetro de última generación con un microscopio para analizar las moléculas presentes. Los resultados mostraron que la luz ultravioleta altera la composición química de las fibras, creando cambios que hacen que la tela absorba la luz violeta-azul y así se muestre un tono amarillo, generando así el contraste necesario para que la imagen sea visible.
En resumen, el equipo de Paolo di Lazzaro logró una coloración con luz ultravioleta que comparte la mayoría de las características físicas y químicas de la imagen en la Sábana Santa. Aunque no se puede afirmar que la imagen fue creada por luz ultravioleta emitida por un cuerpo radiante, los resultados científicos sugieren que no es imposible. Y, claro, el tema de si esa imagen fue generada por el cuerpo glorioso de Jesús tras resucitar es algo que ya entra también en el ámbito de la fe. Lo que no cabe duda es que la Sábana Santa sigue siendo un misterio, un artefacto único que desafía explicaciones naturales conocidas, además de encajar con el Sudario de Oviedo, tanto en la posición como en el tipo de las manchas de sangre: AB.
El autor es profesor de la UPNA