Síguenos en redes sociales:

La carta del día

Acoger transforma vidas. Y también la tuya

Acoger transforma vidas. Y también la tuyaUnai Beroiz

El Día Internacional de las Familias nos recuerda que hay tantas formas de familia como maneras de cuidar. Entre todas ellas, también estamos las familias acogedoras: hogares que ofrecen estabilidad, cariño y un entorno seguro a niños, niñas y adolescentes que, por diversos motivos, no pueden vivir con su familia de origen.

Hablar de acogimiento familiar es hablar de vínculos que se construyen día a día. Es hablar de presencia, de escucha, de lo que ocurre cuando alguien te espera al llegar a casa, cuando te preguntan cómo te ha ido el cole, cuando hay una rutina, una merienda, una historia antes de dormir.

En Navarra, hoy, hay alrededor de 250 familias acogedoras. Algunas son familia extensa –cuidan a nietos, sobrinas, hermanos– y otras, como la nuestra, acogen sin haber tenido un vínculo previo. Todas compartimos lo mismo: la convicción de que la infancia merece ser acompañada, sostenida y mirada con respeto.

Y lo hacemos desde la vida real. No desde lo extraordinario, sino desde lo cotidiano. Porque acoger no es hacer magia: es estar. Estar cuando hay deberes, cuando hay rabietas, cuando hay logros. Estar sin condiciones. Estar con el corazón.

En nuestra familia decidimos acoger después de un proceso reflexivo y muy consciente. Nos hicimos preguntas –¿cómo cambiaría nuestro día a día?, ¿cómo afectaría a nuestra familia?, ¿estaremos a la altura?–, buscamos información, valoramos lo que suponía y hablamos sobre lo que podíamos ofrecer. No teníamos todas las respuestas, pero sí sentíamos que estábamos preparados para compartir afecto, estabilidad, una vida en común donde crecer conjuntamente.

Así fue como, un día, llegaron a nuestra casa dos hermanos. Al principio todo era nuevo, para ellos y para nosotros. Aprendimos a mirar más allá de las palabras, a entender sus silencios, a celebrar cada pequeño avance. A veces bastaba una rutina compartida, una risa inesperada, una mirada tranquila antes de dormir para saber que algo estaba floreciendo. No siempre ha sido fácil, pero sí profundamente significativo. Porque en ese dar, también hemos recibido muchísimo.

Con el tiempo aprendimos que las certezas no vienen antes, sino después. Que muchas respuestas se construyen caminando. Y que nunca se camina del todo sola.

Acoger no es solo una decisión personal. Es también un acto colectivo, una manera de cuidar como sociedad. Es creer que, con apoyos adecuados, cada niño, niña y adolescente ha de poder crecer rodeado de afecto y de oportunidades.

Si alguna vez te lo has planteado, si esa idea te ronda, pero no sabes por dónde empezar, da un paso más. Infórmate, pregunta, escucha otras historias. En Navarra, Magale puede ayudarte a entender mejor qué significa acoger y cómo dar ese primer paso con acompañamiento y confianza.

Y si ya estás acogiendo y aún no conoces Magale, te animo a acercarte. Porque contar con una red de apoyo marca la diferencia. Poder compartir lo vivido, expresarte sin miedo al juicio, saber que hay otras familias que entienden lo que vives… eso también forma parte del bienestar familiar.

Ser familia de acogida no nos define, pero sí nos transforma. No por lo que damos, sino por todo lo que creamos con quienes acogemos: confianza, vínculo, seguridad.

Y aunque no todo el mundo pueda acoger, sí todas las personas podemos implicarnos. Apoyando. Difundiendo. Acompañando. Porque toda la infancia es responsabilidad de todos.

Cada paso cuenta. Y a veces, todo empieza con una conversación. Si quieres saber más, entra en www.magale.org.

La autora es madre de acogida y socia de Magale