En los pasados cursos de verano de las universidades navarras, se llevó a cabo el curso Museos y sus comunidades, dirigido por Fernando Echarri y María Ozcoidi-Moreno del Museo Universidad de Navarra, en el cual participé en una mesa de diálogo junto con Emilio Varela y Ana Rosa Sánchez, titulada “El futuro de los museos y sus cuidados”. Extraigo algunas de las reflexiones que hice.
El museo actual es el gran cofre donde se custodian y se muestran los tesoros creados por las generaciones anteriores. Es el lugar donde se puede ver, admirar, tocar en ocasiones, aprender de las obras maestras del arte. Es un papel fundamental porque es el único espacio accesible donde se alberga el arte. Las personas con inquietudes culturales/artísticas sí tienen a los museos como espacios de referencia a visitar con cierta asiduidad. El resto de la gente, si lo hacen, solo cuando se ponen en el papel de turistas y porque les recomiendan las guías de turismo. El museo es víctima de la situación actual, el desinterés por la cultura, por el arte. En grandes franjas de la población también va perdiendo el valor de referente cultural. Además, internet con sus redes sociales, sus páginas web de cada nuseo, las visitas virtuales que se pueden hacer a las diferentes colecciones… hace que la gente ya no sienta la sorpresa que quiere el museo, les da la impresión de que ya han estado sin estar.
La evolución de la institución museística puede evolucionar de tres maneras diferentes: o se convierten en espacios de entretenimiento donde la gente vaya en busca de experiencias con el arte como excusa; o siguen siendo espacios de culto, donde la visita se torna en una necesidad artística de conocer in situ la obra de arte; o es una mezcla de ambas ideas. Es muy difícil competir con la multitud de propuestas de entretenimiento que se nos ofrece en la calle, extramuros del museo, y por otro lado, si el museo sigue siendo en exclusiva ese espacio casi sagrado, se quedará aislado de las corrientes sociales. Quizás deba combinar esas dos maneras de ser, crear maridajes de arte con experiencias, juegos, charlas, etcétera. Así como un restaurante no puede competir con las catas de vino de una bodega, crea maridajes entre el vino y la comida (su especialidad y esencia) acompañándolos del baile y la fiesta. El museo no puede perder su esencia, su gran valor sigue siendo lo que alberga en su interior, no lo que trae para acompañarle. El restaurante vende su comida como valor, no el vino, ni la fiesta. Si has comido a gusto y lo acompañas bien, todo fluye y lo más seguro es que repitas. El objeto no puede perder valor. Aunque estamos en una sociedad de no-objetos, de no comprar arte, sino de comprar experiencias, el lugar que mantenga los objetos artísticos tendrá un doble valor, porque tendrá algo exclusivo que mostrar.
Avanzamos hacia una sociedad más tecnificada, más interconectada, donde la inmediatez de la información es un hecho, donde ya no hay secretos, espacios desconocidos, objetos a descubrir, todo está al alcance en la red. Una sociedad, que pese a la interconexión virtual, se mueve más, viaja más, quiere estar en todos los lados, quiere vivir continuas experiencias y si es al otro lado del mundo, mejor. Pero también avanzamos hacia un colapso medioambiental, donde la movilidad de las gentes y las mercancías la está llevando al abismo. Seguir a este ritmo de consumo y de viajes, acelera el final. Así, por un lado, lo razonable es parar, valorar lo cercano, el Km-0, la economía circular; y por otro, el consumo nos incita e invita a seguir el ritmo frenético de más y más experiencias. Experiencias que por otro lado, son rápidas, fugaces, sin profundidad, sin calado, que se olvidan rápidamente para que busques más… La mirada nueva tiene que ser una vuelta a lo local, a valorar lo que se tiene al lado, sin perder el contacto con lo externo, ese contacto nos vendrá vía virtual. El museo debe ser importante para su comunidad, que le sirva a ella, aunque se muestre a todo el mundo. El museo del futuro debe ser un espacio habitable donde se conviva, se aprenda y se experimente, con la exigencia de la calidad, de lo bien hecho.
Propongo algunas ideas para tender puentes entre la sociedad y los museos que, redunden en el bienestar social y personal de la ciudadanía:
• Que los espacios se abran a la gente, que se expandan para el uso diverso. Cambiar la forma de relacionarse con el visitante, incorporando a la comunidad que le rodea.
• Crear espacios gratuitos de relación, en contraposición de los centros comerciales
• Que el museo tenga diferentes voces, diferentes interpretaciones de lo que muestra.
• Museo para la vida, no solo como mausoleo y panteón de artistas muertos. Que se transformen en museos habitables, donde se conviva, se aprenda y se experimente, siendo exigentes en la calidad.
• Recuperar a los/las artistas olvidadas, visibilizarlas.
• Apoyar al sector artístico local como valor de la sociedad actual, que sean mediadores entre el público y la obra de arte.
• Potenciar el deleite de la contemplación silenciosa y pausada del arte.
• Generar preguntas y analizar las respuestas que el arte ha ido dando a lo largo de la historia.
• Generar visión crítica, un lugar de intercambio de conocimientos creando diferentes espacios que generen diferentes actividades: arte actual, arte experimental, arte urbano, arte consagrado, mercadillo del arte, cafetería dentro del museo, conciertos, recitales y presentaciones de libros, debates, discusiones…
• Crear espacios exclusivos para proyecciones efectistas creadas por la IA, generar experiencias inmersivas con las obras de la colección del museo.
• Potenciar el intercambio entre museos, dialogar entre ellos, crear itinerancia de obras y de artistas.
• Implicar a las empresas para patrocinios y apoyos a la difusión.
El museo del futuro tiene que estar abierto a toda expresión artística, a todo pensamiento, a toda transgresión, a todo revisionismo. Todas las fuentes creativas son interesantes a priori y el pensamiento de cada cual lo pondrá es su sitio personal. El museo tiene que abrir mentes, cuestionar, hacer preguntas, imaginar el futuro y también deber mostrar lo ya asentado, lo ya admitido, lo ya archivado para la colección.