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La carta del día

Ilia Galán Díez

Dirigentes y dirigidos

Dirigentes y dirigidosEP

Iba a cumplir los noventa y murió el mítico personaje, había sido guerrillero, luchó por el pueblo: José Mugica. Llegó a ser presidente de su país, Uruguay.

Este representante clave de la izquierda iberoamericana fue llamativo por su vida sencilla incluso cuando gobernó desde 2010 a 2015. Quien estuvo en prisión durante tres años llegó a la cúspide del Estado uruguayo. Casi todo su salario mensual lo daba a organizaciones benéficas para pobres y pequeños empresarios, el 90%... Lo llamaron presidente filósofo, seguía conduciendo personalmente su viejo automóvil aun en actos oficiales. Su vida poco cambió como dirigente, y en asuntos esenciales fue coherente e intentó ser justo, sin someterse a las presiones internacionales de los grandes capitales. Siguió cultivando su tierra, cuidando de sus perros, opuesto al consumismo, a los privilegios del poder y al lujo.

Entre la verborrea planetaria, donde nuestros grandes países se declaran falsamente democráticos, destacan estos hechos, mucho más que las palabras. Nuestros dirigentes en España, Europa, América y parte de Asia son mayoritariamente carroña, putrefacción moral, gentuza que trepa las estructuras del poder para beneficiarse mutuamente, ineptos y sin una verdadera ética. Lo vemos a izquierda y derecha: constituyen una repulsiva partitocracia donde los cretinos se colocan y amparan mutuamente, tribus, chusma infecta que roba el poder y que supuestamente nos representan.

También murió el papa Francisco, hombre que quiso ser más sencillo que sus precedentes vaticanos, más cerca de Jesucristo que de los cesaropapistas. No es lo mismo el cristianismo que el vaticanismo. Se trata de seguir al Maestro bueno, al buen pastor, más que a los clérigos e incluso que a los santos, por mucho que buena parte de sus vidas sirva como modelo. También el nuevo papa parece seguir las huellas sencillas de santos como Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y tantos otros... Entregándose y entregando, también de lo que tienen, sin derrochar en lujo lo que otros necesitan y requieren. ¿Qué amor hay si uno consume tontamente lo que tantos angustiosamente necesitan? El nuevo obispo de Roma, León XIV, cuando lo era en Perú o Roma y volvía a su patria no se alojaba en hoteles, sino en la casa de su hermano, y aun siendo cardenal se conformaba con el cuarto de huéspedes de los Agustinos, a los que sigue humildemente visitando. Dirigentes sencillos, no ostentosos como los reyes pomposos y onerosos que vivían a costa del pueblo para fomentar su fama por medio de cortes lujosas, entre artes y ceremoniales mientras sufrían los campesinos.

Tanto en el cristianismo como en democracia nuestras cabezas han de ser honradas y sencillas, no vivir, como antiguamente hacían, a costa de los de abajo, sino para ayudarles, pues son quienes les elevan, y quienes suben lo han de hacer para ayudar a los demás.

El autor es escritor