Innovación colaborativa para el futuro de Navarra
El sector agroalimentario, tan estratégico para Navarra, enfrenta desafíos como la digitalización, la sostenibilidad o los cambios en el consumo
En un contexto global marcado por desafíos constantes en lo económico, lo social y lo medioambiental, hay una idea que se vuelve incuestionable: sin innovación, no hay progreso real. Estas palabras no son solo inspiradoras, sino que constituyen el fundamento real sobre el que debemos construir un modelo de desarrollo más justo, competitivo y resiliente.
Desde el Gobierno de Navarra, entendemos que invertir en I+D+i es una estrategia esencial. Es el camino más directo para fortalecer la competitividad de nuestro tejido productivo, aportar valor añadido a la sociedad y mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Innovar no es solo avanzar tecnológicamente, es también generar empleo de calidad, promover el bienestar social, cohesionar el territorio y proyectarnos hacia el futuro.
Con este enfoque, uno de nuestros objetivos prioritarios como Gobierno es impulsar activamente todos los procesos de innovación, especialmente en un territorio como el nuestro, con una vocación industrial muy definida y un ecosistema empresarial compuesto mayoritariamente por pymes. Que cerca del 30% del PIB navarro provenga del sector industrial no es un dato menor: refleja una economía robusta, pero también una necesidad urgente de evolucionar hacia un modelo más moderno, sostenible y basado en el conocimiento.
Esta visión se traduce en hechos. La inversión pública del Gobierno de Navarra en I+D+i ha experimentado un crecimiento constante y decidido, pasando de 147,36 millones de euros en 2019 a 198,16 millones en 2025. Más de 50 millones de incremento en seis años que evidencian la apuesta clara por situar la innovación en el corazón de nuestras políticas de desarrollo.
En este camino, la colaboración entre lo público y lo privado es clave con ejemplo como IRIS Navarra, nuestro Polo de Innovación Digital. Las administraciones no podemos asumir solas el peso de la innovación, pero sí tenemos el deber de facilitar que se produzca. Eso significa eliminar obstáculos burocráticos, simplificar trámites y adaptar nuestras herramientas a las realidades de cada empresa. Porque cada organización parte de una situación distinta, y solo comprendiendo esa diversidad podremos hacer que la I+D+i se extienda de verdad a todo el tejido productivo.
Además, Navarra cuenta con una ventaja competitiva importante: un ecosistema de innovación bien articulado a través del Sistema Navarro de I+D+i (SINAI), que concentra talento, conocimiento y capacidades científicas de alto nivel gracias a un sector empresarial dinámico, así como una red de centros tecnológicos y universidades que ya están obteniendo resultados excelentes. Un ejemplo revelador: cerca del 60% de las publicaciones científicas de nuestro país están ligadas a universidades, lo que evidencia el enorme potencial existente.
Pero el conocimiento, por sí solo, no es suficiente. Debe estar al servicio de objetivos concretos. La pregunta que siempre debemos hacernos es “¿para qué innovamos?”. Y la respuesta es clara: para mejorar nuestras empresas, dar respuesta a los retos sociales, dinamizar la economía y convertir ese conocimiento en soluciones reales y aplicables.
Desde el Departamento de Universidad, Innovación y Transformación Digital trabajamos con ese propósito: fortalecer y facilitar la innovación, y consolidar a Navarra como un referente en desarrollo tecnológico e innovador. Entre otras iniciativas, hemos activado programas como las ayudas a la contratación de personal investigador, tecnólogo o doctorandos industriales, así como los Bonos SINAI. Todos estos instrumentos, dotados con más de 2,5 millones de euros, están pensados específicamente para apoyar a nuestras empresas, especialmente a las pymes, ya que muchas veces necesitan mayor impulso para integrar la innovación en sus procesos diarios.
Pero el apoyo a la I+D+i va más allá del presupuesto. También es necesario innovar en la forma de regular. Un buen ejemplo es el proyecto pionero del Sandbox AgriFoodtech, que hemos puesto en marcha junto al Gobierno de España y La Rioja. Se trata de un entorno experimental que permite a las empresas ensayar nuevas tecnologías agrícolas, ingredientes alimentarios o procesos de producción más eficientes, todo ello con respaldo jurídico y sin trabas administrativas innecesarias. En un planeta donde se deberá producir un 70% más de alimentos con menos recursos, este tipo de iniciativas no solo son oportunas, sino que resultan esenciales.
El sector agroalimentario, tan estratégico para Navarra, enfrenta grandes desafíos como la digitalización, la sostenibilidad o los cambios en el consumo. La única forma de abordarlos con garantías es a través de la innovación, y eso requiere flexibilidad, seguridad jurídica y una regulación que acompañe, no que limite. El sandbox representa un antes y un después en esta forma de trabajar, y lo hemos liderado desde aquí, con la convicción de que la innovación debe estar en el centro de nuestra estrategia.
En definitiva, Navarra cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un modelo europeo en innovación: una sólida base industrial, talento investigador y una apuesta institucional decidida, que nos ha llevado a estar entre las comunidades autónomas más destacadas en lo referido a atracción y retención de talento, peso del empleo tecnológico y activos intangibles. Pero lo más importante es que tenemos claro que la innovación no es un fin, sino un medio para construir una sociedad más justa, inclusiva y preparada para lo que viene.
Por eso, este camino solo puede recorrerse con el compromiso de todos: empresas, universidades, centros tecnológicos, ciudadanía y administraciones. Solo sumando esfuerzos conseguiremos hacer de Navarra una comunidad más innovadora, fuerte y competitiva. El progreso no es una meta que se impone, sino un proceso colaborativo que se construye, día a día, con visión, cooperación y conocimiento. Y en ese proceso, la innovación seguirá siendo nuestra mejor aliada.
El autor es consejero de Universidad, Innovación y Transformación Digital del Gobierno de Navarra