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Tribuna

¿Es justificable la violencia en defensa propia?

¿Es justificable la violencia en defensa propia?EP

La violencia, en todos los casos, incluyendo la urgente defensa propia y de terceros, es inmoral. No es lo que opino y muchas veces no es lo que “me gustaría” –mi impulso primario– es lo que tengo que aceptar y divulgar, porque lo dice la ciencia que, en contraposición, demuestra que los únicos métodos eficientes de defensa son los pacíficos, empezando precisamente por el ordenamiento natural, espontáneo de las sociedades, y luego otros como la prevención, disuasión, negociación, influencia sicológica, liderazgo, etcétera.

Quienes no acepten este postulado científico serán cómplices de gravísimos hechos que los perjudican a ellos, a sus familias y amigos y a la sociedad en general, si no se toman el trabajo de intentar demostrar científicamente lo contrario. Es decir, tienen la grave obligación de explicar por qué la violencia es, en algún caso, válida, o aceptar que nunca lo es. Por cierto, para cualquier demostración científica no bastan los hechos empíricos, sino que estos deben estar respaldados, explicados y desarrollados por un cuerpo teórico racional, científico, serio.

Porque todos aquellos que justifican a la violencia argumentan que los hechos empíricos (la realidad) los respaldan, lo que es absolutamente falso, por el contrario, los hechos empíricos muestran de manera concluyente que la violencia siempre destruye, empeora cualquier situación. Pero aun suponiendo que la realidad les diera la razón, no basta con eso, sino que esas realidades deben estar respaldadas por un desarrollo teórico racional, científico, serio.

Empecemos por estudiar qué es una ciencia. Según Jacques Maritain, uno de los filósofos modernos más respetados, la ley científica no hace jamás otra cosa que extraer, de manera más o menos directa, más o menos desenvuelta, la propiedad o la exigencia de un cierto indivisible ontológico, que no es otro que aquel que los filósofos llaman bajo el nombre de naturaleza o esencia.

Es decir, la ciencia –la verdadera ciencia– se limita a descubrir y explicar lo que de hecho ya ocurre en la naturaleza, como la ley de la gravedad o las reacciones químicas, muchas veces utilizando un lenguaje científico como lo son las matemáticas. Y la técnica, la tecnología, aplica estas leyes científicas para desarrollos, precisamente tecnológicos.

Bien, ahora que sabemos lo que es la ciencia, veamos por qué la violencia es inevitablemente destructiva y, por ende, no se la puede justificar racionalmente.

Dice Aristóteles, concluyendo una larga lista de filósofos, que “… siempre que fuera de los seres existe una causa que los obliga a ejecutar lo que contraría su naturaleza o su voluntad, se dice que estos seres hacen por fuerza lo que hacen... Esta será, pues, para nosotros la definición de la violencia y de la coacción: hay violencia siempre que la causa que obliga a los seres a hacer lo que hacen es exterior a ellos; y no hay violencia desde el momento que la causa es interior y que está en los seres mismos que obran”.

Y agrega santo Tomás de Aquino, tomándolo de Aristóteles, que: “La violencia se opone directamente a lo voluntario como también a lo natural, por cuanto es común a lo voluntario y a lo natural el que uno y otro vengan de un principio intrínseco, y lo violento emana de principio extrínseco”. Así, Etienne Gilson asegura que para el Aquinate “Lo natural y lo violento se excluyen, pues, recíprocamente, y no se concibe que algo posea simultáneamente uno y otro de estos caracteres”.

Así pues, queda claro que es violencia aquello que se opone a lo voluntario o a lo natural, todo aquello que es extrínseco. Es decir, la violencia, precisamente, es extrínseca a las personas, es extrínseca al desarrollo natural, a la naturaleza, por tanto, es destructiva, desordenadora, y no solo no conforma una ley de la naturaleza que merezca un estudio científico, sino que, por el contrario, destruye lo natural y su desarrollo (científico) espontáneo, dice la ciencia.

Y ¿qué es la moral? Existe la muy errónea idea de que es un conjunto de normas establecido o dictado por alguna autoridad, estatal, civil, cultural, religiosa o de cualquier índole que debe ser cumplido para ser una buena persona. Esto, definitivamente, no es verdad. Nadie tiene autoridad suficiente como para establecer o dictar una moral.

La moral es una ciencia. Es la ciencia que –como toda ciencia, como ya vimos– estudia y describe las leyes de la naturaleza, en este caso para que el hombre se desarrolle plenamente. De aquí que la violencia es inmoral en todos los casos, precisamente porque viola el desarrollo natural de las personas.

Así las cosas, es un hecho que el ser humano va evolucionando históricamente y comprendiendo que la violencia es inmoral. En la Edad Media, por caso, la tortura y el asesinato eran justificados por razones ideológicas, religiosas e, incluso, solo por el capricho del señor del condado. Hoy esto es impensable, al menos teóricamente. Así, a medida que las sociedades, los seres humanos van madurando, adquiriendo sabiduría e inteligencia, van descubriendo, conociendo y aceptando los postulados científicos.

Lamentablemente, esta maduración es muy lenta y todavía existe una enorme mayoría que justifica a la violencia en determinados casos como la supuesta defensa urgente, y esta es una reacción primitiva, primaria –del ser humano en tanto animal– que no solo no se preocupa por racionalizar el tema, sino que desprecia la posibilidad de racionalizarlo ensalzando esta reacción primitiva en favor de la violencia. Cometen de este modo una grave complicidad con actos seriamente inmorales.

El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California