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Tribunas

La República Saharaui existe

La República Saharaui existeUnai Beroiz

Ni disputa regional ni plan de autonomía: el Sáhara Occidental es la última colonia de África, y su independencia es un derecho inalienable que Marruecos no podrá enterrar. La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) no es un proyecto ni un símbolo vacío: es un Estado que existe, gobierna, resiste y participa en la vida política africana con plena legitimidad. Marruecos intenta negarlo desde hace medio siglo, pero la realidad lo contradice una y otra vez. La RASD es miembro de pleno derecho de la Unión Africana, con voz y voto en todas sus instancias. Esa legitimidad continental es incuestionable. Marruecos, que en 1984 abandonó la entonces Organización de la Unidad Africana para protestar contra la admisión de la RASD, tuvo que regresar en 2017 aceptando su presencia. El simple hecho de sentarse en la misma sala que la República Saharaui demuestra que su estrategia de negación fracasó: África no acepta la ficción marroquí.

En agosto de 2025, dos hechos recientes confirmaron esta realidad y significaron derrotas claras para Rabat. El primero fue la cumbre de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) en Antananarivo. Los jefes de Estado de la región reafirmaron de forma unánime su apoyo a la independencia del Sáhara Occidental, calificaron a Marruecos como potencia ocupante y firmaron un memorando de entendimiento con la RASD. El segundo fue la TICAD 9, en Yokohama, organizada por Japón y la Unión Africana. Pese a las presiones marroquíes, la RASD estuvo presente, con delegación oficial, participando en igualdad de condiciones junto a los demás Estados africanos. Marruecos, que dedica millones a impedirlo, no pudo evitarlo: la voz saharaui se escuchó en Japón con la misma legitimidad que en África.

El mensaje africano es claro y sin fisuras: el Sáhara Occidental no es una disputa entre Marruecos y Argelia, ni un “conflicto regional”, como difunde la propaganda marroquí y repiten gobiernos cómplices. Es un caso de descolonización inconclusa. La ONU lo mantiene en su lista de Territorios No Autónomos, y la Unión Africana reconoce plenamente a la RASD como Estado miembro. Lo que ocurre en el Sáhara Occidental es colonialismo puro: un pueblo al que se le niega su derecho a la autodeterminación y una potencia que ocupa su territorio de forma ilegal.

Marruecos intenta disfrazar la ocupación con fórmulas de “autonomía”, pero la comunidad internacional no lo avala. Ninguna resolución de Naciones Unidas ha reconocido jamás soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Al contrario, todas reiteran que la única solución legítima es la autodeterminación. El Tribunal Internacional de Justicia lo dejó claro en 1975: no existe vínculo de soberanía entre Marruecos y el Sáhara. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea lo ha reiterado en sentencias históricas de 2021, 2024 y 2025: el Sáhara Occidental es distinto y separado de Marruecos, el pueblo saharaui es el único titular de sus derechos y el Frente Polisario es su representante legítimo.

Frente a la propaganda de Rabat, los hechos son contundentes. La RASD existe, gobierna en los campamentos de refugiados y en los territorios liberados, es reconocida por decenas de Estados, forma parte de la Unión Africana y participa en grandes foros internacionales. Marruecos ocupa militarmente la mayor parte del territorio, reprime a la población saharaui en las ciudades ocupadas y saquea los recursos naturales que no le pertenecen. Su muro militar de más de 2.700 kilómetros, sembrado de millones de minas, es el símbolo de esa ocupación colonial.

África ha decidido que no guardará silencio. La SADC, heredera de las luchas contra el apartheid y el colonialismo portugués, lo expresó con claridad: apoyar al pueblo saharaui no es solo una cuestión de solidaridad, sino de coherencia histórica. En la voz de Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique o Tanzania resuena la experiencia de quienes derrotaron al colonialismo en sus propias tierras. Por eso, cada declaración africana sobre el Sáhara Occidental es un recordatorio al mundo: el colonialismo no tiene cabida en el siglo XXI, y el pueblo saharaui debe ser libre.

Marruecos lo sabe, y por eso multiplica las campañas de lobby, compra apoyos y fabrica comunicados para aparentar triunfos diplomáticos. Pero cada vez que la RASD se sienta en una cumbre africana o internacional, esa fachada se derrumba. África no se deja engañar: sabe que el Sáhara Occidental es la última colonia de su continente y que su descolonización es una tarea pendiente.

El pueblo saharaui, mientras tanto, no se rinde. Desde noviembre de 2020, tras la ruptura del alto el fuego en El Guerguerat, el Frente Polisario libra una nueva fase de guerra contra el ejército marroquí. En los territorios ocupados, la resistencia civil desafía diariamente a la represión. En los tribunales europeos, el Polisario gana batallas legales que desarman el relato de Rabat. Y en las cumbres internacionales, sus representantes siguen proclamando que la libertad es innegociable.

La República Saharaui existe y es reconocida. Marruecos podrá ocupar, reprimir y manipular, pero no podrá borrar a un pueblo ni detener la historia. África lo reafirma con firmeza, y con África, cada vez más voces en el mundo se suman a la causa saharaui. El Sáhara Occidental no es un conflicto regional: es una colonia que resiste y que vencerá. La independencia saharaui será la culminación de una descolonización demasiado tiempo aplazada, pero inevitable.

*El autor es miembro de la Plataforma No te olvides del Sahara Occidental