Con la trata, no hay trato
La explotación sexual y la trata de mujeres, niñas y niños con fines de explotación sexual debe quedarse en nuestra retina con la convicción de que con la trata, no hay trato. Esta esclavitud moderna es un atentado a los Derechos Humanos y, por tanto, objetivo de las políticas de transformación social. La trata está directamente relacionada con la posición de las mujeres en la sociedad y la feminización de la pobreza.
La trata de mujeres para la explotación sexual atenta contra diversos derechos fundamentales como el derecho a la vida, la libertad, la integridad física y moral, la libertad sexual, la salud, la intimidad y la dignidad humana. Es una realidad que ha permanecido oculta e invisible.
La normativa internacional obliga a los poderes públicos a combatirlas desde un enfoque integral y multidisciplinar mediante actuaciones preventivas, sancionadoras, asistenciales y reparadoras que garanticen la atención, asistencia, protección y recuperación de sus víctimas desde una perspectiva de derechos humanos que involucre a toda la sociedad en su conjunto, y, especialmente, a las organizaciones especializadas en la materia.
La dimensión mundial y trasnacional de la explotación sexual y la trata de mujeres, niñas y niños con fines de explotación sexual, así como el incremento de la detección y el aumento del número de víctimas de trata, quedan reflejados en el Informe Global de Trata de Personas 2022, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Este informe confirma que la explotación sexual continúa siendo uno de los principales fines de la trata (suponiendo el 38,7% de los casos identificados), y asimismo refleja que el 60% de las más de 51.000 víctimas registradas a nivel global son mujeres y niñas, que, a su vez, constituyen el 91% de las víctimas de explotación sexual. En España, según el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, en 2023 el 97,6% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas. Estos abrumadores datos evidencian la incuestionable dimensión de género de la trata con fines de explotación sexual. A ello se une frecuentemente la discriminación interseccional que sitúa a las mujeres y niñas migrantes víctimas de trata en situación de especial vulnerabilidad.
Delito que va en aumento con las políticas de ilegalidad de personas inmigrantes y la falta de vías seguras para las personas refugiadas. La Comisión Europea señala que existen indicios contundentes de que la crisis migratoria ha sido aprovechada por las redes delictivas implicadas en la trata de seres humanos para actuar contra las y los más vulnerables, en particular las mujeres y las niñas.
Lo dicen los diversos feminismos (independientemente de sus diferencias), las ONG y los organismos internacionales. Hay que actuar más y mejor contra la trata de personas, y en particular contra la trata con fines de explotación sexual.
Han pasado años desde que el 23 de septiembre de 1913 se promulgó en Argentina la Ley 9.143, la primera norma legal en el mundo destinada a luchar contra la explotación sexual. Conocida también como la ley Palacios. Basándose en esta normativa, la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas instauró el 23 de septiembre como el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas. Lo hizo en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh, en enero de 1999.
De entonces a hoy se ha visibilizado, nombrado, redactado leyes para perseguir y detener a las mafias, protocolos de detección y acompañamiento. Sabemos que darle la vuelta es costoso. Pero en este camino lo más importante, además de todo lo que ya se ha hecho y aprobado, es que afinemos el objetivo, poniendo la mirada en ellas, las mujeres y niñas que la viven, dándoles el estatus de sujetas de derechos, empoderadlas y escucharlas para la búsqueda de soluciones.
Es necesario dejar claro que contra la trata hay que abolir la Ley de Extranjería que la permite y justifica, además de respetar los derechos humanos en las políticas con las personas refugiadas. Contra la explotación sexual, llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos, actuar con los medios que ya se tienen contra traficantes y proxenetas y escuchar en directo a las mujeres que ejercen o están en situación de prostitución para darles salidas dignas y aceptadas por ellas, empezando por el Ingreso Mínimo Vital u otros derechos de ciudadanía.
Con ello contribuimos a cambiar el estigma que las (nos) marca y ponerlo en la necesidad de avanzar colectivamente hacia una sociedad acogedora, igualitaria, que deje de ver el cuerpo de las mujeres y niñas como una mercancía sexual. Una sociedad en la que los hombres reflexionen, escuchen la verdad de boca de ellas y del feminismo. No la que el patriarcado les cuenta. Que participen contra la violencia hacia las mujeres en todos los contextos. También en el de la trata y explotación sexual. Con la trata, no hay trato. Con el genocidio, tampoco.
*Lunes Lilas Navarra