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Levantar el velo de la ignorancia

Levantar el velo de la ignoranciaEFE

Desde hace tiempo me pregunto lo siguiente: ¿acaso las creencias, la religión, la historia, el deporte de una nación son más importantes que la vida, las creencias, la religión, la historia y el deporte de otra u otras? Los tiranos siempre encuentran una excusa para aniquilar a quienes les estorban. Como señala Irene Vallejo, la sed de destrucción total y las matanzas masivas contra pueblos enteros tienen precedentes antiguos. Quizás hay que preguntarse también qué y quiénes están detrás de estos intereses y por qué una parte del mundo se refugia en el silencio y la indiferencia ante la opresión y el asesinato, sobre todo cuando son otros los que las sufren.

Tengamos cuidado en no darnos cuenta de que vivimos en un periodo en que la brutalidad no tiene fronteras. Entre la existencia de bastantes candidatos al número uno, Netanyahu y Trump destacan como líderes despiadados que ponen en escena las emociones dominantes en un un mundo cubierto por el velo de la ignorancia. El apetito del orden, la venganza, el miedo y la violencia contra el adversario son sus argumentos. No puede ser que, para conseguir sus objetivos, los gobernantes, por muy poderosos que se sientan, tengan licencia para matar. Y menos aún, no puede ser que todavía existan ignorantes que justifiquen el exterminio y la limpieza étnica. El genocidio, en definitiva.

La ciencia jurídica, cuando detecta el abuso de la personalidad jurídica en beneficio de un grupo de empresas para ocultar responsabilidades u eludir obligaciones legales, aplica lo que se conoce como el levantamiento del velo. Usando esta herramienta, podemos decir que Trump y Netanyahu han pactado una alianza que les concede un abuso desde el poder político. Un pasaporte internacional que oculta sus intenciones económicas –el diseño de una Riviera de Oriente Próximo– exterminando al pueblo palestino. Que, por desgracia, ocupa el lugar donde quieren que sus negocios prosperen. Esta trama de inversión compartida elude las obligaciones legales denunciadas por varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Reino Unido, Dinamarca, Francia, Grecia y Eslovenia, además de otros muchos Estados. Esto es lo hay detrás del velo. Este es el engaño propuesto en palabras del titular de finanzas del Gobierno de Netanyahu, Bezalel Smotrich, vanguardia verbal de lo que acaba sucediendo: “El presidente Trump tiene un plan de negocios sobre la mesa, convertirá a Gaza en una bonanza inmobiliaria. Gastamos mucho dinero en esta guerra. Debemos ver cómo lo recuperamos, sobre el terreno. Ya hemos terminado la fase de demolición. Ahora tenemos que construir”.

Para demostrar la existencia de un aprovechamiento de la personalidad política se tienen que dar unas circunstancias concretas. Así vemos cómo Israel y EEUU, a fin de lograr sus objetivos, perjudican claramente los legítimos intereses y derechos de un tercero interesado –el pueblo palestino–, maniobran contrariamente a la legalidad –el 21 de septiembre de 2025, 151 de los 193 Estados miembros de pleno derecho de las Naciones Unidas (el 78%) habían reconocido al Estado de Palestina– concurriendo además en la confusión de los intereses patrimoniales deseados y ocultos –la Riviera– a través de una actuación armamentística conjunta –Israel actúa bajo el paraguas de EEUU–, de un exceso de personalidad política que, evidentemente, es un abuso de derecho que da lugar a lo que se conoce como fraude.

A todo lo anterior, que ya de por sí es aterrador, hay que sumar a las personas que son capaces de eructar barbaridades con toda tranquilidad. Periodistas, políticos, comentaristas, personas de la calle que califican las protestas sociales y la desobediencia civil como actos de violencia, callando y mirando para otro lado ante las decenas de miles de asesinados por Israel desde 1947, fecha en que la ONU aprobó la Resolución 181 para la existencia de dos Estados independientes.

A estas otras personas que ignoran que el deporte, la música, el arte y demás proyecciones culturales humanas sirven para denunciar la brutalidad aberrante de estos genocidas. Indicarles que, una vez alguien obtiene un éxito hay que explotarlo. Las autoridades invitan a los y las protagonistas destacados a lugares emblemáticos para capitalizar el éxito. De ahí el interés de Israel de participar en los eventos deportivos y culturales, y el enfado desatado por las protestas vividas en esta edición de la Vuelta Ciclista. A esos ignorantes que declaran que el deporte tiene que estar alejado de la política, recordarles que las protestas contra el equipo Israel-Premier Tech, no son las primeras vividas en las que se unen el mundo del deporte y las denuncias políticas y sociales. Más cuando se trata de un genocidio. No es raro que el deporte haga uso de su enorme escaparate para defender valores justos. Las protestas contra el racismo a través de la imagen del atleta Jessie Owens, capaz de aguarle la fiesta a Hitler en los JJOO de 1936, que con sus cuatro medallas puso en evidencia la superioridad de la raza aria; el aparheid en Sudáfrica; el saludo con guantes negros de Tommie Smith y John Carlos haciendo el gesto del Black Power en las olimpiadas de México 68, seis meses después del asesinato de M. Luther King; el veto, maldita ironía, de EEUU contra la invasión soviética sobre Afganistan en 1980, en el contexto de la guerra fría, y a la inversa de los soviéticos en los JJOO de Los Ángeles 1984, bajo el argumento de la inseguridad de sus atletas en ese país; son pruebas evidentes de ello.

La presencia cultural y deportiva israelí funciona como mecanismo de legitimación continua, proporcionando reconocimiento implícito por parte de organizaciones globales, como una forma de reconocimiento suave, reforzando su narrativa como parte del mundo occidental democrático. Sobre todo, desde que en 1994 los países árabes se negaron a jugar contra ellos a fútbol, por ejemplo. No tan lejos está la expulsión que actualmente sufren Rusia y Beliorrusia de todas las competiciones deportivas y muestras culturales. También me pregunto quién se preocupa de lo que ocurre con el deporte o la cultura en Palestina, a sabiendas que el primer deportista palestino en participar en unos Juegos Olímpicos, Abu Maraheel, murió a comienzos del año pasado porque no pudo continuar un tratamiento en Gaza y no pudo ser evacuado a Egipto, debido al bloqueo israelí. O no nos vale ese deporte como ejemplo de integración.

Levantar el velo de la ignorancia, conseguir que la gente vea el verdadero significado de lo que han sido otros genocidios y lo que significa este: matar por el afán de poder, por la pureza de una raza elegida, por un negocio material, por ser los elegidos por Dios constará de nuevo como una gran mancha en la memoria de la humanidad. Por eso son necesarias las protestas ciudadanas frente a la barbarie, porque el mundo no se puede dividir entre inmaculados e inmundos, es decir, entre limpios y manchados.