En momentos tan oscuros como los actuales, cuando gobernantes sin ningún tipo de escrúpulos como Donald Trump, Benjamín Netanyahu y Vladimir Putin invaden países en nombre de la paz sin importarles asesinar o mutilar niños y niñas y aplastar todo lo que encuentran, cuando líderes políticos tan mediocres que utilizan el bulo, la mentira, el insulto y la violencia, y que siembran odio e intriga, como Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijoo, figuras inspiradoras como la científica, etóloga y primatóloga Jane Goodall, que nos acaba de dejar, que ha dedicado su vida al estudio de la naturaleza y la defensa de la vida en la Tierra, inspirando a nuevas generaciones, emergen con una luminosidad tan grandiosa que muestran al mundo cómo otra visión de él, de la relación entre los seres humanos, y de estos con la naturaleza, es absolutamente trascendental y necesaria.
El enorme legado que nos ha dejado esta gran científica y maravillosa mujer no reside solo en un conocimiento más profundo y preciso de los primates, sino en la importancia y en la necesidad de que los humanos tengamos una relación con la naturaleza basada en el respeto, el diálogo y la conservación. Una relación totalmente diferente a la actual que no está llevando al fin de la vida en la Tierra, caracterizada por patrones de producción y consumo insostenibles que han superado los límites planetarios, llevando a la pérdida de biodiversidad, el cambio de uso del suelo, la contaminación química y el calentamiento global.
Uno de los mayores logros de la investigadora Jane Goodall fue revolucionar la primatología y nuestra comprensión de los chimpancés, al descubrir que fabrican y usan herramientas, y transformó el estudio de los animales al tratarlos como individuos con nombre y personalidad, en lugar de números.
Antes de sus observaciones en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, se creía que la fabricación y el uso de herramientas eran habilidades exclusivamente humanas. Jane Goodall demostró que los chimpancés usan palos para pescar termitas y piedras para romper nueces, un descubrimiento que transformó la comprensión de nuestro propio parentesco evolutivo.
En este sentido, Jane Goodall fue muy tirada para adelante. Dar a conocer en los años sesenta que los chimpancés usaban herramientas, que tenían culturas propias y que sentían emociones complejas, implicaba cierto riesgo. La comunidad científica permanecía atascada en un marco de pensamiento inmutable que rechazaba ciertas ideas o descubrimientos.
El periodista Jurden Arretxe, el pasado 2 de octubre en un artículo publicado en Diario de Noticias de Gipuzkoa, relató lo que Jane Goodall dijo con ocasión de una conferencia que impartió en Donostia: “Cada uno de nosotros, cada individuo, nos diferenciamos cada día por las elecciones que adoptamos y el efecto acumulativo de millones de pequeñas acciones hacia un estilo de vida más sostenible es lo que propiciará el tipo de cambio que debemos hacer, si es que nos importan nuestros hijos”.
Desde su conocimiento y experiencia le llevó a advertir en Donostia de que el planeta camina “muy rápido hacia un punto de no retorno” y “el umbral para el cambio es cada vez más pequeño”. Por esa razón, llamó a trabajar en la conservación e “invertir en la educación” de un estilo de vida más sostenible.
Tras su muerte, a los 91 años el pasado 1 de octubre, por causas naturales mientras participaba en una gira de conferencias en California, quisiera destacar que ver el respeto y la admiración con que personas de todo el mundo, de lo más plurales, han despedido a esta científica británica, nos anima a pensar que no todo está perdido, que son muchas las voces que afirman que “otro mundo no solo es posible, sino también necesario y deseable”. Otro mundo con una relación distinta entre humanos, animales y el planeta, con un reconocimiento de los animales como sujetos con intereses propios, y no como meros objetos.
Cito literalmente algunas frases de Jane Goodall, publicadas por el Instituto que lleva su nombre, que merece ser tenidas en cuenta:
“Los animales me ayudan a sobrellevar mis días de viaje. A medida que voy de un sitio a otro alrededor del mundo, anoto y recuerdo muy bien a aquellos animales a los que he conseguido conocer en el camino”. La doctora Goodall reflexionando sobre los animales que conoce en sus viajes.
“Por supuesto, no queremos vivir en un mundo sin los grandes simios, nuestros parientes vivos más cercanos en el reino animal. Un mundo donde no nos podamos maravillar nunca más del fantástico vuelo de las águilas calvas o escuchar el aullido de los lobos bajo la luz de la luna. ¿Qué pensarían nuestros nietos y nietas si solo pudiesen encontrar estas mágicas imágenes en los libros?”. Declaración de la doctora Goodall en defensa de la protección de las especies en peligro.
“Todavía quedan muchas cosas en el mundo por las que merece la pena luchar. Muchas cosas bellas, mucha gente maravillosa luchando por revertir el daño causado, por ayudar a aliviar el sufrimiento. Y muchísima gente joven dedicada a hacer de este un mundo mejor. Todos están conspirando para inspirarnos y darnos la esperanza de que aún no es demasiado tarde para cambiar las cosas, siempre y cuando cada uno hagamos nuestra parte”. Doctora Jane Goodall, en su mensaje de año nuevo 2018.
Es mucho lo que nos ha aportado Jane Goodall, pionera en el estudio de chimpancés y defensora del medio ambiente, en su larga vida. Las generaciones venideras, inspiradas por su memoria, tienen muchísimo por hacer.
Jane Goodall, una mujer con enormes sentimientos y una gran empatía nos ha dejado, pero su recuerdo y su legado permanecerán para siempre. Muchas gracias, Jane Goodall.
El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente