Existe un debate en psicología y psiquiatría sobre las diferentes enfermedades mentales que llevan al ser humano a realizar el mal.
Pero hay algunos expertos que señalan que a veces se realizan, no fruto de alguna patología, sino simplemente porque quien los comete son malos, que la maldad existe sin tener que justificarla por ningún elemento diferente. Esa realidad se nos aparece constantemente en acciones individuales o colectivas.
¿Cómo justificar entonces que existan dirigentes, personas que llevan a cabo genocidios como el que vemos cada día en vivo y en directo en Gaza?
¿Por qué razón esta barbarie se repite en otros lugares del mundo como Ucrania?
¿Cómo es posible que sean amparados por personas, colectivos, e incluso por la mayoría de algunas sociedades?
La respuesta resulta evidente, porque hay gentes malas, colectivos y sociedades malas, incluso perversas.
Pero no solo lo observamos en guerras o conflictos, también en el devenir diario, en lo cotidiano.
Hace falta ser malvados para llevar la praxis política actual al punto en el que se encuentra en este momento.
Cuando intentamos racionalizar por ejemplo el comportamiento de partidos políticos como PP y VOX, tanto monta, monta tanto, buscamos motivos que tienen que ver con debilitar al contrario, o buscar réditos electorales, pero se nos olvida contemplar la maldad para entenderlos.
Intentamos erróneamente ver en Isabel Díaz Ayuso un comportamiento mimetizado con VOX, simplemente para robarle votos, pero se nos vuelve a olvidar la maldad.
Así sucede con Feijóo, Tellado, Bendodo, Abascal, muchos de sus portavoces, o incluso jueces como Peinado.
¿Lo que hacen tiene que ver con cuestiones puramente políticas o simplemente con que son malas personas?
Quizás penséis al leer estas líneas que exagero en mi análisis, que me equivoco en las conclusiones, pero he llegado a ellas porque no puedo entender que su comportamiento sea fruto solo de lo político, de lo social, que nos falta para entenderlo introducir la ecuación de la maldad.
Netanyahu arrasa Palestina, ordena asesinar a mujeres y niños a sangre fría porque es malo, Putin exactamente lo mismo. El comportamiento de Trump tiene que ver con esa epidemia que arrasa nuestro mundo; la maldad.
Las gentes que los amparan, que los justifican, incluso las que cobardemente miran hacia otro lado, también.
Pero no solo en los grandes acontecimientos nos topamos con ella. También en el día a día, en lo cotidiano convivimos y sufrimos comportamientos malvados fruto de envidias, la competencia, complejos de inferioridad, o simplemente porque sí.
Vivir en un mundo así resulta extremadamente difícil, desgasta, nos debilita y solo con perseverancia, paciencia, resistencia podemos hacerle frente. Y sobre todo y como fórmula mágica; con la bondad, imponiéndola en cada uno de nuestros actos.
A menudo sorprende que cuando alguna persona relevante fallece la frase más tópica suena sobre él: “era una buena persona”. Cuando alguien nos lo dice casi suena a insulto, como si fuera tan raro, o con elementos de debilidad.
Por eso debemos conseguir un mundo de bien contra mal, yin vs yan, bondad frente a maldad. Sólo eso podrá salvarnos del desastre. Veremos.
El autor es exparlamentario y concejal del PSN-PSOE