75 años El primer ascenso a Primera
El 28 de abril de 1935 Osasuna conquistaba por primera vez el ascenso a Primera División. Avanzando lo que sigue siendo habitual todavía hoy en la historia del club, hubo que esperar al último día para alcanzar el objetivo. Han pasado 75 años.
LA temporada 1934-35 es histórica para Osasuna. Una de las más brillantes. Superando las limitaciones económicas, los rojillos brillaron en todas las competiciones. Aquella plantilla reunió a algunos de los mejores futbolistas que se han enfundado la camiseta roja. El ascenso, conseguido en un partido a vida o muerte frente al Murcia en San Juan, marca el hito de aquel ejercicio deportivo. Pero, por encima de partidos y resultados, la campaña estuvo cargada de curiosidades. Estas son algunas de ellas.
la temporada
Cuatro competiciones
Un total de 38 partidos oficiales disputó Osasuna en aquel ejercicio, repartidos en cuatro competiciones: 12 en la Copa Vasca o Torneo Suprarregional; 12 más de Liga de Segunda división; 8 en la fase de ascenso a Primera; y, finalmente, 6 de Copa.
El entrenador, Emilio Urdíroz, dispuso de un elenco formada por cerca de una treintena de jugadores, aunque alrededor de una decena firmaron ficha amateur.
A pesar de contar con una nómina tan amplia, el técnico repitió alineación en la mayoría de las ocasiones: Urreaga; Ilundáin, Recarte; Valentín, Cuqui Bienzobas, Tell o Ruiz; Castillo, Iturralde, Vergara, Paco Bienzobas y Catachú.
Los resultados fueron brillantísimos: subcampeones de la Copa Vasca por detrás del Athletic, campeones de grupo 3º de Segunda, segundos en la fase de ascenso y semifinalistas en la Copa del Rey.
el club
No hay dinero
El rendimiento que el equipo exhibió no estuvo acompañado del crecimiento social. Llegaban más espectadores al campo de San Juan, pero los ingresos, con 600 socios, resultaban insuficientes. Lo explicaba con mucha claridad el entonces secretario Pablo de la Fuente: había una diferencia cada mes de entre 4.000 y 4.500 pesetas entre lo que costaba pagar las nóminas de futbolistas y empleados y lo recaudado. Lo jugadores no percibían ni primas ni dietas. El Ayuntamiento gravaba entonces a Osasuna con el impuesto de billetaje (lo cobró durante décadas) y por ese concepto había recaudado en la temporada 1933-34, 23.000 pesetas. El secretaario estimaba que el club necesitaba el doble de socios para gestionarse con más holgura.
El panorama, de continuar en Segunda, era desalentador, como exponía un periodista local: "... esa Segunda división desamparada de los organismos futbolísticos, económicamente catastrófica y deportivamente indiferente al aficionado español de las grandes capitales y de las ciudades cuyos equipos no intervienen en ella".
la plantilla
Jugadores en rebeldía
En agosto de 1934, la temporada pintaba mal: cuatro torneos, escasos recursos económicos y... futbolistas que pedían más dinero. Uno de ellos, la estrella del equipo: Julián Vergara. El secretario, De la Fuente, lo contaba así: "Vergara pide demasiado, un sueldo que no hemos pagado a nadie. Sentaríamos un precedente". El delantero de Olite aportaba otra visión: "He pedido 700 pesetas al mes y el pago de la cuota militar. Me dijeron en el club que tenía firmado contrato por un año a 500 pesetas al mes, y que cumplido éste debería seguir las dos temporadas de retención reglamentarias por el mismo sueldo. Para eso prefiero no jugar al fútbol. No cedo ni un real. Me voy a casa".
El extremo Catachú pasaba por una tesitura similar. Pero su reflexión era, como su fútbol, más profunda: "Me gusta jugar, pero no firmo la ficha. No quiero abandonar mi trabajo, en el que me espera un brillante porvenir...".
A principios de septiembre, Osasuna denunció a la Federación Nacional la situación de Vergara por incumplimiento de contrato. Sin embargo, los dos futbolistas asumieron su situación (y la del club) y regresaron al trabajo con la plantilla.
el entrenador
Del banquillo al campo
A Emilio Urdíroz, antes jugador, le correspondió la dirección técnica de la plantilla. Ingresó en el club en 1925 y durante seis temporadas (1928-1934) fue habitual en el once titular. Dejar de vestir de corto y dirigir al equipo supuso para él un breve tránsito.
De manera impensada, sin embargo, el mayor de los Urdíroz (su hermano Martín formaba parte de la plantilla) tuvo que echarse al campo. El extremo derecho Castillo (fichado del Real Unión) cayó lesionado antes del choque por el ascenso en Valladolid y, según relató años más tarde Bolico Ilundáin, sus pupilos le pidieron que por una tarde volviera a calzarse los borceguíes, se pegara a la banda "y que si marcábamos pronto podía bajar a reforzar la defensa".
Vergara hizo el único gol de aquel partido en el minuto 61, Emilio Urdíroz aguantó en el extremo y, al día siguiente, los cronistas le destacaron como el mejor de Osasuna e incluso subrayaron que era "superior a Castillo por su entrega, inteligencia y experiencia". Ilundáin fue menos benevolente con él: "Terminó el partido detrás de Cuqui (Bienzobas) y delante de nosotros (Ilundáin y Recarte) casi sin otro objetivo que el de lanzar los balones hacia la plaza de toros, que está encima de la general". A pesar de los elogios y de las chanzas, el mayor de los Urdíroz repitió como extremo en el siguiente compromiso, en San Juan, frente al Celta (3-0) y cuando Castillo se recuperó volvió al banquillo.
el goleador
Vergara hace cinco
Los problemas para renovar no hicieron mella ni en el ánimo ni en el rendimiento de Julián Vergara. Es seguro que nunca cobró lo que merecía su calidad y su aportación goleadora. Sin el delantero de Olite quizá hoy no habría nada que celebrar.
Lo de Vergara fue una exhibición de principio a fin de año. Los marcaba por partida doble, triple, cuádruple e incluso quíntuple. Vamos de más a menos.
Cinco goles le hizo Vergara en la primera parte al Zaragoza en partido de Liga en San Juan (6-2 al final). Cuatro le endosó al Valladolid en Pamplona en la fase de ascenso (6-1). Y firmó los tres más importantes de su carrera la tarde del ascenso frente al Murcia.
¿Cómo lo conseguía? En una entrevista, en 1969, explicaba lo siguiente: "Yo que sólo pesaba sesenta kilos y medio, poco más de metro sesenta centímetros, me batía como un león contra aquellos zagueros de rompe y rasga, que también exponían lo suyo a cada entrada".
Esta temporada, el goleador llegó a actuar como portero durante media hora. Ocurrió en Sabadell, en el decisivo partido de Liga, ya que ambos equipos iban a pasar a la fase de ascenso, pero lo harían arrastrando los puntos de sus dos confrontaciones. El portero Urreaga sufrió una lesión en el brazo y Vergara ocupó el marco. Aunque El Mundo Deportivo recogió en la crónica del choque que el ariete "actuó bastante inseguro", mantuvo el portal a cero, Osasuna ganó el partido (0-2) y pasó de fase con una suculenta renta de cuatro puntos.
rivalidades
Zaragoza no era un paraíso
Las rivalidades de hoy no nacen de un día para otro: son tan viejas como el propio fútbol. Y las tensiones entre los equipos y las aficiones de Pamplona y Zaragoza viene de lejos. Lo ocurrido en febrero de 1935 es un buen exponente. Según recogió un diario local, la segunda parte del encuentro de Segunda Zaragoza-Osasuna estuvo plagada de incidentes; los futbolistas locales hicieron gala de una inusual dureza, el público no dejó de insultar a los rojillos e incluso se registraron lanzamientos de piedras a los futbolistas visitantes. Cuando los dos equipos enfilaban los vestuarios, Urdíroz zarandeó al portero Lerín. Cuatro meses después, ambos equipos quedaron emparejados en cuartos de final de la Copa y ninguno de los dos duelos fue precisamente amistoso.
Es lo que tiene la vecindad, que hoy peleas con los zaragocistas y mañana... con los donostiarras. Porque la rivalidad, en cuanto se pierde el tino, lo embarra todo. Osasuna y Donostia (Real Sociedad) coincidieron en la liga suprarregional. El partido de la primera vuelta en San Sebastián (5-2) dejó malas sensaciones en algunos cronistas pamplonesas. Lo publicado parece que alteró los nervios de algunos seguidores rojillos y el partido en San Juan discurrió con alteraciones a pesar del resultado (4-0). La Constancia, periódico de San Sebastián, censuraba las "reseñas envenenadas" del primer partido publicadas en Pamplona y que, en su opinión, predispusieron al público contra el Donostia. "Desde el primer momento comenzó el público a abroncar a nuestros jugadores y a veces, cuando éstos se acercaban a la valla a recoger el balón, pasan de las palabras a los hechos. Muy censurable todo ello y mucho más de ciertos cronistas que llamándose deportivos desvirtúan la verdad de los hechos y se dedican a engañar a los lectores".
el ascenso
La respuesta está en el viento
"Aquel domingo andaba un airazo frío, entre Norte y Noroeste, que tomaba la dirección de la carretera del Cementerio a la de San Juan atravesando así, en línea recta, el terreno de juego", escribió Félix Bolico Ilundáin en 1946 rememorando el partido contra el Murcia. Tanto o más que Vergara, los aficionados que poblaban el campo o el estado del terreno, el viento iba a ser determinante. El Murcia era un buen equipo y la victoria ese día le otorgaba el ascenso. La estrategia estaba claro: el equipo que jugara la primera parte con el viento de espaldas tenía elevadas posibilidades de victoria.
"El cara o cruz de aquel partido fue así de una profunda emoción. Todos los jugadores de los dos equipos estaban pendientes de él y recuerdo que después de elegir yo la puerta Norte del campo, Paco Bienzobas me abrazó con todo su entusiasmo. ¿No íbamos a ser capaces de eliminar al Murcia con nuestro juego y el regalo aquel de 45 minutos de embotellamiento?", rememoró Ilundáin.
Así fue: Vergara marcó tres goles antes del descanso y en la segunda parte los rojillos se dedicaron a echar balones fuera, nunca mejor dicho. "Se perdió todo el tiempo que se podía perder en los saques de gol, de banda, etc. El árbitro nos amonestó mil veces por nuestra lentitud (...) pero nuestra sordera era aguda y además el público contribuía a retardar la cosa escamoteando el balón más de la cuenta cuando caía sobre él. El árbitro se portó muy bien porque se daba cuenta de nuestra situación (...); fue muy tolerante y no descontó ni un segundo".
las anécdotas
Motín en el autobús
La vida cotidiana de la plantilla generó aquella temporada multitud de anécdotas. Una de las más sabrosas sucedió tras el partido de la fase de ascenso en Valladolid. De regreso a Pamplona, el secretario, Pablo de la Fuente, decidió, por ahorrar dinero, ignorar la tradicional. Los jugadores se reunieron al fondo del autobús y entre gritos y discusiones consiguieron que el directivo cambiara de opinión y la expedición celebrara la victoria en el Hotel Frontón.
Los futbolistas pasaban horas y horas en el autobús. Por ejemplo, el viaje a Bilbao suponía tres horas y diez minutos. El tránsito lo animaban habitualmente con sus jotas y canciones los tres riberos: Vergara, Ruiz e Iturralde.
En esta temporada hubo también un partido aplazado dos veces. La nieve y el hielo impidieron que el Osasuna-Júpiter pudiera disputarse el domingo 27 de enero y el miércoles 30. Finalmente se celebró el día 31 y ganó el equipo catalán por 0-1.
Lo decisivo de la última jornada (se jugaba un Hércules-Celta y el empate daba el ascenso a ambos) empujó a la directiva de Osasuna a enviar un observador a Alicante. El encargo recayó en el hiperactivo De la Fuente. En realidad, poco podía hacer si los contendientes llegaban a un acuerdo. Aseguraban que el Hércules había solicitado al Celta la cesión incondicional del delantero Nolete, un artillero de fama en la época, por pactar el empate. Al final ganó el Hércules, triunfó el juego limpió y para cuando De la Fuente regresó a Pamplona habían acabado los escasos festejos por el ascenso.
Porque para celebrar el triunfo ante el Murcia, la plantilla se reunió esa noche a cenar en el Restaurante Iruña. Al jueves siguiente, el club pagó el agasajo para futbolistas y empleados en casa de la Marcela, en la calle San Nicolás. El alcalde acudió a la cena y pidió a los serenos que esa noche fueran transigentes con los trasnochadores.
epílogo
Dos mensajes del pasado
75 años después, merece la pena repescar dos mensajes de la época. Uno lo escribió F. Subirán tras un Badalona-Osasuna (1-3). Decía así: "El Osasuna es la negación absoluta de la filigrana inútil y el ejemplo viviente y andante del juego práctico, rápido, sabio y viril, sin alifafes tan bellos como inútiles".
El otro es una frase con la que Paco Bienzobas recordaba aquella espléndida época y a sus compañeros: "¡Cómo nos queríamos todos y cómo queríamos a Osasuna!". Dos mensajes que deberían resistir el paso del tiempo.