OSASUNA no sumó un punto, perdió dos. No pudo pasar del empate y dejó escapar la victoria ante un rival claramente inferior en todo menos en el 1-1 final. Y se le fueron dos puntos ante un Levante que no hizo nada especial ni méritos para llevarse ese empate, pero que supo pescar ante un Osasuna que tampoco supo trabajarse el triunfo.
Ahí está precisamente el talón de Aquiles de este equipo: mereció ganar, pero no supo hacerlo por deficiencias propias, no ajenas.
Ya había pronosticado el propio Camacho que éste iba a ser un partido de paciencia, de esperar el momento oportuno para asestar el mazazo definitivo y llevarse el partido. Lo que no pronosticó fue que no sólo costó más de la cuenta atizar su latigazo, sino que luego Osasuna no supo jugarle a un equipo obligado a abrir sus líneas en busca del empate.
El Levante no dio ninguna sorpresa. Se presentó y expuso el papel que se le había asignado con antelación. Se plantó en el campo como un equipo muy bien estructurado, con dos líneas atrás muy unidas que no dejan espacios al rival, pero que prescinde por completo de atacar y al que le falta calidad para aspirar a ganar. Ayer sólo pudo acercarse al área rojilla en córners y faltas, en ninguna acción combinativa. Estuvo siempre a expensas de un error del rival o de aprovechar un rechace. No fue extraño por ello que sólo tirase a puerta en un ocasión, la del gol de Sergio.
Y ante un equipo así, ¿cómo Osasuna no pudo pasar del empate? Antes del gol de Pandiani, el conjunto rojillo tuvo mayor posesión de balón y bastantes llegadas, arrinconando en su parcela al Levante, pero le faltó lo mismo de lo que carecía antes del convincente partido contra la Real. No supo jugar por las bandas, a excepción de Monreal que vio con claridad las facilidades que le daban los movimientos de Valdo hacia el centro para correr su carril hasta el área rival sin demasiada oposición. Juanfran y Camuñas no aportaron más que centros y desbordes aislados, muy lejos de lo que ellos ya han ofrecido en este Osasuna. Ademas, al ataque rojillo le faltó velocidad a excepción del contragolpe del minuto 4 que Pandiani culminó alto, así como capacidad de sorpresa. No superó en los unos contra unos, y sus jugadores ofensivos se mostraron demasiado estáticos y faltos de puntería. Y de esta forma, le resultó casi imposible superar a un contrario muy bien ordenadito, por mucho que éste sea limitado técnicamente y esté al albur de cualquier y puntual error defensivo para ser doblegado. Sin embargo, Pandiani supo abrochar una jugada embarullada para quebrar el atasco ofensivo de Osasuna y colocar un esperanzador 1-0 en el marcador; pero la alegría no duró más que 7 minutos porque no supo defender un balón bombeado ni tapar la entrada y el tiro de gol de Sergio al borde del área. Y con el empate, sólo hubo más de lo visto hasta el gol de Pandiani: incapacidad para hacer gol.
Al margen de perder dos puntos, ayer, ante un rival que se encierra, se vio que este Osasuna sigue teniendo mucho trabajo y mucha mejora por hacer: el juego por las bandas, los rechaces, las caídas, la velocidad, los contragolpes, la estrategia... en definitiva: todo que conduce al gol.